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Libros didácticos electrónicos: ¿los nuevos best-sellers?
Jueves, Abril 1, 2010 - 12:00

Aunque haya estudiantes que estén usando notebooks, algunos expertos prevén que, dentro de diez años, la mayor parte de los alumnos de enseñanza superior, primaria y secundaria, probablemente recurrirán a un aparato electrónico, en vez de a libros de papel, cuando tengan que leer algún material de estudio.

Muchos educadores apuntan al recién presentado iPad como el prototipo del lector electrónico, capaz de almacenar todos los libros de texto que un estudiante necesita. Su pantalla a color, sensible al tacto, el video interactivo y el teclado virtual, aseguran que confieren más ventajas para los usuarios de libros de texto que la oferta de monocromáticos, como el Kindle de Amazon.

Apple no ha hecho ninguna revelación acerca de sus planes en el sector de libros de texto desde que se presentó el iPad, cuya comercialización se inició en marzo. Al mismo tiempo, Hewlett-Packard y Dell también han anunciado que van a producir ordenadores portátiles tipo tablet. Y, además, corren rumores de que Microsoft estaría desarrollando un modelo de pantalla doble.

Aunque haya estudiantes que estén usando notebooks, o su versión portátil más cercana, el netbook, algunos expertos prevén que, dentro de diez años, la mayor parte de los alumnos de enseñanza superior -y muchos alumnos de enseñanza primaria y secundaria- probablemente recurrirán a un aparato electrónico, en vez de a libros de papel, cuando tengan que leer algún material de estudio. Este cambio tendrá un gran impacto para los alumnos y profesores y, especialmente, en el negocio de libros de texto, que hoy mueve US$9.900 millones.

Si los aparatos electrónicos fueran, de hecho, el futuro de las publicaciones de texto, hay una pregunta que continúa sin respuesta: ¿el modelo es viable económicamente? Prácticamente todas las industrias -desde las agencias de viajes a los periódicos- que han migrado al modelo digital han visto sus ingresos diezmados, y ha habido algunos casos que empresas que han quebrado. "Las editoriales de libros de texto saben que su modelo actual está condenado", dice Peter S. Fader, director adjunto del Proyecto de Medios Interactivos de Wharton (WIMI).

Eric Bradlow, también director adjunto del WIMI, añade: "no se trata de la muerte del modelo destructor de árboles. El hecho es que el monopolio de las editoriales va a disminuir". Asumiendo que los costos de producción bajen, "las fuerzas del mercado sugieren que de igual forma habrá una reducción de los precios".

Bradlow prevé también la llegada de nuevos modelos de ingresos para las editoriales, como los anuncios de ocasión y los cupones electrónicos, entre otros. Así, por ejemplo, cuando un estudiante termina un determinado capítulo y demuestra, por medio de una autoevaluación, que domina su contenido, aparecería un anuncio sugiriéndole que celebre su buen rendimiento en la heladería Ben & Jerry’s más próxima.

Frank Lyman, vicepresidente ejecutivo de la editorial de textos online CourseSmart, dice que el tablet de Apple "impulsará la demanda de libros de texto digitales, porque va a estimular la imaginación de un nuevo grupo de alumnos que todavía no han experimentado con el libro de texto electrónico".

Transcurridos algunos días desde el anuncio del iPad, un grupo formado por las principales editoriales de libros didácticos de EE.UU. ha informado que empezarían a utilizar una tecnología desarrollada por ScrollMotion, empresa neoyorquina de tecnología de contenido, para transferir libros de texto al iPad. Forman parte de ese grupo McGraw-Hill, Houghton Mifflin Harcourt K-12, una unidad de Education Media & Publishing Group; Pearson Education y Kaplan, unidad responsable de la preparación de las pruebas de Washington Post.

A finales de febrero, Macmillan, de McGraw-Hill, divulgó el lanzamiento de un nuevo sello de libros electrónicos, DynamicBooks, que permitirá a profesores crear un libro de texto propio utilizando material de su autoría y otros desarrollados por Macmillan. "Básicamente, el profesor entra en la web, visita la herramienta de creación y, al visualizar el contenido, hace las modificaciones que juzga necesarias", dijo a New York Times Brian Napack, presidente de Macmillan. "Nosotros ni siquiera lo miramos".

