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El avión presidencial mexicano cumplirá 24 años y se abre la discusión sobre renovarlo
Domingo, Abril 8, 2012 - 16:37

La nave fue adquirida en 1987 por el gobierno de Miguel de la Madrid, tuvo un costo de US$43 millones (76.067 millones de pesos, a cambio de divisa de ese año), al cual se le sumó una inversión extra de US$1,5 millones en decoración interior.

Excelsior.com.mx. A bordo de un 757-225 de la empresa estadounidense Boeing, cinco Presidentes de México han hecho diversos viajes internacionales. De nombre Presidente Juárez, matrícula XC-UJM, número económico TP-01, número de serie 22690 y con fecha de alta el 16 de octubre de 1988, el avión encargado de transportar al titular del Ejecutivo mexicano, cumplirá 24 años de servicio.

Esta aeronave, adquirida en 1987 por el gobierno de Miguel de la Madrid, tuvo un costo de US$43 millones (76.067 millones de pesos, a cambio de divisa de ese año), al cual se le sumó un gasto extra de US$1,5 millones en decoración interior.

Según voceros de Boeing, el costo de esta aeronave era de US$65 millones en esa época, pero al gobierno mexicano se le dio un precio especial por sobrexistencia de unidades.

La Presidencia de la República dio el año mencionado un pago adelantado de 20 millones de pesos, y el resto del costo se liquidó en los siguientes 12 años con intereses variables de 12% al 14% anual.

Según información de Boeing, el avión cuenta con dos motores Rolls-Royce colocados en sus alas. Su radio de acción le permite recorrer, sin escalas, sólo siete mil kilómetros, siendo sus traslados hasta 30% más tardados que uno comercial. Su envergadura es de 38.05 metros y 47.32 metros de largo. Su altura a la punta de la cola es de 13.56 metros.

Pesa 99 toneladas, una carga útil de 57 toneladas. Su velocidad crucero es de 936 kilómetros por hora a nueve mil 450 metros sobre el nivel del mar. Permite transportar hasta 66 personas.

Vale señalar que el 28 de noviembre de 2005, Boeing dio por concluida la fabricación de este modelo de avión, luego de 23 años de programa de los 757. Los datos de la compañía aseguran que a la fecha hay mil 30 aeronaves de este tipo todavía en servicio, pues el promedio de vida comercial es de 30 años, aunque mucho depende de su mantenimiento si se extiende su uso. Se vendieron mil 50 aeronaves de este tipo entre 1982 y 2005, y el último modelo fue entregado a Shanghai Airlines a un costo de US$65 millones.

Este modelo de avión fue remplazado por el Boeing C-32, que inició su introducción en junio de 1998 y cuyo costo actual es de alrededor de US$100 millones, dependiendo su equipamiento.

Costoso de mantenimiento. Luego de 19 años de vuelos y mantenimientos de rutina realizados en los hangares de Presidencia, que incluían revisión física, chequeo de lubricantes y líquidos, sistemas de navegación, presión de llantas y aparatos electrónicos, el gobierno de Felipe Calderón gastó 63.925.911,97 pesos (US$4,9 millones) en 2007, en un servicio completo a la aeronave realizado en Estados Unidos.

Según datos solicitados al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), el avión Presidente Juárez fue sometido a una estricta revisión y de mantenimiento, que lo tuvo fuera de servicio por cinco meses.

Los documentos señalan que dos empresas extranjeras fueron las que realizaron los trabajos en el avión presidencial: Associated Air Center, que es operada por el corporativo Landdmark Aviation, así como Iberia Líneas Aéreas de España, SA.

Vale señalar que la primera compañía fue la que se encargo de acondicionar en 1987 la aeronave presidencial, cuyos hangares se sitúan en el aeropuerto de Love Field de Dallas, Texas.

La erogación correspondió a dos conceptos: por la “ejecución de la inspección bianual tipo ‘S10C’ a sistemas y estructura del planeador”, para lo cual se gastaron 11.937.648, 51 pesos (US$917.751), y por “los trabajos efectuados de prevención de corrosión de ambos motores”, lo que tuvo un costo de 51.988.263,46 pesos (US$4 millones).

