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Gas de esquisto: la nueva energía que genera partidarios y detractores
Martes, Enero 22, 2013 - 18:49

Este gas, que se extrae al fracturar las formaciones rocosas subterráneas, cobra un creciente protagonismo dentro de la búsqueda de fuentes energéticas alternativas.

Gas de pizarra o "shale gas". Según un reciente informe del Parlamento Europeo, esta nueva y debatida fuente combustible de energía "se encuentra atrapada en el interior de una roca sedimentaria porosa, llamada esquisto, y pertenece a la categoría de los gases naturales no convencionales".

Para extraerlo, se perfora la tierra y abren brechas en las formaciones rocosas que lo almacenan, para después inyectar a alta presión agua con arena y otros químicos como ácidos, cloros y sales. Después de la extracción del gas, la presión acumulada se libera y se devuelve el líquido a la superficie.  Este proceso se conoce como fractura hidráulica o “fracking”.

Las comisiones de Energía y Medio Ambiente de la Comunidad Europea han reconocido el derecho de sus Estados miembros a decidir si explotan el gas de esquisto, pero advierten que “en la perforación se necesita precaución y reglas estrictas para evitar dañar el medio ambiente”.

Algunos países de la Unión Europea como Austria, Alemania, Holanda, Suecia y Reino Unido, permiten prospecciones y se preparan para comenzar a extraer si se demuestra posible. En  Polonia ya se está extrayendo, y estados como Francia,  Bulgaria y República Checa han suspendido los planes al respecto.

La comisión de Industria y de Medio Ambiente del Parlamento Europeo ha aportado estudios según los cuales, el desarrollo de la extracción de gas de esquisto en Europa contribuiría a reducir la dependencia energética exterior y podría suponer una bajada global de precios y abrir nuevas oportunidades laborales.

La “cruz de la moneda” –según el Parlamento Europeo- es la gran cantidad de agua necesaria para proceder a su extracción, la contaminación de las aguas subterráneas que podría provocar, sus posibles efectos sísmicos y el riesgo de fugas.

Según un estudio del ingeniero Hugh Rudnick, profesor de la Pontificia Universidad Católica de Chile, las existencias de "shale gas" en el mundo totalizan 6,622 trillones de pies cúbicos (*), y entre las naciones con mayores reservas técnicamente recuperables figuran: Estados Unidos, Francia, Polonia, Canadá, México, China, Australia, Sudáfrica, Libia, Argelia, Argentina y Brasil.

El Reino Unido -con unas reservas de gas pizarra calculadas en 1,7 billones de euros- ha autorizado las extracciones de este combustible pizarra "con nuevas medidas de control para reducir el riesgo de actividad sísmica", después de que unas perforaciones mediante “fracking” causaran, en 2011, dos pequeños terremotos en Lancashire.

España -donde se han dado permisos para explorar el potencial de diversas comunidades autónomas – prevé autorizar las extracciones de gas no convencional cumpliendo las cautelas medioambientales y la normativa europea y entiende que, los "riesgos específicos" que implica esta técnica industrial, pueden gestionarse adecuadamente y minimizarse con la última tecnología en la materia.

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EE.UU. Y CANÁDA: DOS POTENCIAS GASERAS

En EE. UU. la explotación gasística del esquisto es un éxito energético, ya que este combustible – del que hay reservas para más de un siglo- ha pasado de representar el 1 por ciento de la producción doméstica en 2000, al 20 por ciento en 2010, y podría suponer ya un tercio, convirtiéndose en uno de los pilares de la creciente autosuficiencia energética de ese país.

“El otro país en que más ha evolucionado esta industria es Canadá, donde la extracción de esta fuente de energía ha supuesto una auténtica revolución”, explica a Efe  Mónica V. Cristina, de la plataforma Shale Gas España (SGE).

"El gas se origina cuando la materia orgánica en el esquisto -una de las rocas sedimentarias más comunes - se descompone a altas temperaturas. Después, el gas queda atrapado en la formación de ese esquisto", según expertos de la compañía BNK Petroleum.

Según fuentes de BNK “para recuperar el gas de pizarra es necesario perforar un pozo desde la superficie hasta la capa de esquistos, a una profundidad de unos 3.000 a 5.000 metros. En ese punto, la perforadora gira y avanza en un plano horizontal dentro del esquisto. Después, la formación rocosa se fractura hidráulicamente para liberar el gas natural atrapado en ella”.

La estimulación hidráulica consiste en el bombeo de una mezcla de agua y arena en los esquistos de gas natural, a presiones elevadas como para agrietar ("fracturar") la roca. La arena en el agua se utiliza para mantener pequeñas fracturas abiertas y generar vías para que el gas natural fluya hacia el pozo, según la página web de la compañía.

