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Estudio asegura que coeficiente intelectual depende del grosor de la corteza cerebral
Lunes, Marzo 17, 2014 - 13:30

Uno de los resultados principales del un estudio es que una reducción de la corteza cerebral se relaciona con una disminución significativa del coeficiente de inteligencia.

El coeficiente de inteligencia (CI) de una persona está relacionado con el grosor de su corteza cerebral, según una investigación en la que participaron varios centros de España, Reino Unido, EEUU y Canadá.

Según el investigador Miguel Burgaleta, del grupo de Adquisición del Lenguaje y Percepción de la Universidad Pompeu Fabra la corteza cerebral es una capa delgada de células nerviosas, de pocos milímetros de espesor, que interviene en funciones cognitivas como la percepción, el lenguaje, la memoria o la conciencia.

El estudio, que analizó a 188 niños y adolescentes durante dos años con intervención de investigadores españoles, ingleses, estadounidenses y canadienses y cuyo resultado publica la revista NeuroImage, indica que la tasa de variación del grosor del córtex cerebral "es relevante".

Según Burgaleta, la investigación significa "un cambio de paradigma en el estudio de las capacidades cognitivas y contribuye a entender el aspecto dinámico y plástico del cerebro y, por tanto, de las capacidades cognitivas de los humanos".

La corteza cerebral se va reduciendo a partir de los cinco o los seis años como parte del proceso normal de desarrollo, pero el significado de estos cambios no está bien establecido.

En este trabajo, los investigadores estudiaron al grupo de niños y adolescentes mediante resonancias magnéticas y descubrieron la relación entre los cambios en el grosor cortical cerebral y los cambios en el desarrollo del coeficiente de inteligencia.

Uno de los resultados principales del trabajo es que una reducción importante de la corteza cerebral se relaciona con una disminución significativa del coeficiente de inteligencia.

"Nuestra investigación indica que estas fluctuaciones en el coeficiente de inteligencia también esconden cambios genuinos en la inteligencia, ya que correlacionan con cambios en la estructura cerebral, un resultado que no se debería encontrar si las fluctuaciones fueran espurias o fruto del error de medición, como se había dicho anteriormente", explicó Burgaleta .

Según el investigador, "esto tiene implicaciones serias en cuanto al uso social del coeficiente de inteligencia".

"Por ejemplo, a la hora de considerar el CI como criterio de admisión o diagnóstico. Aunque, por supuesto, no niega su poder predictivo, que se ha replicado en múltiples ocasiones, en cuanto a rendimiento académico o laboral", añadió el científico.

Los resultados de este estudio pueden tener, según Burgaleta, implicaciones "de amplio alcance" en el ámbito pedagógico.

Autores

ELESPECTADOR.COM