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Asedio a Rafael Correa en Ecuador no representa un peligro para su gobierno
Viernes, Julio 3, 2015 - 10:58

Mientras sus opositores se vuelcan a las calles, el presidente ecuatoriano denuncia indicios de planes para derrocar al gobierno. Analistas consultados por DW no ven ese peligro.

Los ánimos están crispados en Ecuador, sobre todo desde que comenzaron las protestas contra proyectos de ley dirigidos a gravar las herencias y la plusvalía extraordinaria de la venta de propiedades. El presidente Rafael Correa suspendió transitoriamente sus planes, pero el gesto no bastó para aplacar a sus adversarios. Las manifestaciones continúan.

Semejante efervescencia podría llamar la atención, en vista de la situación relativamente propicia del país que, pese a verse afectado por la caída de los precios del petróleo, tuvo un envidiable crecimiento económico del 3,8% en 2014, según recalcó el propio Correa. También hay avances en la lucha contra la pobreza, cuyo índice se ha reducido en más de 15 puntos desde 2006.

Restricción de libertades. Aunque el detonante directo de las movilizaciones fueron los impuestos ideados para poder mantener el nivel del gasto social, “las protestas han continuado no tanto por el lado económico, sino por la limitación que han sufrido las libertades ciudadanas”, observa la analista Ana Isabel López García, del instituto de estudios internacionales GIGA, de Hamburgo, puntualizando que “más de 200 medios se han visto censurados.”

También Reiner Wilhelm, de Adveniat, Acción Episcopal para América Latina, recuerda que el gobierno ecuatoriano “ha conculcado inmensamente la libertad de prensa y de opinión” y califica el estilo de Correa de rayano en lo autocrático. Pero considera que “las manifestaciones, que vienen realizándose desde hace semanas, han cobrado impulso ahora porque se acerca la visita del Papa”, hecho que pone a Ecuador en la mira internacional. A su juicio, se trata de forzar al gobierno a hacer concesiones, concretamente a retirar el proyecto de ley tributaria en forma definitiva.

¿Peligra el gobierno? De ahí a que exista realmente un peligro para la estabilidad del gobierno hay un gran trecho. “En Ecuador, las protestas sociales masivas han derrocado a tres presidentes. Pero no estamos en esa situación ahora. La oposición es reducida, solo controla tres alcaldías (Quito, Cuenca y Guayaquil) pero Correa tiene presencia en todo el resto del país, controla el 70% del Congreso”, indica Ana Isabel López García.

“Correa tiene una retórica que demoniza a la oposición”, dice la académica, pero no considera que la situación sea tan grave como para temer un derrocamiento. Por otra parte, indica que desde el amotinamiento policial de 2010, el presidente “ha logrado conquistar la lealtad de las fuerzas armadas y las fuerzas policiales, en un contexto económico favorable; yo no veo divisiones en esos órganos”.

De la retórica a la práctica. También el entendido de Adveniat recuerda aquel episodio y la forma en que el presidente enfrentó, con el pecho descubierto, a los amotinados. “El siempre ha sido muy impulsivo y su política también. Es alguien con mucha capacidad retórica, que sabe también encantar a la gente”, señala Reiner Wilhelm, puntualizando: “Una cosa es el discurso y otra los hechos. Él tiene un lenguaje muy enérgico pero, a la hora de la hora, es absolutamente pragmático”, afirma. Por eso estima que el gobernante ecuatoriano terminará haciendo concesiones a la oposición para superar la crisis.

En tal caso, no sería necesario llegar a un referendo revocatorio como el que Correa retó a plantear a sus opositores a mediados de junio. Pero los analistas tampoco descartan esa opción. “Creo que el referéndum y la revocatoria del mandato es una posibilidad y que el presidente Correa recurriría a ello en caso de que las protestas llegaran a escalar más”, sostiene Ana Isabel López, haciendo notar que, “pese a haber coartado a los medios, el presidente tiene mucha aceptación en Ecuador”.

Autores

Deutsche Welle