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El culebrón colombiano
Miércoles, Enero 23, 2013 - 13:02

Bajo las narices de la autoridad, el mayor comisionista de la bolsa colombiana quebró por oscuras maniobras con un fondo offshore, un corredor italiano y una empresa textil. Un golpe al prestigio ganado por el país en los últimos años.

Su nombre verdadero era Carlo Pietro Giovani Guglielmo Teobaldo Ponzi, pero él se lo “americanizó” y pasó a llamarse Charles Ponzi. Así pasó a la historia como uno de los grandes estafadores del siglo XX. En las fotos figura con una amplia sonrisa y un traje elegante: el estereotipo del italiano seductor, persuasivo y sin muchos escrúpulos, que llegó al nuevo mundo para hacerse rico.

Muchos descartan de plano que el escándalo Interbolsa, que hoy sacude a Colombia, sea una repetición del mito Ponzi. En cualquier caso hay un italiano involucrado: Alessandro Corridori, un corredor de la bolsa de Milán que llegó a al país como turista, se enamoró y se casó con una colombiana que trabajaba en Interbolsa, una empresa que llegó a controlar el 34% del mercado de movimientos en la Bolsa de Valores de Colombia. Coincidencia o no, Corridori recibió de Interbolsa millones de dólares en préstamos que utilizó para comprar acciones de Fabricato, una de las mayores empresas textiles del país. Súmele a esto peleas entre clanes aristocráticos antioqueños, y tendrá un culebrón financiero que hoy afecta a miles de inversionistas.

La caja de Pandora se abrió en noviembre, cuando Interbolsa se quedó sin liquidez. Desde entonces se vienen descubriendo nuevas ramificaciones (ver recuadro) como la existencia de un fondo con domicilio legal en Curazao, Premium Capital Advisor. El abogado Jaime Granados, quien presentó una denuncia penal contra los controladores de Interbolsa por parte de la nueva administración de Premium, dio su versión a AméricaEconomía: “El Fondo se creó en el año 2000 y empezó a funcionar en el 2001, y podría decirse que hasta el año 2009, presentó un comportamiento que podríamos calificar de normal”, señala. Sin embargo, a partir de ese año se presenta “cierto tipo de operaciones” que habrían pasado desapercibidas por Ernst & Young y el Banco Central de Curazao.

Según Granados, Interbolsa captaba dinero en Colombia, lo invertía en el Fondo Premium y este lo devolvía al país a través de una compleja red de sociedades vinculadas. “Se trató de utilizar el Fondo para realizarse autopréstamos a los accionistas de Interbolsa y a Alessandro Corridori, para que este adquiriera el control de Fabricato”, afirma.

La racionalidad del negocio era que Fabricato tenía una propiedad atomizada, sus acciones estaban subvaluadas y sus exportaciones iban a aumentar gracias al TLC entre Colombia y EE.UU. Con este pitch Corridori se apalancó en Interbolsa y escaló la apuesta a través de un mecanismo en este caso letal: los repos.

Estos pactos de retrocompra de acciones permiten empeñar un título bursátil: se recibe efectivo, pero hay que volver a comprar la acción con sobreprecio, en la práctica una tasa de interés. La posición, a su vez, se puede renovar si el que vende la acción mantiene un abono o garantía (margin call, en la jerga financiera) a favor del acreedor.

Como instrumento financiero, los repos están regulados. El problema es que Intrebolsa también comenzó a tomar posiciones en repos. Unos US$ 400 millones, según el abogado Granados, cifra que incluye repos de otras empresas como Coltejer y la Bolsa Mercantil de Colombia, en todas las cuales está involucrado Corridori. Las acciones de Fabricato subieron de 26 a 93 pesos, entre enero de 2011 y julio de 2012. Pero el TLC no impulsó las ventas, 2012 iba a números rojos y vino la debacle: al cierre de esta edición las acciones de Fabricato estaban en 72 y suspendida su transacción.

Si la acción que da lugar a un repo cae, entonces el tenedor debe refinanciar este menor valor poniendo más dinero en su garantía. Intrebolsa comenzó así a tener problemas de liquidez. Se dice que buscó comprador para Fabricato en Brasil, que realizó una complicada triangulación de dineros a través de una clínica y al final arrojó la toalla. El 2 de noviembre fue intervenida la Superintendencia Financiera.

LAS CONSECUENCIAS

Muchos se preguntan en Colombia cómo llegó Corridori a Intrebolsa y por qué recibió tanto dinero. “Es un misterio”, afirma el abogado Granados. En algunos medios colombianos se ha hablado de que se habría tratado de un ajuste de cuentas entre socios rivales de Interbolsa, del cual Corridori habría sido un mero agente. Como es normal en estos casos, todos los involucrados se echan la culpa.

Pero, lo más grave para la reputación de Colombia como plaza financiera, a dos años de lanzado el MILA, es por qué las autoridades no previnieron el escándalo.

“Que se venía venir, que todo el mundo sabía… Esas cosas son difíciles de calificar”, afirma Juan Pablo Córdoba presidente de la Bolsa de Valores de Colombia (BVC).

Córdoba no se pronuncia si fallaron los organismos de control ni si hubo delito, pero señala que había “conversaciones con la firma comisionista para que reestructurara esas posiciones”.

En las pocas y escuetas declaraciones que ha dado a la Prensa, el superintendente financiero, Gerardo  Hernández, ha dicho que la firma no reportó su situación de liquidez, debido a que la llamada Superfinanciera solo vigila a Interbolsa como comisionista y no en cuanto administradora de inversión.

Por su parte, Jaime López Mesa presidente Asociación de Comisionistas de Bolsa exonera a los supervisores: “cuando uno tiene mala fe y está dispuesto a violar las normas no hay norma que valga”, afirma. Para Lopez Mesa, el problema se sabía, “pero cuando uno identifica un problema no puede cerrar el 25% del mercado; el superintendente financiero en Colombia tiene una discrecionalidad total”.

En el congreso el representante  Simón Gaviria, jefe del Partido Liberal, habló duro: “El ministro de hacienda de la época Juan Carlos Echeverry y otros funcionarios de Hacienda, venían de trabajar en Interbolsa y no se nombró – contrario a lo que dicen- ningún ministro Ad hoc, ni ninguna manera de mantener la vigilancia. Interbolsa pudo operar impunemente porque casi la totalidad de los organismos de control estaban impedidos para actuar, porque eran ex funcionarios de la firma y tenían que declarar su impedimento”.

Mientras la Superintendencia y la BVC tratan de trasladar a los aproximadamente 19.500 clientes a otras firmas comisionistas  y cumplir con las operaciones pendientes de Interbolsa, autoridades y representantes de la industria intentan sacar enseñanzas.  “Cabe la reflexión sobre cómo mejorar la regulación”, reconoce Córdoba.

López Mesa, por su parte, afirma que “vamos a ser más celosos con el manejo del dinero del cliente. Más respetuosos en el manejo fiduciario”.

A Alessandro Corridori, en cambio, no se le mueve un pelo. A mediados de noviembre,  a poco de estallar el escándalo, dio una entrevista a la revista Dinero en la que afirmó: “Siempre he cumplido con el nivel patrimonial y las garantías suficientes para respaldar el endeudamiento al que he tenido acceso”. Se informó también que, aparte de su posición controladora en Fabricato, tenía una participación importante en el popular club de fútbol Millonarios de la que se desprendió a pocos días del escándalo. Todo un crack.

Autores

Carlos Tromben y Susan Abad