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Las perspectivas de los productores latinoamericanos de litio
Sábado, Mayo 19, 2012 - 17:15

Bolivia concentra el 50% de las reservas mundiales de litio en el Salar de Uyuni, al suroeste del país; seguido de Chile con el 25% en el Desierto de Atacama, al norte; y Argentina con el 10% en las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca, al noroeste.

Científicos de Kuwait señalaron recientemente que la producción mundial de petróleo llegará a su punto máximo en 2014 y que las reservas de crudo descenderán de forma progresiva hasta agotarse en 2050 o incluso antes, dado el vertiginoso crecimiento de la demanda mundial de petróleo. Por eso, el litio es considerado el combustible del futuro ya que reemplaza a los contaminantes hidrocarburos mediante la fabricación de baterías para autos híbridos y eléctricos. Este mineral se encuentra en abundancia en Bolivia, Argentina y Chile, región a la que algunos ya están denominando “la nueva Arabia Saudita”.

Las baterías de litio-ion también se utilizan en dispositivos como cámaras fotográficas, notebooks, smartphones, netbooks, iPads y MP3, entre otros, dado su liviano peso, potencia y largo ciclo de vida. Pero el mineral también se utiliza intensamente en la industria del vidrio y la cerámica, ya que el litio reduce la temperatura de fusión de los materiales produciendo un importante ahorro de energía. Incluso, en los últimos años se ha intensificado el uso de litio en la industria del acero, gracias a que el carbonato de litio ofrece una mayor velocidad y fluidez en el proceso de moldeado. A futuro, incluso los expertos estiman que el litio tendrá un significativo desarrollo en la industria del cemento, en las aleaciones de aluminio y en los reactores de fusión nuclear.

Bolivia concentra el 50% de las reservas mundiales de litio en el Salar de Uyuni, al suroeste del país; seguido de Chile con el 25% en el Desierto de Atacama, al norte; y Argentina con el 10% en las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca, al noroeste. Y a pesar de que Bolivia tiene la mayor concentración del mineral de la nueva Arabia Saudita, Chile lidera su comercialización con una producción del 44% del total del litio que se vendió en el mercado mundial al cierre del 2011. En tanto, Australia, China y Argentina aportaron con el 25%, 13% y 11% de la producción mundial, respectivamente, según datos de la Agencia Nacionalde Promoción Científica y Tecnológica de Argentina.

Hasta ahora la producción mundial de litio sólo había crecido cerca de 6% en los últimos 10 años, pero según la consultora chilena abocada al estudio de los recursos naturales, SignumBOX, ésta podría pasar de las actuales 140.000 toneladas anuales a más de 400.000 toneladas en 2030, impulsada principalmente por la demanda de baterías de litio para autos híbridos y eléctricos, estrategia con la cual la industria automotriz hoy está tratando de romper la dependencia con el petróleo.

Este tipo de baterías triplican el rendimiento del vehículo, detalla Alonso Arellano-Baeza, profesor de geofísica y teledetección satelital de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), y permiten que el usuario lo recargue fácilmente enchufándolo a la corriente eléctrica. “El problema es que producir una batería de litio tiene un coste de US$18.000”, señala, “por lo tanto, el precio de un auto eléctrico sigue siendo aún muy elevado”. Por ello es necesario seguir investigando, enfatiza, para mejorar la eficiencia de las baterías eléctricas, lo que implica lograr que éstas almacenen mayor cantidad de energía, haciendo que el vehículo recorra mayores distancias y que sus precios sean más atractivos para el usuario final.

Chile debería aprovechar su liderazgo como principal productor de litio y desarrollar investigación, propone Alberto Cortés, profesor de Economía Minera de la Universidad de La Serena (Chile), especialmente en el campo de las baterías de litio, “¿por qué no crear en Chile un cluster del litio?”.

