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Jesús Ramos Martín: “Argentina, Brasil y Chile tienen que cambiar su modelo energético”
Jueves, Diciembre 27, 2012 - 17:14

El creciente movimiento de economistas biofísicos o ecológicos introducen criterios de la termodinámica y del análisis del metabolismo en los ecosistemas para encontrar una solución a la cerrazón teórica y práctica de los enfoques tradicionales.

Estamos enfermos. Es una peste y se nota por las manchas en nuestras economías. Son como las de las vacas holandesas, tan buenas para hacer esa única cosa: dar leche. No por nada lo que nos pasa se llama “enfermedad holandesa” (aunque la “vaca” que originó el término daba petróleo). Debido a la fiebre de los precios altos para nuestros bienes exportables (cobre, soja, maíz, hierro, oro, carne vacuna) alucinamos que el desarrollo se encuentra al alcance de la mano. La rueda gira bien y rápido porque la energía necesaria para la megaminería, la agricultura y ganadería industriales es relativamente barata y todos dicen que tal círculo virtuoso durará para siempre. Pero no es así, la ley de los yacimientos cupríferos chilenos cae; los efectos la inundación de nitrógeno que permitieron el boom de El Cerrado brasileño se agotan y los pozos peruanos del departamento de Ica, cuyas aguas irrigaron el que Perú se convirtiera en el rey mundial de los espárragos, están casi secos.

Resolver esos problemas requiere de más energía. No hay problema: vendrá de los pozos pre-sal en Brasil, del fracking de Vaca Muerta en Argentina o del romance con el carbón en Chile. Para los economistas biofísicos confiar en esto es hacer un muy mal negocio a largo plazo: “La actual estrategia de desarrollo basada en la re-primarización no tiene sentido”, dice Jesús Ramos Martin, catedrático del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Como uno de los propulsores de esta escuela económica para la que todo sistema económico depende de los sistemas naturales para su mantenimiento y reproducción, sostiene que la viabilidad de una sociedad depende del flujo metabólico de materiales y energía que mantiene la estructura existente y permite que un país funcione. Parece obvio, pero tanto los economistas neoclásicos, como los keynesianos y marxistas suelen obviar tal realidad en sus análisis y recomendaciones.

Coautor de trabajos como "Different trajectories of exosomatic energy metabolism for Brazil, Chile and Venezuela: using the MSIASM approach, Diverging paths for energy metabolism in China and India y Going beyond energy intensity to understand the energy metabolism of nations: The case of Argentina", Ramos Martín estima que la estrategia regional de desarrollo es errónea, porque “se venden recursos baratos, cuando en un futuro puede que sea necesario importarlos a precios más altos, y se hace a costa de un fuerte impacto ambiental. Lo deseable es usar los recursos al interior de los países y darles valor añadido mediante su procesamiento”. En caso de naciones como Ecuador o México, que exportan sus recursos petroleros no demasiado abundantes, les recomienda “dedicar esa energía a hacer una transición de su sistema energético hacia fuentes renovables, al menos para la electricidad”, aunque reconoce que no es fácil, porque exportar menos es crecer menos. Pero es necesario para superar schocks energéticos futuros. Naciones como Chile, advierte, en ese entonces “sufrirán mucho más en un contexto de costes energéticos crecientes y un fuerte lock-in social con resistencias al ajuste en los niveles de consumo”.

–La economía biofísica cuestiona que el valor de los bienes se establezca gracias a la psicología de los consumidores y productores, la llamada "visión marginalista". ¿Qué propone a cambio?

-La propuesta es volver al sentido clásico de la economía, entendida como el análisis del aprovisionamiento de los hogares y/o ciudades, que hoy debería ser entendido como los Estados. La idea sería partir de estudios de disponibilidad de recursos y de utilización de los mismos para hacer una planificación de su uso. En un contexto de escasez creciente de algunos recursos, como la energía, no tiene sentido que sea solo el mercado el que dirija los posibles usos de esos recursos escasos. Existen algunos usos que deberían ser prioritarios, como por ejemplo los relacionados a la generación de electricidad o a los servicios básicos. El problema principal es de carácter ideológico, en la actualidad parece que no se puede hablar de planificación, cuando es algo muy habitual en el mundo empresarial, por ejemplo.

–Los modelos económicos actuales suelen medir el volumen de la producción física de bienes y servicios como medida de eficiencia de una "economía", más que el mantenimiento y reproducción de la sociedad a la que da sustento a largo plazo. Los economistas biofísicos introducen el concepto de metabolismo "exosomático" para medir la viabilidad de la relación entre los recursos  naturales y la producción. ¿Sobre qué parámetros y cómo se realiza esa medición?