ScrollMotion ya se ha asociado a algunas editoriales para la producción de libros adaptados a las aplicaciones del iPhone. "El segmento educativo siempre ha estado entre los primeros en sacar provecho de las promesas de la tecnología. Ahora ha llegado el momento de hacerlo", observa John Lema, consejero delegado de ScrollMotion.

Las editoriales, dice Lema, "van a hacer que su contenido esté disponible en la mejor plataforma tecnológica posible", aunque señale que los lectores electrónicos no atienden, de momento, a las necesidades educativas de la misma forma que lo hacen los usuarios de libros de texto.

Educadores y editoriales prevén también que el libro de texto electrónico cambie la forma de enseñar de los profesores, de aprender de los alumnos y de vender contenido de las editoriales y, a menudo, de forma sorprendente. Pero, aunque los estudiantes esperen de antemano costos menores y mochilas más ligeras, los profesores están preocupados y hay editoriales que aún cuestionan el modelo.

Daniel Raff, profesor de Gestión de Wharton, que estudió el negocio de libros, dice que las editoriales continuarán dominando el mercado escolar. "Se espera del libro de texto que tenga alguna autoridad. Como se trata de un producto de marca, esa autoridad persistirá". Él observa que el editor de libros de texto tiene el copyright de la obra durante mucho tiempo, así como la técnica de gestión del material licenciado. Además, no se sabe a ciencia cierta si los estudiantes están listos para estudiar con un libro de texto electrónico. Tal y como señaló Stephen Kobrin, editor de Wharton School Publishing (WSP), "todos nuestros paquetes de cursos están digitalizados. Cuando pido a los alumnos que lean el material, ellos me dicen que lo imprimen". Kobrin estima que, actualmente, de un 4% a un 5% del negocio de WSP es digital.

De hecho, cerca de un 88% de los estudiantes universitarios tienen ordenadores portátiles, según un estudio de Educause Center of Applied Research, un centro de estudios de Boulder, en Colorado. De momento, sin embargo, pocos descargaron libros electrónicos, aunque podrían haberse ahorrado dinero. La Asociación Nacional de Tiendas Universitarias calcula que menos del 3% de las ventas de libros, actualmente, son de versiones digitales aunque muchos libros de texto en papel sean comercializados junto con material complementario en CDs o webs.

US$220,95 frente a US$110,49. Los lectores electrónicos han sacudido el mercado de libros de ficción y no-ficción, conocidos en la industria editorial como trade books (libros de interés general). Esos libros representan US$8.100 millones de las ventas en EE.UU. en 2008, según el más reciente informe de la AAP, un 18% menos que el mercado de libros de texto.

Forrester Research estima que los amantes de los libros compraron cerca de tres millones de lectores electrónicos el año pasado. Esos aparatos atrajeron algunos de los mejores clientes de la industria del libro, que lamentan la desaparición de las librerías, pero aprueban la idea de contar con títulos a US$10, disponibles para descargarlos según su criterio y que no colmen las estanterías de por sí saturadas.

"Por muy complejas que sean las condiciones del sector de libros de interés general, en el segmento de libros de texto la cosa es peor aún", dice Fader, en parte porque los estudiantes que se preocupan más por los precios no son los que toman la decisión final. En el nivel de educación superior, las decisiones relativas a los libros de texto son tomadas por los profesores. En la escuela primaria y secundaria es, sobre todo, la dirección la que decide qué libros se utilizarán. Los colegios "van a cambiar lentamente, en parte por motivos exclusivamente económicos", ya que tendrían que equipar las clases con lectores frágiles y móviles, dice Fader. También es preciso tener en cuenta el escepticismo de los sindicatos de profesores en relación a los libros electrónicos, así como la duda de la dirección de las escuelas en dar ese salto, ya que "las personas siempre se preocupan por lo que puede salir mal". Pero él dice: "La evolución es inevitable. Es sólo cuestión de tiempo".

En la esfera especializada de la educación, los libros de texto digitales van a comenzar a aparecer en breve, añade Fader. "Creo que el primer segmento en hacerlo será el de la educación de ejecutivos", en que el uso de material impreso es más común que el de libros encuadernados. Es muy posible que el lector electrónico, con contenido instalado, forme parte del precio del curso.

