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Brasil, el gigante acostado que obliga a sus empresas a salir en búsqueda de oportunidades
Jueves, Agosto 7, 2014 - 17:52

La industria brasileña no despega en casa. Para empresas como Braskem, la expansión internacional ha sido un paso natural, con México y EE.UU. en un lugar destacado.

Estar en el lugar apropiado y en el momento justo puede ser un golpe de suerte, pero en una empresa suele ser más bien producto de la planificación. Para João Luiz Zuñeda, especialista en química y petroquímica de la consultora Maxiquim, la brasileña Braskem ha tenido un poco de los dos. “Es una empresa que tiene estrategia y está bien posicionada para aprovechar todas las oportunidades”, dice. 

Primera del sector petroquímico latinoamericano, con ventas anuales por US$17.400 millones, Braskem diseñó una estrategia de expansión internacional, sentando sus bases en México y EE.UU. En Norteamérica la industria ganó impulso con la reducción de los insumos energéticos y petroquímicos debido a la explotación del gas de esquisto. México, por su parte, acapara las miradas con la apertura del sector petrolero a la inversión privada.

“Las recientes transformaciones en el sector energético en las Américas abren oportunidades para la expansión de la petroquímica en base a materias primas competitivas”, dice Luciano Guidolin, vicepresidente de recursos renovables de Braskem. “Esas oportunidades serán para quien esté bien plantado y con una mirada global”.

Crisis y oportunidad

La industria química se dedica fundamentalmente a transformar hidrocarburos de refinería (etano, propano, gasolina y gasóleo) en etileno. El etileno, a su vez, es la materia prima que permite producir resinas de polietileno, el plástico que millones de personas utilizan en todo el mundo. La mayor parte del etileno se produce mediante la ruptura del hidrocarburo mediante vapor (steam cracking). Otro método es la reformación catalítica de gasolinas y de gas natural. 

Los cambios en la industria de los hidrocarburos son, por lo tanto, fundamentales para comprender la evolución de la industria petroquímica, lo que incluye tanto la expansión de las fuentes de suministro como los cambios regulatorios. 

En el caso de Braskem, el timing de su desembarco en EE.UU. no pudo ser mejor. Fue en 2010, cuando el mercado aún no se recuperaba de los estragos de la crisis financiera de 2008. La empresa apostó por comprar los activos de polipropileno (un etileno polimerizado de alta resistencia) de la Sunoco Chemicals como cabeza de playa. Al año siguiente hizo lo mismo con plantas de Dow Chemical. Braskem se convirtió así, con cinco unidades productivas, en líder del mercado estadounidense de resinas. 

Gracias a la explotación del gas de esquisto en EE.UU., los costos de la energía cayeron de US$14 por millón de BTU (unidad térmica) a apenas US$3,7. (En Brasil, para dar una idea, está en US$17). Una de las plantas de Braskem está ubicada en West Virginia, región rica en shale. y en la que, según Guindolin, Braskme planea desarrollar un polo petroquímico en aquel estado. junto a otras empresas Se trata de Ascent (siglas en inglés de Appalachian Shale Cracker Enterprise), proyecto para producir eteno y propileno a partir de gas de esquisto y en el que participan empresas como Odebrecht, a su vez uno de los mayores inversionistas de Braskem.

“El papel de Braskem todavía está en análisis, pero ciertamente será el responsable por la comercialización de las resinas”, afirma Guindolin. Los estudios de viabilidad está en curso y en marzo se firmó un acuerdo con Antero Resources para el suministro del gas necesario. 

En México Braskem se instaló un año antes, en 2009, mediante una joint venture para producir etileno junto a la mexicana Idesa, vinculada al magnate Carlos Slim a través de su brazo financiero Inbursa. El proyecto incluyó además un acuerdo a 20 años con Pemex para abastecerse de gas. 

La asociación comenzó a funcionar operativamente en 2012, con el inicio de obras civiles en Coatzacoalcos, estado de Veracruz. Según Guidolin, el 66% está concluido, esperándose la entrada en operaciones para 2015. La planta tendrá una capacidad de producción de 1 millón de toneladas mensuales de etileno. “El proyecto tiene como objetivo principal atender el mercado interno mexicano, que hoy importa polietileno, aunque también se contempla exportar un excedente”.

Problemas domésticos

La intensa actividad de Braskem en Norteamérica contrasta con el compás de espera que rodea a su principal inversión en el país. Desde 2009 la empresa negocia con Petrobras su participación en el Complejo Petroquímico de Rio de Janeiro (Comperj) de Itaporaí. Petrobras instalará dos refinerías para producir combustibles y, eventualmente, plantas con la capacidad de producir resinas plásticas y productos petroquímicos básicos, todo ello aprovechando el gas natural proveniente del pre-sal. Guindolin afirma que participar en el Comperj es una prioridad para Braskem, pero ello dependerá de las condiciones de oferta del gas natural por parte de Petrobras, otro accionista mayoritario de Braskem.

Zuñeda es escéptico al respecto. Según él ni siquiera se ha dimensionado la cantidad de gas disponible en el pre-sal. No se sabe cuánto costará transportar el gas desde el fondo marino a los centros de consumo en tierra, por lo que tampoco existe ninguna estimación seria acerca del precio. Por otra parte, Zuñeda recuerda que Petrobras está muy endeudada y no tiene recursos para financiar todos los proyectos de su cartera de inversiones. “Por ahora el gas del pre-sal es un mito”, afirma. 

Para Zuñeda Brasil debiera concentrar sus esfuerzos en desarrollar proyectos de gas natural onshore, donde habría un gran potencial a explorar. Y recalca que el precio del recurso no bajará en el corto plazo. 

Por otra parte, la industria del plástico, cerró 2013 con un déficit comercial de US$2.360 millones y las previsiones apuntan a una cifra 7% mayor este año. Muchos expertos apuntan al precio de las resinas petroquímicas, que subió un 18% el año pasado, como uno de los problemas del sector.

La balanza comercial de la industria química también es deficitaria. En 2013 Brasil importó US$46.100 millones en productos químicos y exportó apenas US$ 8.200 millones Y no hay perspectivas de un cambio de tendencia en el corto plazo. Un estudio realizado por la Abiquim (Asociación Brasileña de Industria Química, por sus siglas en portugués) señala que Brasil tiene el potencial para atraer inversiones por más de US$100.000 millones, pero la realidad está lejos de esto. La misma organización estimó que las inversiones programadas hasta 2017 suman apenas US$10.900 millones. “Son inversiones propias de un gigante acostado, no de pie”, afirma Zuñeda.

Autores

Domingos Zaparolli