-De nuevo la idea aquí es que la sustentabilidad implica la pervivencia de las sociedades en el tiempo. Esto requiere el mantenimiento de la base material (la naturaleza) que sirve los inputs a la actividad económica. Por otro lado, el mantenimiento de ciertos servicios que nos prestan los ecosistemas (como el ciclo del agua o el de los nutrientes) requiere de que los ecosistemas tengan unos niveles determinados de lo que se conoce como "salud ambiental", que son definidos desde las ciencias naturales. El mantenimiento de estos ecosistemas obliga a que la porción de recursos que los humanos utilizamos sea una determinada, y no más. Al igual que sabemos el caudal ecológico que debe llevar un río y que no puede ser captado por el hombre para garantizar la vida en el río, lo mismo se puede hacer para otros recursos, como pueden ser los bosques o la utilización del suelo. Se trata de ver cuál es la dotación de recursos que hay en la naturaleza, cuántos necesita el sistema para mantenerse, y cuánto puede ser capturado por el hombre sin afectar a la pervivencia de los ecosistemas. Esto requiere utilizar estadísticas biofísicas, pero con sentido económico, por eso desde la economía biofísica hablamos de usar balances o "presupuestos" de recursos.

–Este enfoque habla, en línea con lo anterior, del "perfil metabólico del sistema" ¿En qué consiste éste?

-El perfil metabólico de un sistema, como puede ser una economía, sería el patrón de consumo de recursos naturales. Nos indica que, para un nivel de vida determinado, o un nivel de renta determinado, esto puede implicar diferentes niveles de consumo de recursos naturales. Por ejemplo, dos países con niveles de ingreso per cápita similares, como pueden ser Alemania y Canadá, tendrán patrones de consumo diferentes. En el primer caso es probable que la mayor densidad de población y factores culturales determinen menores niveles de consumo y por tanto menor impacto que en el segundo caso. Los perfiles metabólicos nos sirven para poder definir tipologías de consumidores y poder hacer escenarios de desarrollo futuro. Por ejemplo, en las sociedades modernas está creciendo el número de hogares de una sola persona (divorciados, jóvenes profesionales, etc.). En término medio este tipo de hogares tiene unos niveles de consumo per capita superiores al de una familia de cuatro miembros, pues seguramente tiene un nivel de equipamiento y de electrodomésticos parecido al de la familia de cuatro. Hablaríamos de que tienen perfiles metabólicos diferentes. Una vez establecidos los perfiles metabólicos de algunas tipologías clave, podríamos hacer un escenario para investigar cuáles serán las demandas futuras de recursos de toda la sociedad, ejercicio necesario para, por ejemplo, poder hacer planificación de usos del suelo  o de necesidades de transporte.

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–Entiendo que un aporte de la economía biofísica es su visión del "tiempo" en las economías como no reversible, lo que se aplica en especial a las políticas económicas. ¿Cómo se diferencia esa mirada de la convencional?

-Los modelos que nos enseñan en las escuelas de economía son todos reversibles. Yo calculo el impacto de una subida del equis por ciento en un impuesto sobre la renta nacional y puedo calcular también el impacto de una bajada por ese mismo equis por ciento, pero por lo general no solemos tener en cuenta los "impactos permanentes", es decir, la subida del impuesto puede provocar cambios en mi nivel de consumo (dejo de consumir unos bienes y paso a consumir otros) que puede que no se recomponga en el caso de que se vuelva a bajar los impuestos por el mismo importe. Estos impactos permanentes dan lugar a irreversibilidades en la política económica. Muchas medidas de política económica tienen efectos irreversibles; una vez introducidas no se puede volver atrás, o si se hace, no se alcanzará una situación como la que había antes de la introducción de las mismas. Este fenómeno no está bien estudiado en la economía, a diferencia de lo que sí ocurre en las ciencias naturales, donde la irreversibilidad (cuyo máximo exponente es la muerte) está presente de manera continua en el análisis.

–Siguiendo la lógica de la irreversibilidad, la apuesta al carbón/petróleo como fuentes de energía universales permitió el capitalismo contemporáneo, pero ahora amenaza la viabilidad del sistema, tanto por su encarecimiento como por los efectos de sus desechos. ¿Qué puede aportar el enfoque metabólico en este escenario?

