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Padres tecnológicos, hijos conectados
Miércoles, Enero 5, 2011 - 18:46

<p>"Papá, ¡el e-mail ya pasó de moda! Te lo mando por SMS”, me respondió mi hija cuando le pedí que me enviara cierta información a mi correo electrónico. </p><p>Más allá del histrionismo o la exageración implícitos en esa afirmación, <strong>lo que sí es cierto es que cuando uno intenta comunicarse con un adolescente por e-mail, es bastante alta la probabibilidad de que nunca recibamos una respuesta.</strong> La razón es simple: las nuevas generaciones que nacen y crecen de la mano de la tecnología están cambiando la forma en que se comunican y socializan.</p><p><strong>Como padre "tecnológico”, he observado con mucho interés esta evolución. Ya no basta con conocer las&#160; últimas y mejores tecnologías. </strong>Es preciso involucrarse más de cerca para entender lo que está cambiando en la mente de estos chicos. Con ese objetivo en mente, compré y aprendí a usar una consola de DJ&#160; para recibir a los amigos de mi hija en reuniones en casa. </p><p>A partir de ese acercamiento con los chicos descubrí que hay muchos aspectos de esa generación que nosotros no controlamos y que forman parte de un mundo nuevo. <strong>Primero: los jóvenes se comunican por medio de mensajes cada vez más cortos. Segundo: los adolecentes están acostumbrados a tener acceso a la información de manera instantánea</strong>; para ellos, no tiene sentido ir a la biblioteca y hurgar entre libros de papel para encontrar las respuestas a sus preguntas. Y, por último, <strong>están de alguna manera obsesionados por compartir con el mayor número de personas posible todo lo que hacen.</strong></p><p>Como papá, necesitaba adaptarme al mundo de mi familia.<strong> Para mi hija adolescente, los mensajes de texto y las redes sociales generalmente funcionan mejor que el correo electrónico.</strong> <strong>Por su lado, mi hija menor, que está en su proceso de alfabetización, no acepta un "no sé" como respuesta. </strong>Para ella, un teléfono celular o una computadora tienen la capacidad de responder en cualquier momento lo que ella quiere saber. El otro día le preguntó a mi esposa cuántos países hay en el mundo. Y, dada la respuesta negativa, dijo: "¡Pero tienes Google en tu celular!". Buscado y respondido. </p><p>El desafío, sin embargo, va mucho más allá de compartir información. Estos jóvenes están ampliando su capacidad para relacionarse con su entorno y con los demás, impulsados por la necesidad de compartir con más y más personas lo que hacen y lo que les gusta. Muchas veces, saber quién es quién entre cientos de "amigos virtuales" no es tarea fácil. <strong>En mis tiempos, ser popular era organizar una fiesta con los compañeros de la escuela. Hoy, es popular quien tiene mayor número de seguidores en Twitter o amigos en Orkut o en Facebook.</strong></p><p>También es cierto que en ese deseo de multiplicar sus conexiones reside un riesgo, y que de nosotros, los adultos, depende el control. Hace poco, una pareja de adolescentes se prestó a una exhibición poco ortodoxa simplemente para incrementar el número de seguidores en sus perfiles en Twitter. Cuanta más gente conectada, más osados se comportaban. Terminaron con casi 10.000 seguidores y una conversación poco agradable.</p><p>Ser padre hoy es un desafío muy grande. Requiere dedicación y equilibrio entre la&#160; libertad otorgada y las circunstancias de la vida moderna. <strong>Hace algunos años, tomé algunas decisiones simples que me ayudaron a mantener ese equilibrio. Por ejemplo: durante mucho tiempo acepté que mi hija mayor accediera a las redes sociales con una clave de acceso compartido. </strong>Traté de enseñarle lo básico: no aceptar como amigos a gente que no conociera, tener cuidado con lo que dice en internet y, sobre todo, no compartir información personal.</p><p>Y más allá de estas medidas, conversar y comprender lo que está cambiando en los hábitos de las nuevas generaciones es lo que más ayuda en el desafío de educar en tiempos modernos. </p><p>Internet permite acelerar el desarrollo infantil en muchos sentidos y es un medio esencial para la evolución de la sociedad. Al igual que en el mundo físico, la inserción de nuestros hijos en esta nueva realidad tiene que ocurrir paso a paso y con supervisión. ¡Aunque su padre se especialice en internet y tecnología!</p>