Ventaja competitiva. En una apuesta por hacer del sector chileno del litio más competitivo, el gobierno del Presidente Sebastián Piñera decidió realizar una licitación para que más empresas puedan explotar el mineral en diversos puntos del país, a través de un Contrato Especial de Operación de Litio (CEOL). Así, la medida abre atractivas oportunidades para que nuevos actores se sumen a este mercado, debido que hasta ahora la chilena SQM (que produce el 24% del litio del mundo) y la alemana Chemetall (16%) eran las únicas productoras en Chile.

Estas últimas cuentan con contratos especiales para operar en el Salar de Atacama, al norte del país, que son muy difíciles de obtener, ya que en los '70 la autoridad chilena declaró el litio un recurso estratégico dadas sus posibilidades en la fisión nuclear (liberación de energía), por lo que el Estado no puede entregar una concesión para su explotación desde esa fecha.

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Pero la iniciativa de los CEOL cambió el escenario, y a juicio de Cortés, esta medida es una posibilidad viable para aumentar la producción de litio en Chile, debido a que hay otros salares en el país que aún no han sido explotados, lo que representa una gran oportunidad para capturar la futura demanda. Además, dice, Chile cuenta con experiencia y mano de obra especializada en la explotación de litio.

Muy distinta es la opinión de Arellano-Baeza, quien ve en la medida del ejecutivo “más bien una voluntad impulsada por el boom del litio que carece de políticas encaminadas a fomentar una industria con valor agregado”, y comenta que han habido otras grandes iniciativas gubernamentales en Chile en el plano energético que nunca han prosperado, siendo el ejemplo más emblemático el de la geotermia.

Hace ocho años el gobierno de Chile creó una serie de mecanismos para impulsar a las empresas a realizar perforaciones geotérmicas en el país, explica Arellano-Baeza, a objeto de promover la producción local de energía eléctrica a partir del recurso geotérmico, un proyecto esperanzador a raíz de la elevada dependencia de la matriz energética de Chile con hidrocarburos como el diesel importado, además del carbón y el recurso hidroeléctrico.

La medida, que se enmarcó dentro de un plan estatal para potenciar el desarrollo de las Energías Renovables No Convencionales (ERNC), acaparó rápidamente la atención de diversas compañías y firmas multinacionales, ya que Chile cuenta con el 10% del total de los volcanes activos del mundo y un 86% de disponibilidad para explotar estas fuentes geotérmicas.

De hecho, Chile fue pionero en el campo de la exploración y la explotación geotérmica, destaca Arellano-Baeza, “sin embargo, hoy no somos capaces de generar un solo MW de energía eléctrica basada en geotermia, debido a que nunca ha habido una política pública orientada a desarrollar el potencial geotérmico del país”. Lo que ha hecho la autoridad, aclara, es abrir la oportunidad para que las empresas comiencen a perforar, pero no ha incentivado a que las compañías inviertan más recursos en proyectos de geotermia y tampoco ha puesto plazos para que los firmas eléctricas comiencen a producir energía a partir del recurso geotérmico, “por lo visto esto no se va a hacer y dudo que el escenario sea distinto para el caso del litio”.

“Pienso que con el litio va a pasar lo mismo que con la industria del cobre”, prevé Arellano-Baeza, “Chile va ha terminar siendo un mero explotador de litio, sin agregar mayor valor al sector porque lo más probable es que falten políticas públicas adecuadas para potenciar este mercado”. Al término de 2011 el valor de las exportaciones chilenas de cobre alcanzó una cifra récord de US$42.629 millones, 6% más que lo registrado en 2010, según informó el Banco Central de Chile, situando al país como el principal productor mundial del metal rojo y aportando con un tercio de la demanda mundial.

En síntesis, la industria chilena del cobre continúa siendo eminentemente extractiva, sentencia Arellano-Baeza, “y todavía no da un salto cualitativo en la fabricación y comercialización de productos con valor agregado basados en el metal rojo”.

