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Cultivadores de cannabis en Uruguay crean federación para incidir en política
Viernes, Enero 3, 2014 - 16:33

Si bien la federación estará abierta para todos los cultivadores de marihuana uruguayos, habrá un “filtro”: que los pequeños productores locales sean los que se apropien del “modelo productivo”.

El domingo 29 de diciembre, en la localidad 25 de agosto (Florida) se constituyó formalmente la Federación Nacional de Cannabicultores del Uruguay, que agrupará a cultivadores de marihuana en general. Podrán integrarla quienes opten por el autocultivo domiciliario, quienes quieran formar clubes de membresía o los interesados en cultivar para la venta en farmacias, según lo habilita la ley aprobada a principios de mes.

Unas 30 personas participaron de la asamblea en la que se designaron las autoridades de la federación, para entonces presentarse ante el Ministerio de Educación y Cultura y tramitar la personería jurídica. Esperan haber concluido el trámite al cabo de tres o cuatro meses.

Julio Rey, integrante de la Movida Cannábica Florida, fue elegido presidente de la federación mediante votación. También se designaron los cargos para integrar tres comisiones: directiva, fiscal y electoral. Rey comentó a El Observador que en la asamblea hubo activistas de todo el país. Además de su grupo de Florida hay ocho ciudades que ya integran formalmente la federación: Artigas, Paysandú, Tacuarembó, Maldonado, Montevideo, Young, Minas y Rivera. Otras seis localidades expresaron su interés en sumarse.

“La idea de la federación es tener injerencia en la implementación de la ley”, afirmó Rey. “Si bien veníamos trabajando en mesas de diálogo en la Junta Nacional de Drogas, no teníamos hasta ahora una integración formal”, señaló. Admitió que constituirse como federación les permite poner la mira en formar parte de la comisión honoraria del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca), que aún no está funcionando.

Si bien la federación estará abierta para todos los cultivadores de marihuana uruguayos (incluso para especialistas, médicos o científicos que no cultiven pero quieran aportar sus conocimientos sobre la planta), habrá un “filtro”, advirtió Rey: todos deberán estar de acuerdo con que los colectivos más vulnerables y los pequeños productores locales sean los que se apropien del “modelo productivo”. “Si hacemos las cosas bien, podemos sacar mucho dinero de todo esto”, alegó el activista.

Milagros Galliero, delegada de la Red de Usuarios y Cultivadores de Cannabis –que ahora formará parte de la federación–, lo explicó así: “Como usuarios fuimos discriminados, excluidos. Ahora esto (la legalización) nos abre puertas. Con la federación queremos impulsar el desarrollo social. Nos interesa cultivar tranquilos, pero también que esto sea una fuente de trabajo. Si alguno tiene un campo más o menos grande y se le otorga una licencia para cultivar, que en ese campo trabajen personas trans, madres solteras, recicladores”.

Rey también apuntó que cada “movida cannábica” conservará su independencia, pero al pertenecer a una misma asociación podrán sacar algunas ventajas económicas, como por ejemplo comprar al por mayor los materiales para los invernáculos en los que plantarán la marihuana. “La unión hace la fuerza”, ilustró.

Entre los activistas vinculados a la federación hay cuatro grupos que ya redactaron sus proyectos para postularse y obtener una licencia estatal para producir en cultivos extensivos. Son de Bella Unión, Tacuarembó, Florida y Casupá, según informó Rey.

Galliero y algunos amigos del Cerrito de la Victoria que integran la red de usuarios ya están en el camino de aprovechar la ley y potenciar su experiencia como cultivadores. Hace dos meses elaboran tintura de cannabis que ofrecen gratis a conocidos para combatir distintas patologías (ver recuadro). Consideran que la vertiente medicinal puede ser una fuente laboral para los cultivadores. Como integrantes de la red también recorren barrios de contexto crítico y dan charlas en el interior con el fin de dar a los usuarios de drogas “herramientas” e “información para que puedan decidir qué es lo bueno y qué es lo malo en su vida”. “No venimos con la cabeza del prohibicionismo. Promovemos un consumo responsable de las sustancias en general”, explicó Galliero a El Observador.

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