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Brasil testea la ''Frankenzúcar"
Jueves, Agosto 9, 2012 - 11:35

Mientras el gigante Odebrecht expande su actividad en la producción de etanol, Syngenta testea su caña de azúcar modificada genéticamente en Brasil.

El productor brasileño de etanol, ETH –controlado por el gigante brasileño de construcción y petroquímica Odebrecht– reveló que planea incrementar su presencia y actividad en el mercado del etanol al invertir US$ 490 millones, en lo que resta de este año, destinados en su mayor parte a plantar más caña de azúcar y poder, primero, reducir la brecha entre la oferta de materia prima con su capacidad de molienda (actualmente utilizada en sólo un 50%); y, segundo, aprovechar la oportunidad que provee el actual déficit de abastecimiento a nivel nacional. La inversión ayudará a la compañía a aumentar a casi el doble su producción de caña en comparación a la de las últimas dos temporadas, ya que sumará 115.000 hectáreas de caña a las 100.000 hectáreas que plantó la temporada pasada. ETH quedará así con más de 400.000, casi un 5% de la superficie total de caña del país. Sin embargo, el impacto llegará sólo en 2014, ya que a la caña recién plantada le toma 18 meses en volverse productiva.

Por ello, ETH espera obtener una producción de etanol de alrededor de 3.000 millones de litros en dos años, lo que lo convertiría en uno de los más grandes productores de Brasil. En paralelo, el gigante suizo Syngenta también quiere entrar en la cancha e imponer su caña de azúcar modificada genéticamente como solución para incrementar el crecimiento de la oferta.  Según Daniel Bachner, encargado de la caña de azúcar a nivel global de la compañía, “la producción de maíz se ha incrementado por tres desde los años 80, la de soja 2,5 veces, mientras que la producción de caña de azúcar mejoró sólo 1,5”.

La empresa comenzó los ensayos a campo abierto, los cuales deben realizarse durante dos temporadas, antes que el Consejo Nacional de Bioseguridad autorice su lanzamiento comercial. Cuando este ocurra se espera un incremento en las inversiones, pero –probablemente– también en el costo de implantación por hectárea y el comienzo de un debate sobre el etiquetado de los productos derivados de ella.

Autores

Redacción AméricaEconomía