Cortés comparte la idea de Arellano-Baeza de que, en el caso del litio, el gobierno chileno debe urgentemente acompañar la estrategia del CEOL con políticas específicas para agregar valor a la cadena, porque en su opinión, el país tiene una oportunidad excepcional de desarrollar un sector con gran potencial tecnológico, considerando los numerosos usos que se le están dando al litio.

La baja I+D en Chile. No obstante, Jorge Oyarzún, profesordel Departamento de Ingeniería en Minas de la Universidadde La Serena, no cree que Chile sea un campo de mucha atracción para desarrollar investigación en litio, ya que existen grandes recursos científicos, tecnológicos y económicos, además de mano de obra más cualificada, en otros países para desarrollar baterías de litio y otras aplicaciones basadas en el mineral.

Arellano-Baeza coincide plenamente y afirma que hay varias compañías extranjeras trabajando en la fabricación de baterías de litio, “entonces, ¿para qué perder tiempo y recursos en nuestro país comenzando de nuevo con estos desarrollos? Además, la inversión en I+D en Chile es muy baja”. Y las cifras son elocuentes: el Centro de Innovación del Litio (CIL) de Chile apenas ha logrado recaudar 1 millón de dólares para financiar cuatro proyectos de investigación y desarrollo, que apuntan a mejorar la tecnología de las baterías de litio, mientras que un solo programa estadounidense en la materia anunció recientemente una inversión de US$120 millones.

En consecuencia, ya que la inversión en I+D en Chile es precaria, Arellano-Baeza sugiere que la estrategia a seguir por la autoridad es negociar con los fabricantes de baterías de litio y otras tecnologías basadas en el mineral, ofreciéndoles una serie de incentivos “para que se instalen en el país y continúen aquí sus desarrollos. Pienso que hay que vincularse con aquellos actores que traigan un aporte a la industria en Chile”.

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Los avances en Argentina y Bolivia. Mientras en Chile recién comienza el debate en torno a las mejores estrategias para industrializar el litio, Argentina y Bolivia avanzan en el desarrollo de sus respectivos proyectos.

En Argentina se han unido la australiana Orocobre con la japonesa Toyota Tsusho para explotar el yacimiento de litio Olaroz -emplazado en la provincia de Jujuy, noroeste del país-, precisa Cortés, que tiene un potencial muy atractivo debido a su alta concentración del mineral, buen retorno de la inversión y bajos riesgos técnicos. Pero no sería el único emprendimiento en vista, dado que “la cantidad de salares inexplorados que tiene Argentina, nos la quisiéramos nosotros (Chile)”, aseveró Roberto Mallea, experto del Centro de Investigación Minera y Metalúrgica (CIMM) de Chile, a través de medios de prensa regional.

Y si bien el Salar de Uyuni en Bolivia es de lejos el más codiciado por los fabricantes de automóviles, el gobierno de Evo Morales pretende que la industria del litio sea 100% estatal, comenta Cortés, lo que ha hecho que empresas niponas como Mitsubishi y Sumitomo, junto con los gobiernos de Corea del Sur, Rusia, China y Brasil hagan fila para tratar de negociar con la autoridad boliviana, “quien hasta ahora ha evitado cualquier compromiso formal manteniendo a los interesados en suspenso”.

“Si el gobierno boliviano persiste en su estrategia de explotar el litio y obtener el máximo beneficio de este recurso natural para sacar de la extrema pobreza a su pueblo”, advierte Cortés, el país se verá enfrentado a grandes desafíos tales como desarrollar la infraestructura ad hoc y que en estos momentosno tiene, y obtener los recursos para realizar las inversiones en exploración, explotación y desarrollo tecnológico. Incluso, dice, la autoridad boliviana deberá lidiar con las comunidades que viven en los alrededores del salar y con ciertos efectos negativos en el medio ambiente.

Autores

Universia Knowledge Wharton