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Cayo Santa María, una ciudadela paraíso en Cuba
Jueves, Enero 1, 2015 - 08:12

En todo el centro de la isla, por la costa norte, se esconde un maravilloso rincón de playas vírgenes y una atractiva infraestructura turística.

Cuando se habla de playas en Cuba es imposible no pensar en Varadero, pero esta pequeña isla guarda más que sus lugares emblemáticos. En todo el centro del país, por la costa norte, se esconde un inimaginado tesoro de mar: los cayos del norte, entre los cuales está Cayo Santa María, una extensa ciudadela turística con capacidad para más de siete mil personas.

Un rincón cubano hecho de playas vírgenes que se perfila como uno de los más completos destinos de descanso, con una oferta inacabable: desde hoteles para parejas, hasta enormes complejos familiares. Desde caminatas ecológicas, hasta paseos en catamarán rumbo al delfinario.  Se puede gozar de un día en las cristalinas playas azuladas o un excitante paseo a caballo.

La oferta gastronómica es otro de sus atractivos. Es posible degustar platos de la comida criolla o sofisticadas recetas internacionales. De alguna manera, este cayo tiene todo lo que un agotado ciudadano quiere para unos días de descanso.

La región, sin embargo, es más que playas de arena blanca y aguas cristalinas. Es una zona que ha hecho un esfuerzo por crear un modelo turístico amigable con el medio ambiente y por posicionarse como un destino importante para el turismo. Prueba de ello es Caibarién, una carretera de 48 kilómetros construida en piedra que conecta la región continental de los cayos de Santa María, Las Brujas y Ensenachos.

Esta obra, reconocida con varios premios internacionales, está conformada por 44 puentes en hormigón armado, que logran que la flora y la fauna de la zona no sean afectadas por la carretera. El camino -conocida como piedraplén- permitió el acceso a los cayos del centro-norte de la isla, que por décadas fueron conocidos como el archipiélago Jardines del Rey.

En 1514 el conquistador Diego Velázquez de Cuéllar los bautizó en honor al rey Fernando II.

En tiempos de la Colonia la región no tuvo mayor desarrollo, su exuberante vegetación se convirtió en una barrera para los conquistadores y en un refugio para comunidades aborígenes. Por décadas, los más de 2.500 cayos que componen el archipiélago fueron tierras vírgenes apenas ubicadas en el mapa.

Pero en el área continental que conduce a estas playas, los españoles sí hicieron presencia. Por allí edificaron algunas de la primera villas y dejaron a su paso bellas construcciones.

Actualmente, en la zona avanza un plan de ordenamiento territorial que proyecta una inmensa ciudadela compuesta por hoteles de lujo para recibir a más de 15.000 turistas. Las condiciones son inmejorables. Playas vírgenes, aguas claras y azules, así como una infraestructura de primer nivel.

Pero como no sólo de paisajes vive el hombre, se desarrollan varios planes para entretener a sus visitantes. 

Caminatas, safari en 4x4, paseos en alta mar, buceo y visitas a fincas campesinas, así como una amplia oferta de vida nocturna y experiencias gastronómicas son algunas de las opciones que este mágico lugar ofrece a quien lo visite. Un escenario que hace del archipiélago Jardines del Rey una ciudadela de paraíso.

 

Autores

El Espectador/ LifeStyle.com