-No entraré en la parte de los impactos derivados de las emisiones de CO2 derivadas del consumo de combustibles fósiles, pues es un tema muy analizado en el contexto del cambio climático. En cuanto a la utilización de estas fuentes energéticas para alimentar el sistema económico, lo primero a decir es que es normal que haya sido así pues son de enorme calidad (tienen muchos usos potenciales y son bastante seguras). El problema a muy corto plazo será el continuo aumento en el precio del petróleo (y por ende del resto de combustibles fósiles). Esto sin duda tendrá repercusiones en la actividad económica y solo cuando los gobiernos entiendan que se trata de un cambio de ciclo activarán políticas orientadas a la reforma estructural que incentive las actividades en sectores de menor intensidad de uso de recursos energéticos. Esta situación, sin embargo, es la consecuencia del problema real, hemos alcanzado el máximo de extracción de petróleo (el famoso Peak Oil) por lo que a partir de ahora deberemos acostumbrarnos a disponer de menor cantidad de energía para nuestra actividad económica. Esto conllevará, invariablemente, a cuestionarnos nuestros modelos de crecimiento y de consumo, pues el crecimiento en la demanda de energía no será ya posible, al menos para los países más desarrollados, e irá acompañado de una mayor factura energética (con la transferencia de renta asociada hacia los países exportadores de energía fósil). El proceso será de empobrecimiento relativo en los países ricos que no disponen de recursos energéticos.

–Yendo a los casos de países como Argentina, Chile y Brasil, diversos trabajos de economía biofísica muestran que sus matrices energéticas no parecen viables a mediano plazo. En el caso del primero y el último, las cifras muestran menor producción por unidad de energía gastada ¿esto habla de una desindustrialización, migración a servicios o enfermedad holandesa?

-Efectivamente la dependencia respecto a la exportación de materias primas (soja y gas en Argentina, cobre en Chile o petróleo y minerales en el caso de Brasil) da lugar a la llamada 'enfermedad holandesa', es decir, las rentas obtenidas en estos sectores son tan altas que desincentivan la inversión y el empleo en el resto de la economía, haciendo al país cada vez más dependiente de la exportación de esos recursos. Sin duda se trata de modelos de desarrollo nada sostenibles en el tiempo y que, tarde o temprano, tienden a una crisis del modelo. Un ejemplo claro de este fenómeno es Venezuela, que gracias a la bonanza del petróleo se ha ido desindustrializando cada vez más. De ahí que la solución para los países con recursos energéticos sea precisamente reducir las exportaciones de los mismos y dedicar esa energía a hacer una transición de su sistema energético hacia fuentes renovables (al menos para la electricidad). Esto es más fácil decir que hacer, pues la mayoría de países necesita al mismo tiempo las divisas que el petróleo exportado trae, pero ahí está la paradoja o, mejor dicho, la elección de la política: sacrificar algo de crecimiento actual para garantizar que el crecimiento futuro no dependa de fuentes que ya no tendremos y que por tanto tendremos que importar. Hay que pensar que los países que están en peor situación son los ya desarrollados y sin fuentes de energía, que verán sus costes energéticos crecer en un futuro inmediato. Esto es lo que deberían evitar los países en desarrollo con fuentes energéticas, mediante el cambio en su sistema energético a costa de exportar menos.

–Los tres países llevan a cabo ahora políticas nacionales muy agresivas (petrolera, Argentina; petrolera y de carbón, Brasil; y de carbón y gas, Chile) de búsqueda y desarrollo, ¿tienen otra opción? ¿la actual los debilita a largo plazo?

-Como he comentado antes, la estrategia tiene que ser de cambio del modelo energético y de la matriz, especialmente para la electricidad. Las sociedades modernas aumentan mucho la presencia de la electricidad en la energía final. Esta al menos tiene un sustituto claro en las renovables como la solar termoeléctrica o la eólica, así como la hidroeléctrica. No sucede igual con los combustibles de automoción. El desarrollo de una industria nacional de las energías alternativas es una fuente de empleo, un buen uso de recursos nacionales y una fuente de desarrollo futuro. La mayor industrialización que requieren los países de la región solo será posible con sistemas de generación y distribución eléctrica fuertes y, a ser posible, nacionales y renovables. Aquí tienen un buen nicho de desarrollo los países mencionados. La tecnología está madura, solo hace falta producirla en casa y no importarla. Por lo demás, está claro que la actual estrategia de desarrollo basada en la re-primarización no tiene sentido. Se venden recursos baratos, cuando en un futuro puede que sea necesario importarlos a precios más altos, y se hace a costa de un fuerte impacto ambiental. Lo deseable es usar los recursos al interior de los países y darles valor añadido mediante su procesamiento. Un ejemplo interesante son las tarifas de exportación para la soya en Argentina, con exenciones en el caso de la soya ya procesada, lo que está generando nuevas industrias de transformación en la región.

–Por su parte, Colombia y México también apuestan al carbón y petróleo. ¿Está la región yendo hacia un escenario de transición traumática cuando se imponga la necesidad de economías bajas en carbono? ¿La economía biofísica posee herramientas para poder evaluar esos costos futuros?

