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El plan de Bogotá para tener uno de los centros de conexión aérea más grande de la región
Sábado, Abril 27, 2013 - 16:58

Se proyecta la implementación de un nuevo aeropuerto alterno que tendrá una pista de 3.600 metros de largo y 45 de ancho, y contará con dos calles de rodaje que dividen las operaciones comerciales de las militares.

En 2028, Bogotá tendrá una aerópolis. Ese es el reto que tiene el Gobierno para convertir a la capital de Colombia en el centro de conexiones más grande de Latinoamérica, y para ello hará inversiones de $2 billones (unos US$1.090 millones), que incluyen la construcción de un aeropuerto alterno en Madrid (Cundinamarca) y la expansión de Eldorado.

Esta es la respuesta del presidente Juan Manuel Santos a la advertencia que hiciera el director de la Aerocivil, Santiago Castro, el pasado 4 de marzo a El Espectador, cuando señaló que “en cinco años el aeropuerto Eldorado de Bogotá no tendrá capacidad para seguir creciendo y su saturación por el lado aire será inevitable”.

Esta frase lapidaria prendió las alarmas en el país y espantó el optimismo y la euforia que se vivía por la inauguración del muelle internacional de Bogotá, a tal punto que Lucho Garzón advirtió que la terminal se quedaría chica antes de inaugurarse.

Para combatir este temor, el presidente Juan Manuel Santos tomó la decisión de sacar la operación militar de Eldorado, algo que se había aplazado gobierno tras gobierno, impidiendo la expansión del aeropuerto, tal como lo señalaba el primer plan maestro de la terminal, elaborado por Aeropuertos de París, y como lo reafirmó el estudio de las firmas T.Y. Lin International, Landrum & Brown, Ross & Baruzzini y la colombiana EDL, que seleccionó a Madrid (Cundinamarca) como el lugar ideal para un segundo aeropuerto y anunció inversiones por $2 billones.

De acuerdo con expertos aéreos y especialistas en infraestructura, la decisión de seleccionar a ese municipio de Cundinamarca como el aeropuerto alterno obedeció a que se encuentra a 45 minutos de Bogotá y a que existe allí una infraestructura aeroportuaria militar que servirá de base para el aeródromo alterno de la capital del país. Por eso, las 700 hectáreas donde se desarrollará la obra, contiguas a la actual Base Aérea de Madrid, ya fueron declaradas como de utilidad pública por el ministerio de Transporte, con el fin de sacarlas del comercio y evitar cualquier tipo de especulación.

Para ello se estudiaron todos los factores relevantes, como zonas planas, hidrología y aguas subterráneas, presencia de asentamientos urbanos, infraestructura existente, reservas ambientales, factores aeronáuticos, conectividad, viabilidad urbana y capacidad de expansión, explicó el director de la Aerocivil.

El aeródromo alterno. El nuevo aeropuerto en Madrid, que duplicará su área disponible, tendrá una pista de 3.600 metros de largo y 45 de ancho y contará con dos calles de rodaje que dividen las operaciones comerciales de las militares. Tendrá también un terminal de aviación general y uno para atender a todas las ramas de las Fuerzas Armadas y de Policía que actualmente operan en Eldorado.

El desarrollo de este aeropuerto deberá hacerse en los próximos cinco años, es decir, las obras deben iniciarse lo antes de posible para que esté listo en 2018, explicó Castro.

Para tal fin, la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) y la Aerocivil preparan los pliegos de la nueva licitación, aunque existe la posibilidad de que se adicione esta obra a Opaín, concesionario que adelanta la modernización de Eldorado.

Castro señaló que el aeropuerto complementario se podría ejecutar por obra pública o por una asociación público-privada (APP), ya que la operación militar y la privada no generan los recursos para entregarlo en concesión.

Expansión de Eldorado. A lo anterior se suma el plan de expansión de Eldorado, con obras adicionales que incluyen el aumento de las calles de rodaje y la extensión lineal del muelle internacional y del muelle nacional. Adicionalmente se incluye la construcción de los terminales T4 y T5.

El gerente de Opaín, Juan Pulido, calificó como positiva la decisión del Gobierno y anunció su disposición para avanzar en la consolidación de un aeropuerto moderno y de alta eficiencia.

Adicionalmente a estas inversiones, el Gobierno trabaja en la negociación con el concesionario para la realización de obras voluntarias y complementarias, es decir, que no le costarán al Estado y permitirán aumentar la capacidad del terminal de pasajeros para llevarlo a 100 posiciones fijas que lo ubicarían entre los más grandes del mundo.

Pulido explicó que si bien el contrato con la Aerocivil marcha sobre rieles, ve con preocupación cómo se atenderá el aumento de pasajeros en conexión.

Contractualmente, la obligación de Opaín es entregar la terminal nacional en octubre, con lo cual el contrato estaría ejecutado en 80%.

Lo que se requiere. Pulido señaló que en el largo plazo se requiere construir una calle de rodaje que permita que las aerolíneas muevan sus aeronaves a la zona de mantenimiento, es decir, de occidente a oriente, para lo cual será necesario el traslado de los hangares de Avianca a otro lugar. Además, la construcción de la plataforma permitirá atender el incremento de las operaciones aéreas. Estas obras no le costarán nada al Estado.

También se requiere la construcción de una nueva torre de control, que ya se contrató y está en ejecución.

A esta expansión se suma la ampliación de 900 metros de la pista norte, con lo que llegaría a 4.700 metros, y se requerirá la ejecución de las calles de rodaje para facilitar el carreteo y el cruce de las aeronaves y de ese modo agilizar su operación.

El aeropuerto puede crecer hacia el Puente Aéreo sin siquiera tocarlo, y donde está Catam se construirían los terminales T4 y T5, que se interconectarían con el terminal unificado internacional y nacional a través del primer tren subterráneo a lo largo de 1,5 kilómetros.

Autores

ELESPECTADOR.COM