El juez de 54 años, quien perdió totalmente el cabello para sentir menos calor y "pensar mejor", tiene en sus manos el fallo final en el juicio que comunidades indígenas de Ecuador plantearon contra Chevron por US$27.000 millones.
Lago Agrio. Para el juez ecuatoriano Nicolás Zambrano el miedo no existe.
Transita casi a la medianoche por las calles de la peligrosa ciudad donde vive y durante el día prepara el fallo de un histórico juicio ambiental contra la petrolera estadounidense Chevron bajo la vigilancia permanente de los implicados.
Sin embargo, reconoce sentir presión en su trabajo. Por eso Zambrano, un ex oficial militar, prefiere no contestar sus teléfonos ni revisar los correos electrónicos.
"¿Para qué?, así ando tranquilo", dijo en una entrevista con Reuters.
El juez de 54 años, quien dice perdió totalmente el cabello para sentir menos calor y "pensar mejor", tiene en sus manos el fallo final en el juicio que comunidades indígenas de Ecuador plantearon contra Chevron por 27.000 millones de dólares.
Cuarenta personas demandaron en 1993 a Texaco, que fue comprada por Chevron en el 2001, acusándola de haber derramado residuos tóxicos en sus territorios mientras realizaba sus operaciones en el país andino entre las décadas de 1970 y 1980 y de provocar graves daños en la salud de sus familias.
"En este (juicio), aunque no está de por medio la libertad de personas, pero son grandes intereses de las dos partes", reconoció Zambrano, en su pequeña oficina de la Corte Provincial en Lago Agrio, una ciudad fronteriza con altos niveles de delincuencia y un fuerte clima de calor y humedad.
"Si usted no tiene responsabilidad tal vez tenga miedo. Hay que actuar con objetividad y darle a cada cual lo que le corresponde. El miedo le puede surgir el momento en que sabe no está haciendo lo ideal", agregó, al señalar las carpetas rosadas que incluyen información del caso y que copan toda su oficina.
No falta mucho. Zambrano, un firme creyente en los valores y principios familiares, asumió el juicio por segunda ocasión en octubre del 2010, tras el pedido de Chevron de sacar del caso al funcionario anterior, en medio de acusaciones y críticas.
Dos meses después cerró el periodo de prueba y comenzó a estructurar la sentencia del histórico juicio ambiental, para lo que debe revisar más de 200.000 hojas que incluyen testimonios, denuncias, informes de peritos y otras pruebas.
La Corte Provincial de Sucumbíos comenzó a tramitar el juicio en el 2003, después de que una corte federal de Estados Unidos rechazara una apelación con la condición de que Texaco acate la jurisdicción ecuatoriana si fuese acusada en el país.
"Ya me toca otros 500 cuadernos (cada cuaderno de 100 hojas). No falta mucho (...) Hasta 1.500 cuerpos ya están", explicó Zambrano, quien se relaja después de su largo día de trabajo con la lectura de temas vinculados al caso.
"Normalmente nos cuidamos en dar nuestro fallo, pero ahora debemos esmerarnos a que ese fallo vaya bien estructurado para que sepan que salió de Sucumbíos, y que es tan igual como otra provincia y cualquier corte del mundo", agregó.
Zambrano, quien fue fiscal por 14 años antes de ascender, dedica más de 15 horas diarias los siete días de la semana a la lectura del juicio, el más importante en su carrera por volumen, aunque da prioridad a los casos vinculados con alimentos a menores y la libertad de las personas.
Las partes esperan un fallo este mismo año, lo que abriría una nueva batalla, pues demandantes y Chevron han advertido que apelarán, si este es adversa a sus intereses.
El presidente Rafael Correa ha respaldado públicamente a los demandantes, que esperan indemnizaciones personales y remediación a sus tierras para volverlas más productivas.
Ni un alfiler. En la Corte Provincial - que comparte el edificio con un casino y decenas de vendedores ambulantes de animales y prendas de vestir - las puertas se cierran al caer el sol, pero el guardián debe estar atento antes de la medianoche.
A esa hora, debe abrir la puerta a Zambrano que termina una larga jornada. Al siguiente día es el primero en llegar.
Pese a que los ojos del mundo están sobre el juez por las reacciones que podría generar su sentencia, no cuenta con seguridad personal, ni el "cuarto oscuro-caliente" como identifica al sitio húmedo que alberga toda la documentación del juicio ambiental.
"No tenemos ni un alfiler para protegernos. El Supremo Creador es el que me protege", añadió Zambrano, quien trabaja en medio de indígenas apostados a las afueras de su oficina y la visita esporádica de abogados de la petrolera.
Para los abogados defensores de las comunidades, Zambrano es visto como un funcionario "que no habla mucho, pero en sus providencias no titubea". Mientras Chevron dice que el juez no ha actuado ante nuevas denuncias presentadas por la petrolera.
"Tengan la seguridad y el convencimiento que la decisión que se tome será la más justa", concluyó.