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Curso que contempla 18 tiros habilita a usar armas en Uruguay
Lunes, Diciembre 17, 2012 - 15:38

Luego de un curso de cuatro horas y algo de papeleo, se obtiene la tenencia.

Dieciocho tiros y algo de papeleo es lo que se necesita para acceder a la tenencia de armas en Uruguay. Es más que lo que hacía falta hasta 2002, cuando se podía tener un arma de fuego sólo presentando el documento.

Sin embargo, las cuatro horas de curso no resultan suficientes si lo que se pretende es que esos 18 tiros basten para usar un arma de forma responsable. Tras la presentación de los papeles en la Jefatura de Policía, la tenencia se obtiene sin inconvenientes en 10 días: poseer un arma en Uruguay es un derecho.

Sin jamás haber tocado un arma de fuego en mi vida, realicé un curso de 118 tiros para comprobar su diferencia con el de tenencia y evidenciar las complejidades de presionar el gatillo.

Ni bien tomé el arma, lo primero que noté fue el temblor de mis brazos. Mantenerlos extendidos para sostener el peso del revólver y sin perder el equilibrio no fue fácil. Una vez que el disparo salió, la potencia de la bala llevó mis muñecas hacia atrás y una bocanada de humo me rodeó, cubriéndolo todo con un fuerte olor a pólvora.

En un curso de tiro normalmente se utiliza el revólver (arma que lleva la munición dispuesta en un "tambor"), a no ser que el alumno especifique que quiere usar una pistola o un arma larga. Pero, más allá de con qué arma se practique, la tenencia sirve para todo tipo de revólveres y escopetas, pistolas de hasta 9 milímetros y rifles con proyectiles de hasta 6,5 milímetros de diámetro.

El corazón se acelera, la espalda se tensa y después de algunos disparos se logra un poco más de confianza, tras ver que no es tan difícil darle al blanco como se creía. A medida que pasa el tiempo, la concentración aumenta y se empieza a disfrutar de dispararle a un objetivo.

De a poco uno va incorporando cada aspecto a tener en cuenta: la posición de los pies, cubrir la empuñadura del arma de forma correcta, la respiración, apretar el gatillo de manera pausada. Son muchas cosas que controlar, aun en un ambiente seguro como un club de tiro. Pero tras tres vueltas del "tambor" la instrucción finalizó.

Con el curso de tenencia "te vas sin ser un monito con una escopeta", señala Albert Tártaro, uno de los dos hermanos, responsables de la Primera Escuela Uruguaya de Tiro, fundada hace 20 años por el padre de ambos, un ex militar. Su hermano Luis, cree que con 18 tiros se aprende "a no ser un peligro", pero no es suficiente para ser un buen tirador. El curso básico dura cuatro horas, vale $ 1.500 y hay que renovarlo cada cinco años. El taller consta de una parte teórica sobre lo que se puede y no hacer con un arma de fuego según el Código Penal, se establece cuando una situación es considerada de legítima defensa y se enseña el uso seguro de las armas de fuego.

Sin embargo, los responsables de la escuela aseguraron que hace falta bastante más práctica para poder desenvolverse cómodamente con un arma. Albert establece unos 500 tiros para hacerlo bien. Luis considera necesario que la norma legal obligara a tener una instrucción mínima de 118 tiros. Ese curso tiene un costo de $ 3.500 y se imparte en tres días.

"En un curso más largo vas a tener mayor dominio de la precisión, en la manipulación del arma y en la velocidad de reacción", advierte. Tártaro no cree que la diferencia de dinero entre un curso y otro restara clientela: "La gente que lo hace, lo haría igual porque es responsable. Los que no vienen, y prefieren hacerlo de forma ilegal, no vendrían de todas formas", señala.

Según datos en poder del instructor, el 85% de los muertos o heridos por armas de fuego ocurren por una mala manipulación de las mismas, el 10% por suicidio y solo 5% por enfrentamientos con agresores. A su juicio, esos datos demuestran que el riesgo por el uso indebido de las armas es mucho más alto que la posibilidad de morir por un balazo.

Si bien durante el curso introductorio de 18 tiros, entendí cuál era el riesgo de manipular un arma de fuego, fue recién durante la práctica más avanzada cuando caí en la cuenta de lo que significa. Por mi inexperiencia me ocurrieron dos "accidentes" que en una situación real podrían resultar fatales. Mientras utilizaba un revólver Smith Wesson 357, amartillé el arma (es decir, preparé el revólver para dispararlo levantando el percutor), pero cuando intenté volver a colocar el percutor en su posición previa se me escapó un disparo.

Luego, usando una pistola semiautomática de 9 milímetros con un cartucho con capacidad para 17 balas, la corredera -mecanismo que al llevarlo hacia atrás deja preparadas las balas para disparar- se trabó. En una situación de enfrentamiento con un supuesto agresor, ese desliz me hubiera dejado en clara desventaja.

"La gente llega con la idea de que usar un arma es más fácil de lo que parece", indica Albert Tártaro. Sin embargo, la utilización del arma en ocasiones que comúnmente pueden pensarse como no peligrosas puede traer resultados fatídicos.

Una bala de 10 gramos disparada hacia arriba avanza a 320 metros por segundo, implicando un alto riesgo si le pega a alguien al bajar. Un disparo hecho al aire puede matar a un sujeto a cinco cuadras de distancia, teniendo en cuenta que la bala de una pistola 9 milímetros puede recorrer 1.000 metros y la de un revólver 600, informan en la escuela de tiro.

La persona que adquiere un arma para seguridad arranca mal, porque lo que hará es potenciar la violencia. Lo que sí da el arma de forma instantánea es sensación de seguridad, pero puede que lo que genere sea lo contrario", afirma Luis Tártaro.

A pesar de la sensación de inseguridad, el instructor señala que el número de individuos que se acercan a la escuela por motivos de seguridad aumentó levemente. Sin embargo, reconoce que en la escuela no suelen preguntar a sus clientes los motivos por los cuales realizan la instrucción.Como desde hace cinco o seis años, el número de las personas que hace el curso de tenencia se mantiene estable: entre 40 y 50 personas por mes. La edad que predomina es entre 25 y 40 años y la proporción por género es de 90% a 95% de hombres y 5% a 10% de mujeres.

Sin embargo, Tártaro reconoce que se ha acercado a la academia gente con rabia porque le habían robado reiteradas veces e incluso recuerda el caso de unas mujeres de unos 70 años que fueron a aprender a disparar por miedo. Los hermanos Tártaro señalan que también hay personas que se acercan al curso con el objetivo de obtener la tenencia para regularizar un arma recibida como herencia. Otros también lo hacen por afición a la caza o para practicar tiro deportivo. Sin embargo, destaca Luis Tártaro, "en el 50% de los casos (los alumnos) piensan que vienen a perder el tiempo". Otros se quejan de que ellos tengan que hacer el curso, mientras "los pichis las compran así nomás", indica Albert.

Abandoné la escuela de tiro con cierta euforia y regodeo de mi puntería, pero incapaz de sentirme preparada para utilizar un arma en una situación límite.

Pero incluso un profesional del tiro como Albert Tártaro tampoco lo está: "Yo soy un profesional y si me preguntás si estoy preparado para una situación así, no lo estoy. Probablemente tenga más chances, pero tener un arma de fuego no es garantía de seguridad. Aunque si te compras un arma, lo mejor es saber usarla y cuánto más entrenado estés, mejor".

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