La de Mini es una historia de éxito en lo comercial y en lo deportivo, sea en sus albores o en su renacimiento y, especialmente, en este último capítulo, en el que la abrumadora victoria en el Dakar 2014 habla por sí sola.
El protagonista del último Dakar es un Paceman de competición cuya savia callejera está en la versión John Cooper Works ALL4, todo un ejercicio de buen hacer que exhibe a pie de calle el sobrado potencial que ha demostrado en exigentes pistas. El Paceman, de fuerte personalidad, resume diversos conceptos de automóvil. Crossover, turismo y coupé, son los mimbres conceptuales con los que Mini ha jugado para crear este modelo.
El Mini Paceman es de esos coches que en fotografía y sobre el asfalto dicen cosas diferentes. Las imágenes no reflejan lo que realmente se siente estando en uno. Con su peculiar estilo coupé es único en el segmento de los crossover, pero también lo es por sus prestaciones, en línea con las de los más deportivos del segmento de mercado de los compactos, ya que sus casi 220 caballos de potencia, la forma de entregarlos y la capacidad del bastidor para absorberlos, le hacen bastante imbatible.
El Paceman se ubica en un extenso catálogo de esta marca bajo la órbita de BMW, que promete ampliarse en pocos meses con nuevas propuestas. Si el Paceman estándar es de presencia poderosa, el John Cooper Works exagera el músculo con un frontal diferenciado, con grandes tomas de aire para ventilar la caballería, una trasera que refuerza las salidas de escape y una silueta marcada por los sobredimensionados pasos de rueda, prominentes faldones laterales y unas vistosas llantas que calzan neumáticos de muy bajo perfil.
Como apunte, las ruedas son vistosas, pero así calzadas resultan ser un inconveniente en utilización urbana, con un alto riesgo de daños en los flancos del neumático y los bordes de la propia llanta a poco que no se prevean los bordillos y baches con perfiles radicales.
Uno de los rasgos que tiene influencia clara en potencia visual de las formas del Paceman es el diseño del techo, inspirado en los rasgos de un casco, en línea descendente al estilo cupé y rematado con un alerón que cumple funciones aerodinámicas. Las prominentes formas de los faldones delantero y posterior y, además, las formas específicas de los faldones laterales, no son caprichosas, porque su función es, además de estética, la de optimizar adicionalmente el guiado del aire.
El interior, más espacioso que en el Mini tradicional, exhibe un ambiente casi idéntico al visto en el Countryman. La gran diferencia está en el acceso a las plazas trasera, muy angosto al carecer de las puertas traseras, lo que condiciona la potencial funcionalidad del concepto. En la parte trasera, el Paceman ofrece asientos para dos pasajeros, que están divididos por una guía metálica tenuamente iluminada que puede alojar diversos accesorios.
En la parte delantera el espacio es más desahogado, especialmente para el conductor, que dispone de un puesto de conducción con una buena visión y control sobre todos los controles, la mayoría de ellos mediante micro llaves de estilo aeronáutico.
El crossover coupe de Mini ofrece un maletero que no es un prodigio de capacidad, pero que puede ser suficiente para cuatro pasajeros con un poco de racionalidad a la hora de hacer el equipaje. Mientras en estos apartados las similitudes con el Contryman son claras, en lo que se refiere al bastidor hay algunas diferencias más claras, como la longitud, un poco mayor en el Paceman, y en la altura libre al suelo, que es más baja puede serlo aún más si se pide expresamente a la marca y sin ningún coste adicional.
El bastidor hereda las esencias dinámicas de los Mini más pequeños. Ello quiere decir que en la conducción del Paceman se siente algo muy parecido a lo que se experimenta al volante del Mini tradicional. Se utiliza, de forma general, la idea de un kart para describir la rapidez de reacciones del chasis a las órdenes del conductor y la consistencia de la rodadura en cada curva. Las virtudes dinámicas del Paceman son apreciables desde el mismo instante en que el coche arranca y se intensifican a medida que se circula más rápido y se apuran los esfuerzos en curvas.
Si en condiciones 4x2 el bastidor es de alto nivel, con la tracción a las cuatro ruedas se suben unos cuantos peldaños en materia de eficiencia dinámica. El sistema reside en un diferencial central electromagnético que distribuye el par de impulsión de forma continua entre los dos trenes. En conducción normal, el desvío es de hasta un 50% hacia las ruedas del eje posterior, y en situaciones deslizantes, como puede ser sobre nieve o hielo, la trasferencia de la fuerza puede llegar a ser del cien por cien.
El sistema twin-scroll se combina con la inyección directa de gasolina y el sistema de regulación variable de las válvulas desarrollado sobre la base de la tecnología Valvetronic de BMW. Este enérgico 1.6 está asociado de serie a una transmisión manual de seis relaciones, la utilizada en la unidad de prueba, aunque está disponible una caja automática también de seis velocidades. Este motor funciona, a bajo régimen, con la misma suavidad que lo hacen sus compañeros de menor potencia.
La sobrealimentación con doble turbina hace que la entrega de la potencia sea progresiva y desde muy bajo régimen, creando sensaciones muy parecidas a las que proporciona un propulsor diesel, pero con la finura característica de la gasolina.
Esta cualidad hace que este JCW se pueda utilizar en ciudad, a diario, sin sufrir las brusquedades que caracteriza a un motor deportivo atmosférico. Si se acelera con vehemencia, el motor responde con mucha energía, sin perder la progresividad, y acompañando la acción con un sonido de escape deportivo. Con los 218 caballos disponibles y los 280 Nm al alcance de la mano en las aceleraciones y momentáneamente los 300 con la función overboost, se puede acometer una conducción muy deportiva en carreteras muy viradas, que son las que mejor se adaptan al rápido bastidor del Paceman JCW.
Sobre asfalto es una máquina muy eficiente. No hacen falta más caballos para tener sensaciones racing, incluso a baja velocidad. La diversión aparece con cualquier estilo de conducción. No es necesario llegar a los límites, que están en un umbral muy alto y difíciles de alcanzar. Un potente equipo de frenos que es resistente al uso despiadado digiere pasos por curvas imposibles con otros deportivos compactos. La agilidad del chasis es asombrosa.
Su posición en el mercado es única. Se ubica entre los crossover compactos, pero ninguno de ellos ofrece las prestaciones motor y de chasis del Paceman. Si por principio se trata de un compra de alta gama, esta versión es aún más selecta y no sólo por precio.