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Examen al Citroen Grand C4 Picasso 2.0 Bluehdi
Martes, Febrero 4, 2014 - 16:39

El Citroen Grand C4 Picasso, de siete plazas, marca la diferencia respecto a la versión más corta de cinco, por algo más que el término grand, apellido característico de este modelo por el alargamiento de algunas de sus dimensiones.

Y lo hace con sutiles expresiones en el exterior, a través del frontal y de la visión lateral. Parece poco, pero basta. Son visibles las distinciones respecto al hermano más pequeño en el volumen de la carrocería, pleno de lógica por albergar una tercera fila de asientos con dos plazas de pasajero, o dejar espacio para la carga de unos impresionantes 640 litros (69 más que en el modelo precedente).

Otro posado de la vista se detiene en un frontal tecnológicamente renovado. Por el lateral, se divisan unos arcos del techo con la parte central en aluminio. Lo suficiente para juntarse, sin revolverse, las estructuras de cinco y siete plazas en que se comercializa este modelo.

El monovolumen compacto de la marca automovilística francesa -pero nacido en el territorio español de la planta de PSA en Vigo- rompe por completo, en sus dos carrocerías con la generación anterior.

El cambio se opera por la introducción de la plataforma modular del grupo EMP2 que trae como consecuencia inmediata modificaciones de cotas significativas y abundantes. A saber: 11 cms más de distancia entre ejes, 17 de longitud, y más ancho de las vías delantera (82 cms) y trasera (31 cms).

Esto en lo que respecta a los sumando, porque en los sustraendos caben 2 cms menos de altura al suelo y 5 menos, también, en la distancia del motor al suelo; minoraciones que también se dan en el voladizo delantero (11,6 cms).

La plataforma no opera solamente en medidas y capacidades: el peso también tiene su aportación, y nada desdeñable, por cierto. Cien kilogramos adelgazado respecto al precedente, de los cuales 60 son atribuibles a las propiedades específicas de la plataforma, y 40 a trabajos mecánicos complejos y sofisticados.

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De las señas de identidad externas del C4 Picasso ya se ha hecho la precisa referencia, se acaso añadir los pilotos LED de la zaga y el portón bien dimensionado para facilitar por arriba y abajo un cómodo depósito de objetos de hasta 2,75 metros de largo si se decide abatir las dos filas trasera y el asiento del copiloto. Una buena tarjeta de presentación de este coche para la prosa de la carga y la lírica del ocio.

En el interior se mezclan muchas impresiones, todas ellas orientadas a sensaciones en positivo. La amplitud de espacio, potenciada por una superficie acristalada de 5,70 m2, facilita un ambiente muy luminoso y agradable.

La marca de los chevrones define su habitáculo como un "loft", ese local que conjuga practicidad desenfadada, no exenta de cierto lujo de buen gusto, con una tecnología sencillamente de primera en cantidad y calidad.

La comodidad del pasaje es proverbial. Asientos delanteros diseñados en banqueta y respaldo para recorrer kilómetros y kilómetros como si tal cosa. Un buen apoyo es la posición sobreelevada, siempre más descansada y relajante que la casi a ras de suelo. Los traseros permiten espacio suficiente para tres ocupantes, y eso es su mejor calificativo. Lo de la tercera fila ya es tópico: para niños o adultos no muy altos, sobre todo por su escasa distancia del suelo, lo que obliga a una excesiva flexión de las rodillas.

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Vida a bordo muy sencilla, con algún que otro reparo aislado, por la buena disposición de la instrumentación y la botonadura que la rige. En cabeza de esas propiedades, las dos pantallas en la zona central; una, de doce pulgadas que notifica, muy bien resguardada, de reflejos solares, la información relativa al estado del coche; otra, de siete, un poco más abajo, a modo de interfaz, que regula funciones como climatización, navegación, audio, teléfono, ayudas a la conducciones y otros servicios. Quizás esta última llegue a agobiar por la multitud de prestaciones y requiera su tiempo de familiarización.

El Citroen Grand C4 Picasso corre con el honor de estrenar el nuevo motor 2.0 BlueHDI de 150 CV, perfeccionado y corregido en componentes esenciales, como para que aporte experiencias muy provechosas para el usuario en consumo y emisiones, hasta el punto de asumir los parámetros Euro 6.

El propulsor se beneficia de una tercera generación de sistema de inyección directa por conducto común y estrena el llamado selector catalítico de reducción (SCR) que impone una reducción de hasta el 90 % en las emisiones de partículas de óxido de nitrógeno, aparte de reducir has 110 g/km las más recurrentes de CO2.

En cuanto a comportamiento destaca por su refinamiento en silencio de marcha y cierta contundencia de respuesta a las demandas del acelerador. Es un motor que garantiza un nivel muy apto de recuperación, lo que tiene su mérito al caer en la cuenta que este tipo de vehículo, de un cierto peso en vacío como punto de partida, tiene mucho de su vida útil con circulación a plena capacidad de personas y carga.

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El modelo acoge también por primera vez un sistema de parada y arranque automáticos (Stop & Start) en un motor diésel de 2.0 litros de cilindrada, pero su funcionamiento ha tenido algunos que otros fallos de coordinación entre ambas funciones.

Sin embargo, es un buen aliado para proponer en el Grand C4 Picasso, consumos muy óptimos, como los poco más de 5,5 litros que ha dejado en la prueba de EFE durante el recorrido por carretera y los algo menos de 8 en sus andanzas por las calles. Son números interesantes, pese al decalaje con los 4,2 litros homologados de promedio por el fabricante.

La dinámica apunta a una valoración de estabilidad y de mucha nobleza cuando el coche circula por trayectos de curvas, donde se coloca bien en las entradas y se repone con solvencia en las salidas. Se le ha detectado algún que otro "vicio" de estabilidad ante situaciones viento racheado lateral y la facilidad con que tiende a "copiar" las irregularidades del firme, aunque en esta última, no hay que descartar esos neumáticos de 18 pulgadas que llevaba la unidad de prueba, así como las llantas de perfil bajo.

La dirección funciona muy bien, tanto en tacto como en el grado de resistencia a la velocidad del vehículo, aparte de colocar siempre en el punto preciso al coche a la hora de trazar. No se pude hablar tan bien de la palanca de cambios, que regula la transmisión manual de seis velocidades, propensa a engranajes erróneos.

Citroen ha hecho del equipamiento tecnológico de sus modelos una apuesta abierta de futuro y en este Grand C4 Picasso, por la posición que ocupa en la gama de modelos, la intencionalidad se multiplica.

Tanto en serie como en opciones, hay prácticamente de todo para elegir en los apartados de seguridad y ayudas a la conducción. En el primero, citar la visualización de la distancia entre vehículos, la alerta de riesgo de colisión, la vigilancia del ángulo muerto, la alerta de cambio involuntario de carril, la detección de neumáticos desinflados y las luces de carretera automáticos. En el segundo: la cámara de visión de 360 grados, el regulador de velocidad activo, los faros de xenón direccionables y los distintos sistemas de conexión de alertas e información del tráfico.

Con tan contundente equipamiento el apartado del precio queda relativizado y máxime con las promociones de la marca y las ayudas oficiales en forma de planes PIVE. Partiendo del nominal no se aleja de su gran referente de la competencia.

Autores

EFE