Según BNK, una vez que la roca de esquisto se fractura y las pequeñas grietas se rellenan con apuntalantes, de un 20 a un 80  por ciento de la mezcla de agua y aditivos fluye nuevamente a la superficie, donde se recicla o reutiliza a través del filtrado, ósmosis inversa, intercambio de iones y otras tecnologías.

Según Mónica V. Cristina “el gas pizarra, que está en la roca madre, es no convencional, pero las técnicas para la extracción y explotación son las mismas que las que se utilizan en el gas convencional, mientras que la fracturación hidráulica se utiliza en los pozos de gas y petróleo desde hace décadas”.

“El desarrollo sostenible y seguro del "shale gas" para el medio ambiente y las personas está garantizado por las legislaciones de  protección medioambiental, que en el caso de Europa son una de las más garantistas del mundo”, e incluyen el requisito de realizar “estudios de Impacto Ambiental”, según la experta de SGE.

Asimismo “los avances científicos y la tecnología disponibles permiten conocer y gestionar los riesgos asociados con ésta y otras técnicas, las administraciones ejercen un control estricto y una industria investiga el potencial de los recursos a través de la aplicación de las mejores prácticas”, señala.

Según SGE,  para que la industria del gas pizarra sea ecológica y sanitariamente sostenible, se “aíslan los pozos del subsuelo y los acuíferos mediante una triple barrera protectora de acero y cemento de alta calidad” y se “almacena el ‘agua de retorno’, hasta su tratamiento y reutilización, en instalaciones certificadas que garantizan su aislamiento”.

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ELIGIENDO LAS ZONAS DE PERFORACIÓN

Además, “la selección de los terrenos a explorar y perforar excluye áreas protegidas, parques naturales, cultivos permanentes, poblaciones, zonas de interés arqueológico, lugares que requieran importantes desbroces de terreno, o aquellas que necesiten modificaciones importantes de los accesos o requieran gran movimiento de tierras”, añade Cristina.

Según esta experta, estudios científicos estadounidenses indican que “desde mediados del siglo XX no se ha producido ningún caso de contaminación de acuíferos ligado al proceso de fracturación hidráulica” y "la irrelevancia de los seísmos asociados a la fracturación en comparación con lo que sucede con otras actividades socialmente aceptadas".

En la extracción sólo “se utilizan entre 1 a 12 sustancias aprobadas y reguladas por la legislación europea y que además son corrientes en productos de limpieza del hogar o se utilizan en la industria alimentaria”, según la portavoz de SGE.

Desde Ecologistas en Acción (EeA) afirman de otra manera. Para esta asociación  “lo más peligroso es que gran parte de la mezcla líquida no se recupera: o salta a la superficie o se queda en el subsuelo”.

Según EeA, el “fracking” es "una técnica agresiva y perjudicial para el medio ambiente, porque requiere de un elevado consumo de agua, de 9.000 a 29.000 toneladas por pozo, y existe un riesgo importante de contaminación de las aguas subterráneas y de superficie por  los compuestos tóxicos".

Según esta organización “también se liberan metales pesados y sustancias radiactivas como radón, radio o uranio, que retornan a la superficie”.

"La contaminación del aire es otro problema. Las fugas de metano son inevitables y es 20 veces más potente que el CO2 como efecto invernadero. Una plataforma de seis pozos requiere entre 4.000 y 6.000 viajes en camión para la construcción, y otra consecuencia es la generación de pequeños seísmos", según EeA.  

Por su parte, Greenpeace opina que la explotación del gas de pizarra es "un despropósito",  por los efectos contaminantes que atribuye al “fracking”, sobre todo en los acuíferos; por la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, y por la necesidad de "millones y millones de litros de agua", entre otros motivos.

La plataforma "Fractura Hidráulica NO" (FHN),  un estudio de la Duke University de Durham (Carolina del Norte) de 2011, demuestra que las contaminaciones de metano en viviendas cercanas a pozos de los estados de Nueva York y Pensilvania tienen su origen en las explotaciones de este tipo de gas.

Respecto de los aditivos utilizados en la fractura hidráulica, según FHN, dos informes (uno solicitado por el Parlamento Europeo y otro del Tyndall Centre de la Universidad de Manchester) que recogen los impactos asociados a la fractura hidráulica en EE. UU., hablan de la utilización de 260 sustancias químicas.

(*) -1 trillón= 10 elevado a la potencia 12. El pie cúbico equivale a 28,31 litros o decímetros cúbicos-.

Autores

EFE