La estrategia del gobierno de Peña Nieto deja en manos del titular de Interior y del director de Inteligencia mexicanos la decisión de qué agencia de su país recibirá y actuará sobre información proporcionada por EE.UU.
El "resentimiento" del nuevo Gobierno mexicano ante el rol protagonista que EE.UU. había tomado en la lucha contra el narcotráfico ha provocado que la Administración de Barack Obama tema perder fuerza en la cooperación de seguridad, en la que ya empiezan a producirse cambios, informa este domingo The Washington Post.
Cuatro días antes de que Obama se reúna en México con el presidente Enrique Peña Nieto, el diario describe la sensación de "ansiedad" de muchos funcionarios estadounidenses, que temen que la cooperación en materia de seguridad esté "en riesgo", mediante entrevistas con docenas de diplomáticos, militares y responsables de inteligencia de ambos países.
El pasado 15 de diciembre, poco después de la toma de posesión de Peña Nieto, cinco altos funcionarios mexicanos, entre ellos los encargados de Interior y Justicia, se reunieron con responsables de la CIA, el FBI y la Agencia Estadounidense Antidrogas (DEA) en la residencia del embajador estadounidense en México.
"Detener la violencia de los carteles se había convertido en la mayor prioridad de Peña Nieto en la campaña, y EE.UU. no sabía qué significaba eso. Muchos temían un retroceso de la cooperación bilateral y una disposición a reducir la guerra contra los carteles a cambio de calles más tranquilas", indica el artículo.
En el encuentro, los funcionarios mexicanos escucharon "con cara de póquer" mientras los estadounidenses les explicaban el grado de implicación que habían adquirido, con una vigilancia minuciosa del territorio mexicano a través incluso de aviones no tripulados.
Los representantes de México agradecieron la información proporcionada, sin hacer más comentarios, y abandonaron el encuentro, indicó un funcionario estadounidense al rotativo.
Dos días después, Peña Nieto anunció los seis ejes de su estrategia de seguridad, que prevé el combate de la violencia con un enfoque regional y la creación de una Gendarmería Nacional con 10.000 miembros en una primera etapa.
En una visita a Washington hace dos semanas, una delegación mexicana puso a sus homólogos estadounidenses al día de los avances en esa estrategia, que deja en manos del titular de Interior y el director de Inteligencia mexicanos la decisión de qué agencia de su país recibirá y actuará sobre información proporcionada por EE.UU.
"Dada la corrupción de las Fuerzas Armadas y policiales en México, varios funcionarios estadounidenses dijeron en privado que no estarían dispuestos a compartir información de inteligencia hasta que hubieran investigado a los que iban a recibirla y entendieran cómo se iba a proteger su información", asegura el rotativo.
Algunos funcionarios estadounidenses están frustrados, además, por la decisión del Gobierno de México de expulsar a los funcionarios estadounidenses que desde 2011 trabajaban en centros de inteligencia conjunta dirigidos por la CIA y la DEA en lugares como Ciudad de México y Monterrey, que fue revelada durante la cita en Washington.
En ese contexto, los funcionarios estadounidenses "esperan ansiosamente más detalles" de la nueva estrategia de seguridad de México, según el rotativo.
Obama llegará a México el próximo jueves y el viernes 3 de mayo viajará a Costa Rica para un encuentro bilateral con la presidenta de ese país, Laura Chinchilla, y asistir a la cumbre del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), en la que participarán varios mandatarios de la región.