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Ciudad maravilla
Miércoles, Diciembre 14, 2011 - 17:19

Rio de Janeiro vive una revolución urbana con la industria petrolera y los Juegos Olímpicos. ¿Podrá evitar el karma del despilfarro y la burbuja inmobiliaria?

Houston no tendrá playa ni carnaval, pero es la capital mundial del petróleo, una ciudad donde tienen su sede empresas como ConocoPhillips, Marathon Oil, Halliburton y decenas de centros de I+D. En cambio Rio de Janeiro tiene su isla del petróleo. Y no es otro rasgo hiperbólico brasileño. Así es como se conoce ahora a la Ilha do Fundão, sede de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ) y del Centro de Investigación y Desarrollo de Petrobras (Cenpes, por sus siglas en portugués). Aquí es donde, en un área de 350.000 m2 y entre edificios futuristas, se está creando un parque tecnológico en el que se instalarán dentro de poco la francesa Schlumbreger, las estadounidenses Baker Hughes y FMC y la siderúrgica brasileña Usiminas. También se aprobaron proyectos similares para Halliburton, Tenaris Confap y Chemtech, brazo petrolero de la alemana Siemens.

“Vamos a contar con la UFRJ como socio estratégico para atender en primer lugar la demanda del mercado brasileño y, en el largo plazo, la demanda global”, dice Roberto Leite, director de I+D de Chemtech.

Sí, son momentos de auge y diversificación para Rio, una ciudad tradicionalmente asociada al turismo y la entretención, más que a la industria pesada y la investigación. De hecho, ya es la capital petrolera de América Latina, como lo ratifican la presencia de Petrobras, OGX (Eike Batista), Shell y la noruega Statoil. Los royalties del petróleo prometen engrosar las arcas del estado y traducirse en un colosal plan de infraestructura.

A lo anterior se suma una contundente lista de proyectos privados. Batista está construyendo en el norte del estado uno de los mayores complejos logísticos de América Latina, el puerto do Açu, que albergará un astillero, una usina siderúrgica y una termoeléctrica. GE instalará un centro tecnológico en un terreno de casi 13.000 m2 cedido por el ejército brasileño, que consumirá parte de los US$ 550 millones que la multinacional contempla invertir en Brasil en los próximos cinco años. Y Rolls Royce planea instalar en la región de Itaguaí, en el sur del estado, su quinto centro de excelencia en el mundo, ello como parte de un programa de US$ 150 millones para instalar una fábrica de montaje de turbinas para plataformas petroleras.

“Además del ritmo acelerado del sector petrolero, es innegable la importancia de la pacificación de las favelas para el marketing local”, dice Cristiano Prado, gerente de competitividad industrial e inversiones de la Federación de Industrias de Rio (Firja, por sus siglas en portugués). “El sector turístico volvió a invertir y se inauguraron nuevas tiendas siguiendo la recuperación del ingreso”.

Es que las grandes inversiones y la mejoría en la imagen local e internacional de la ciudad están chorreando sus beneficios a toda una cadena de pequeños comerciantes y pymes. Los ejecutivos transferidos desde el extranjero o de otras partes del país se traducen en nuevas oficinas, tiendas, hoteles y restaurantes.

Lado B. “Rio tiene grandes oportunidades, pero también grandes limitaciones para el crecimiento”, dice Charles Tang, presidente de la Cámara de Comercio Brasil-China. Se refiere particularmente al sector portuario, que necesita urgentes modernizaciones y mayor calificación de la mano de obra para alcanzar estándares mundiales.
La infraestructura es clave y los planes cariocas son tan altos y generosos como el Cristo Redentor: este año se están invirtiendo US$ 1.700 millones, que sumarán unos US$ 9.000 millones hasta 2016, desembolsados por el gobierno y el Comité Olímpico Internacional. Todo ello para modernizar el transporte público y el sistema de tránsito y revitalizar áreas urbanas. Entre los proyectos de mayor impacto están la extensión del metro para conectar Barra da Tijuca con Ipanema, Leblon y, eventualmente, el centro de la ciudad, y un sistema de transporte público con 53 estaciones y pistas exclusivas. Pero el más ambicioso se llama Porto Maravilha, que seguirá la tendencia de ciudades como Barcelona y Buenos Aires en términos de reformular totalmente las zonas aledañas al puerto. La primera fase contempla revitalizar los barrios de la zona centro y construir estacionamientos subterráneos.

La segunda fase, que muchos cariocas miran con escepticismo debido a su complejidad, consistirá en demoler el viaducto perimetral (avenida de entrada y salida de la ciudad) y construir avenidas subterráneas de seis pistas, todo ello paralelo a la implementación de un sistema de transporte con vehículos leves sobre rieles. 

En el sector hotelero las autoridades del estado esperan nuevos proyectos por unos US$ 300 millones. El principal proyecto es la revitalización del hotel Gloria, en la zona de Flamengo, cuyo protagonista es el incombustible Eike Batista. Aun así, el alcalde Eduardo Paes no desiste de su idea de reservar dos cruceros turísticos para suplir el anticipado exceso de demanda hotelera para el Mundial y los Juegos Olímpicos.

Pero un crecimiento de estas magnitudes tiene sus matices. Uno de los triunfos del gobernador Sergio Cabral ha sido la “pacificación” militarizada de las favelas. ¿Cuánto durará? Cabe preguntarse si sólo se trata de una tregua momentánea antes que los grupos delictivos se recompongan. Por lo pronto los habitantes del Complexo do Alemão, uno de los sectores más conflictivos, se rebelaron contra la permanencia del ejército en sus calles. En otras favelas se han denunciado abusos e irregularidades de las llamadas Unidades Policiales Pacificadoras (UPP).

Otro elemento es la sustentabilidad del crecimiento urbano. El clima lluvioso suele provocar anegamientos y deslizamientos en los sectores menos desarrollados, tanto en Rio de Janeiro como en otras ciudades del estado. La última lluvia, en enero de este año, dejó más de 1.000 muertos. Un crecimiento acelerado y mal planificado de la ciudad podría incrementar este riesgo. Pero lo que más salta a la vista a cualquiera que recorra la ciudad es la falta de terrenos y el elevado valor de las propiedades.

Según la consultora inmobiliaria Cushman & Wakefield, el metro cuadrado carioca superó a Manhattan en 2010, tras aumentar 50% en relación al año anterior (US$ 1.291). En el último informe de la consultora se señala que Rio saltó a la 13ª posición en el ránking global de mercados de oficinas, detrás de Hong Kong, Londres y Tokio. Así, mientras empresas como Petrobras y Gerdau pelean por una salida al mar en la zona de Itaguaí, el pequeño inversionista tiene que buscar y rebuscar por una tienda u oficina, y pagarla a precio de oro.

Lo mismo ha sucedido con las viviendas. Y el ejemplo es la zona sur de la ciudad. Allí los departamentos de 80 metros cuadrados ya superaron la vara del millón de reales (unos US$ 6.000). “En los últimos reajuste, los propietarios subieron los alquileres de US$ 2.300 a US$ 7.000. O si no quieren vender a cinco veces el valor al precio que pagaron años atrás”, dice el corredor Alexandre Santos. “Pese a estos valores estratosféricos, logran vender a ejecutivos de empresas extranjeras que se están instalando en Brasil. No sé si será una burbuja, pero tampoco puedo ver adónde irá a parar”.

Autores

Cristina dos Santos