-Más que cuando se imponga la necesidad de economías bajas en carbono, el problema es más inmediato y tiene que ver con el fuerte aumento en los precios de los combustibles fósiles. Las economías que sean más dependientes sufrirán más. Tanto Colombia como México deberían reconsiderar si les conviene exportar tantos de sus recursos energéticos o utilizarlos para provocar un cambio de modelo energético al interior. Hay otros países que son igualmente dependientes energéticamente pero tienen menos recursos (como Chile), éstos sufrirán mucho más en un contexto de costes energéticos crecientes y un fuerte lock-in social con resistencias al ajuste en los niveles de consumo. La economía biofísica solo puede ofrecer cálculos de los trade-offs de una u otra forma de actuar y proponer una jerarquización o priorización en los consumos energéticos.

–Si se observa que tanto la productividad del trabajo como el consumo de energía por hora de trabajo crecen al unísono, no será el ahorro energético vía mayor eficiencia productiva el modo de evitar la necesidad de conseguir más y más energía. ¿Cuál sería el camino entonces?

-El problema es que ese ahorro energético vía mejoras de eficiencia energética no se produce solo. Necesita de una inversión que derive en tecnologías que luego serán aplicadas, y todo eso es intensivo en energía (en su mayoría fósil). En el siglo XX las mejoras tecnológicas y la mejora en eficiencia energética no han venido tanto de ser más eficiente en el uso de la energía como de cambiar de fuente energética. Como Charles Hall y colegas demuestran para los Estados Unidos, la mayor parte de las mejoras en la eficiencia energética vinieron de sustituir el carbón por el petróleo (más eficiente) y luego por el gas (mejor todavía, sobre todo para producir electricidad). Esto explica que recientemente haya pocas mejoras en eficiencia, pues no hemos encontrado sustitutos al gas, al menos con los volúmenes consumidos por el gas. Por tanto, eficiencia energética sí, pero teniendo en cuenta que lograrla es también intensivo en energía. El resultado es, pues, que seguramente deberemos reducir nuestros niveles de consumo final.

–Se habla mucho de medir los "servicios de ecosistema" e incluirlos en los cálculos económicos. ¿Es necesario y viable?

-En economía biofísica somos partidarios del reconocimiento de los servicios que hacen los ecosistemas y de los que nos beneficiamos los humanos, pero somos bastante críticos con una monetarización de los mismos para su gestión. No hace falta y, además, es peligroso. Se puede gestionar nuestro uso de la naturaleza por medio de leyes, acuerdos y usos, como se ha hecho de manera tradicional con los bienes comunales.

–Justamente, una eventual caída de parte de esos servicios aparece como uno de los peligros de los efectos del calentamiento global. En tal caso ¿es posible adelantar que naciones como las centroamericanas, con bajas dotaciones de capital, arriesgan su existencia si ello llega a ocurrir?

-Las naciones centroamericanas, junto con algunas caribeñas, son las que están en una situación de mayor riesgo en la región, pues su alta dependencia energética no se corresponde con recursos existentes, lo que las hará todavía más dependientes en un futuro inmediato de precios altos. Esto impondrá sin duda nuevas presiones exportadoras (para obtener divisas) que agravarán la presión sobre sus recursos naturales nacionales. En estos países es más urgente pues hacer una transición energética hacia fuentes renovables aunque sea a costa de unos menores niveles de crecimiento en el corto plazo.

–Finalmente, has mencionado que los idiomas como el inglés o español no poseen una palabra que "específicamente refiera a progreso cualitativo que no esté asociado con crecimiento" ¿la economía biofísica cree posible la existencia de economías donde mejore la calidad de vida sin que crezca el consumo?

-No es una cuestión de creencia. A nivel global nos estamos acercando a un punto en el que el consumo total no va a aumentar. En el caso del petróleo ya lo hemos alcanzado. Esto no quiere decir que algunos países no vayan a aumentar su consumo, y por tanto su crecimiento. Lo que quiere decir es que si algunos países continúan creciendo, otros deberán decrecer. De nuevo, esto no implica que no se pueda mejorar cualitativamente, utilizando menos recursos. Seguramente algunos usos suntuarios desaparecerán y otros usos vendrán sustituidos por tiempo humano. Por ejemplo, si se potencia el desplazamiento en bicicleta allí donde sea posible, eso nos tomará más tiempo y alguien dirá que seremos menos productivos, pero posiblemente mejoraremos nuestra calidad de vida. El cambio que se avecina es tan general en nuestra manera de actuar y consumir que no hay soluciones fáciles. Se deberán reorganizar los territorios, acercando el lugar del trabajo al de residencia, y se deberán reajustar las jornadas laborales, pero todo se irá dando de manera gradual a medida que la energía y otros recursos sean más costosos.

Autores

Rodrigo Lara Serrano