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Matoneo, ¿entenderlo desde el colegio?
Lunes, Octubre 6, 2014 - 10:25

Los últimos casos de ‘bullying’ en Colombia, como el de Sergio Urrego y el que sufrió un participante de La Voz Kids, reviven el debate sobre la necesidad de tratar el tema desde las aulas de clase.

En Twitter se leen comentarios como este: “Esa niña se va volver prostituta por culpa de los jurados de La Voz Kids que no la eligieron”. O este otro: “Un concursante de La Voz Kids dijo que lo más duro que ha vivido es la muerte de su bisabuelo. A ese hijueputa no le ha pasado es nada”. O: “En el jurado de La Voz Kids faltó Garavito”.

Todos fueron publicados por un reconocido bloguero y columnista de un diario de este país que sobrepasa los 39.000 seguidores en la red social. Sus trinos, publicados bajo el nombre de usuario @azableh, son apenas una muestra de cómo por estos días los colombianos se han volcado a ridiculizar a varios de los participantes de ese reality que hoy rompe records de audiencia.

Pero hace poco esas frases, que constituyen algo más que una simple burla, se desbordaron y transcendieron en ataque virtual cuando se presentó el hijo de Juan Pablo Ángel. Tuiteros como @chikatilo_, @DonPerversito, @YoYoTutus, @AndreCC21 y @ElMalaClase, por sólo poner algunos ejemplos, se dedicaron a hacer matoneo con comentarios ofensivos que no vale la pena replicar. Se dedicaron a atacar a un niño cuando la sociedad aún lamentaba —lamenta— la muerte de Sergio Urrego, el adolescente que se suicidó hace dos meses en Bogotá al no soportar la discriminación por su orientación sexual.

¿Por qué recaemos de nuevo en esas conductas cuando hemos sido testigos de los fatales desenlaces? Porque, en palabras de Isabel Segovia, directora de la Fundación Compartir, “la descomposición social colombiana es tan compleja que los que tienen el impulso de burlarse en redes sociales de un niño porque tiene comportamientos afeminados, simplemente no reflexionan sobre el reciente suicidio de un joven homosexual. Nuestro ADN social, que está desestructurado, hace que no se contenga el impulso de la burla. Se opina sin que esa acción pase por el filtro de la reflexión”.

Ante estos hechos vuelve a cobrar vigencia un debate que no es nuevo y que se ha planteado no pocas veces: la importancia de que la discriminación, virtual o real, se trate desde las aulas de clase, se maneje desde la docencia para que no resulte en debates sin transcendencia nacional.

“Es completamente válido que los profesores lleven a los salones este tipo de sucesos que cobran tanta relevancia en las redes sociales. Las instituciones no pueden estar aisladas de estas realidades que terminan debatiéndose de forma marginal”, dice Segovia.

Las cifras, de hecho, hablan solas. Según los datos de Red PaPaz, desde mayo de 2012 hasta el 26 de septiembre de 2014, el portal Te Protejo, creado en compañía del Ministerio de Educación y el Bienestar Familiar para promover el uso sano de las nuevas tecnologías, ha recibido 10.826 denuncias, de las cuales 650 corresponden a los casos de intimidación escolar y ciberacoso.

“Lo que debemos hacer como padres es enseñarles a nuestros hijos a valorar la diferencia de géneros, de cultos, de pensamiento. No se trata de implementar una cátedra de género en los colegios. Se trata de que les enseñemos a ser inclusivos desde la infancia, de que todos, como sociedad, ayudemos a frenar esos comportamientos”, asegura Viviana Quintero, coordinadora de contenidos y proyectos de Red PaPaz.

Con ella concuerda Sandra Varela, directora del programa de Pedagogía Infantil de la U. de la Sabana: “Este problema, que es estructural de la sociedad y que demuestra la intolerancia del país, requiere mucho más que una cátedra. No se trata de crear una asignatura más sino de ingeniar proyectos de convivencia y sensibilización que estén implícitos en todas las materias, con talleres de formación para que no sólo sea un discurso teórico. Lo que se necesita para poner fin a estos comportamientos es una articulación de todos los sectores para que aprendamos a reconocernos frente a los demás como un Estado multicultural, como un país”.

Autores

ELESPECTADOR.COM