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Obsesión argentina por la carne vacuna no conoce límites... ni crisis financieras
Miércoles, Agosto 28, 2019 - 14:37

En un país donde comer carne vacuna es considerado más un derecho que un lujo, muchos están estirando sus presupuestos para poder seguir comprando filetes, mientras que las carnicerías observan como se achican sus márgenes de ganancia.

Buenos Aires.- El presente en Argentina es difícil. La tercera economía de Latinoamérica continúa hundida en una recesión y la última depreciación súbita del peso ha impulsado nuevamente los precios de los alimentos.

Pero en un país donde comer carne vacuna es considerado más un derecho que un lujo, muchos están estirando sus presupuestos para poder seguir comprando filetes, mientras que las carnicerías observan como se achican sus márgenes de ganancia.

Para los argentinos la vida social gira en torno a los "asados" -como se le dice localmente a la carne asada a la parrilla- de fin de semana, una costumbre considerada tan parte de la identidad nacional como el tango, Evita Perón y las crisis financieras.

El último descalabro económico argentino se produjo a inicios de mes, cuando el peronismo opositor obtuvo una amplia victoria en la primarias presidenciales del 11 agosto, lo que desencadenó una corrida del peso y complicó aún más la posibilidad de que el presidente liberal Mauricio Macri obtenga un segundo mandato en los comicios de octubre.

Aturdidos por la dramática caída de la moneda local, los ganaderos retuvieron su hacienda a la espera de señales de mayor tranquilidad, impactando en los precios de los cortes.

Sin embargo muchos argentinos optaron por seguir comprando carne, priorizando ingerir su principal fuente de proteínas por sobre otras áreas de presupuesto familiar.

"Los argentinos pueden dejar de comprar ropa y otros elementos, pero no van a dejar de comprar carne. Aunque se quejen de los altos precios", dijo a Reuters Orlando Mamani, carnicero de un supermercado ubicado en el barrio Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires.

Y quejarse es lo que hicieron, mientras hacían fila para elegir cortes en carnicerías a lo largo de la ciudad.

"Los precios subieron entre un 15% y un 20% desde las primarias. El resultado de las elecciones fue realmente una sorpresa", dijo Julio Basmagian, de 70 años, mientras salía de una carnicería con mercadería fresca en sus manos.

"La carne de vaca para nosotros es muy importante. Es inusual que un argentino pase un día sin comer carne de una forma u otra", agregó.

 

Pero como jubilado que vive con un ingreso fijo, Basmagian dijo que podría tener que recortar sus compras futuras, si los precios siguen subiendo porque "lamentablemente, no nos da el bolsillo".

La inflación mensual de Argentina será superior al 3% en agosto, dijo el martes Macri, por encima del 2,2% reportado en julio. Pero de acuerdo a consumidores y carniceros entrevistados por Reuters, el precio de la carne está subiendo a un ritmo superior al de la inflación. Los datos oficiales de la inflación de este mes recién serán dados a conocer en septiembre.

El resultado de Macri en las primarias provocó una caída del 18% en la moneda local, aumentando los temores de que Argentina incumpla con el pago de su deuda.

El rey de la molleja. "No es que la carne sea muy costosa, es que el asalariado cree que es muy costoso porque cree que tiene el derecho a comer carne todos los días", dijo Miguel Schiariti, director de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes argentina (CICCRA).

 

Schiariti dijo que en el Mercado de Liniers, la principal plaza de hacienda del país, la oferta de ganado cayó un 30% después de las primarias.

"Cuando los precios suben así, todos se quejan, incluyéndome a mí", dijo el carnicero Miguel Narciso, de 57 años, mientras cortaba finas rebanadas de carne que se usan para hacer el popular plato local llamado milanesa.

"La demanda siempre está ahí, pero la oferta baja cuando los ganaderos se ponen nerviosos por el peso y esperan a ver qué está pasando antes de salir a vender", agregó Narciso, que vestía un delantal blanco manchado con sangre, de la carnicería Nucho, en el barrio porteño de clase media Caballito.

 

Su jefe, Carlos Príncipe, el autoproclamado "Rey de la Molleja" -como indica en letras rojas la marquesina de la tienda-, comentó como ha escuchado quejas de clientes sobre el alza en los precios desde que las elecciones primarias pusieron cabeza abajo a la política argentina.

"Los ganaderos redujeron el suministro de vacas debido a la incertidumbre, por lo que los precios aumentaron un 18%. Pero no puedo aumentar mi precio minorista en más de un 10% sin perder clientes", dijo Príncipe.

"Así que estamos perdiendo dinero por ahora, ¿pero qué voy a hacer? Tengo un negocio que dirigir y empleados que tienen que seguir trabajando", agregó.

Autores

Reuters