Pese a una oferta de más de 1.000 casas de estudio de diversa y desconocida calidad y un sistema de educación superior tensionado desde las cuatro esquinas, las universidades mexicanas están llamadas a ser diferentes en América Latina.

El 31 de marzo de 2011 comenzó a circular en México una moneda conmemorativa, que en el sello celebra los 100 años de la creación de la Universidad Nacional Autónoma de México –universalmente conocida como UNAM– y en la cara, la efigie de Octavio Paz, el ex estudiante más ilustre de la misma casa de estudios, quien cumplía también 20 años desde que ganara el Premio Nobel de Literatura. “Mi generación fue la primera que, en México, vivió como propia la historia del mundo”, escribió Paz sobre esos años de estudiante.

Hoy, gracias a Paz, y académicos como Alfonso García Robles, Mario Molina y once otros profesionales miembros de equipos cuyas instituciones también fueron reconocidas por el Nobel, la UNAM es considerada por distintos observadores en el mundo como la universidad más prestigiosa de América Latina.

Esta calidad es refrendada por el primer Ránking de las Mejores Universidades de México de AméricaEconomía, un estudio que se propuso ordenar a través de datos duros y por calidad a las más importantes casas de estudio de ese país, conforme un modelo reconocido de medición de calidad universitaria que se ha adaptado tanto a Chile como a Perú en ediciones anteriores.

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