A pesar de reacciones varias, la industria del libro didáctico ya está caminando hacia la distribución digital. Cinco de las mayores editoriales de libros de texto se unieron para crear CourseSmart, en 2007, para el suministro de versiones digitales de libros de texto en la enseñanza superior. La empresa tiene ahora cerca de 6.000 libros disponibles en un formato común que los estudiantes pueden descargar. El alumno recibe una licencia de 180 días para la utilización del libro, en vez de adquirirlo con carácter permanente.

Los precios de CourseSmart son, en general, la mitad del precio de catálogo de un libro didáctico. Por ejemplo, Principles of Economics, libro introductorio de Gregory Mankiw, profesor de Harvard, que cuesta en el catálogo US$220,95, sale por US$110,49 en la versión electrónica de CourseSmart. En Amazon, la versión en papel sale por US$168,01 y la versión electrónica para el Kindle, US$141,56. La versión en papel tiene 904 páginas y pesa 1,9 Kg.

Un estudio hecho en 2005 por la Oficina de Contabilidad del Gobierno sobre el precio del libro de texto, constató que las editoriales aumentaron los precios en un 6% de media, en las dos décadas anteriores, lo que corresponde a dos veces la tasa de inflación a un ritmo de crecimiento casi tan veloz como el del aumento anual del 7% de la enseñanza universitaria. Raff prevé, sin embargo, que con la competencia entre Amazon y Apple por la distribución de contenido, los precios bajarán.

Quien conoce por dentro la industria editorial dice, en privado, que sería posible aumentar la rentabilidad del sector, a pesar del gran volumen de precios bajos, si la descarga digital acabara con el mercado de libros usados y alquilados junto con los costos procedentes de la impresión y almacenaje de los libros. Estas mismas fuentes dicen que sería posible evitar la práctica de compartir libros si los estudiantes se vieran obligados a hacer sus tareas en links asociados al libro de texto. Muchos ya ofrecen sus textos directamente en la propia web, a veces con precios más bajos que los de CourseSmart. Esto significa en otras palabras que las librerías y las webs de ventas no ganarían dinero con alguno de esos libros.

Pero los lectores digitales también podrían hacer más fácil la entrada de nuevos participantes en ese mercado. Amazon o Apple podrían convertirse en editoras de libros de texto usando su motor de recomendación para sustituir al vendedor de estos libros como intermediario entre la editorial y el profesor. Algunos profesores preferirían entonces recomendar libros de código abierto de la Fundación Wikimedia si estuvieran en los lectores digitales de los estudiantes.

Las editoriales de libros de texto se encargan, actualmente, de ese tipo de tarea e imprimen libros personalizados para clases específicas. El grupo de biblioteca personalizada de Pearson, por ejemplo, permite que los profesores entren en Internet para crear un libro, mezclando y combinando capítulos de varios de los libros de texto de la editorial. Ellos pueden incluir hasta un 20% de material de fuera, ya sea escritos por ellos o de otras fuentes, con tal de que Pearson lo permita.

Marcando pasajes importantes. Los libros digitales tendrán que tener las características que los estudiantes están acostumbrados a ver en los libros de papel, como la posibilidad de subrayar los pasajes principales y hacer apuntes que se puedan pegar a las páginas. Las versiones digitales necesitan también una paginación coherente, de manera que los profesores puedan poner tareas. Incluso, con la función de búsqueda, los libros digitales seguirán necesitando sumario, índices y glosarios.

A pesar de esas limitaciones, la versión digital abre un abanico de nuevas posibilidades para el libro de texto. En los gráficos interactivos de un libro de economía, por ejemplo, los estudiantes podrían probar diferentes costes y observar su impacto sobre la demanda, o diferentes niveles de oferta para medir el resultado del cambio de precios. El ScrollMotion promete a las editoriales que su tecnología permitirá a los estudiantes ver vídeos, grabar clases sobre capítulos específicos y hacer pruebas de autoevaluación.

"Habrá más libros didácticos actualizados con lo más moderno de las últimas investigaciones sin que, para eso, haya necesidad de esperar hasta la próxima edición", observa Bradlow. Las editoriales podrán formar comunidades de especialistas en torno a sus libros didácticos digitales en cuyo foro será posible poner comentarios o preguntas. Según señala Bradlow, "el contenido dejará de ser estático".

Autores

Universia-Knowledge@Wharton