Urgen a renovar la flota de Los Pinos. Diputados y senadores coincidieron en la necesidad de renovar la flota aérea presidencial e instaron a esclarecer los accidentes en los que han perdido la vida decenas de servidores públicos.

Diputados de todas las fracciones parlamentarias propusieron que para renovar la actual flota se haga mediante leasing —adquirir en arrendamiento financiero, con opción de compra— y así tener por lo menos un nuevo TP-01 para éste o el siguiente Presidente. Todo esto podría lograrse en este mismo año, aseguraron.

Esta idea, que enarbola Vidal Llerenas, secretario de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados, se podría poner en práctica de inmediato a partir de ahorros por subejercicios de las diversas dependencias federales, porque en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2012 “sólo se hizo un exhorto para buscar mecanismos que permitieran, en la medida de lo posible, renovar dicha flota”, consideró.

O sea, no se asignó ningún dinero público para estos menesteres. Y si se tocó el tema en forma soslayada en ese documento fue “porque en esos días, lamentablemente, ocurrió el percance en el que falleciera el secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora”, detalló el también diputado federal perredista.

Por su parte, senadores coincidieron en que un buen trabajo de mantenimiento y la habilidad profesional de quienes tripulan las aeronaves son elementos fundamentales para evitar accidentes y lograr que un aparato alargue su vida útil.

Entrevistados por separado, los senadores Juan Bueno y Felipe González, del PAN; Francisco Labastida, del PRI, y Tomás Torres, del Partido Verde, hablaron de este tema, que corresponderá decidir al próximo gobierno de México.

“Creo que es necesario renovar el TP-01, que usa el Presidente de la República, sea quien sea el próximo titular del Ejecutivo federal, porque se trata de una nave comprada durante el gobierno de Miguel de la Madrid; ya es viejo y creo que México requiere de un mejor avión para su Presidente”, destacó Juan Bueno Torio.

Su compañero de partido, Felipe González, coincidió con él y recordó que México aumenta cada día su participación en decisiones internacionales, multilaterales y es preciso que su jefe de Estado viaje con frecuencia; a veces de un día a otro debe tomar la decisión de salir del país, y es preciso contar con un avión más moderno.

“Yo creo que es un bien para todo el país y me parece que la Cámara de Diputados debería discutir el tema y autorizar el dinero para esa renovación. Muchas de las aeronaves oficiales han tenido que ser adaptadas, para que su antigüedad no se convierta en un problema y puedan continuar en vuelo”, añadió Felipe González.

Para el priista Francisco Labastida, más que renovar el avión presidencial, es urgente que el gobierno federal esclarezca públicamente los motivos de los accidentes aéreos que han dejado decenas de víctimas, entre ellas dos secretarios de Gobernación.

Por su parte, Tomás Torres, del PVEM, coincidió en la necesidad de salvaguardar la seguridad de los funcionarios federales, “pero es fundamental que se aclare hasta qué grado el lamentable caso de deslealtad y corrupción de una compañía estadunidense y sus complicidades en México está relacionada con los accidentes aéreos que involucran naves oficiales.

Gasta el gobierno 3,720 mdp en 12 años. Con un presupuesto anual variable, los gobiernos federales del PAN han invertido un total de 3.720.793.804 pesos (US$286 millones) en el mantenimiento, renovación y compra de piezas que eviten el envejecimiento de los aviones y helicópteros utilizados por el Presidente de la República.

De acuerdo con el histórico del Presupuesto de Egresos de la Federación, correspondiente a la Coordinación General de Transportes Aéreos Presidenciales, identificada con la clave UR211, las aeronaves presidenciales han contado con un promedio anual de 310 millones de pesos anuales de presupuesto, monto que incluye el gasto en refacciones y en el pago del personal que lo tripula y los técnicos que realizan su mantenimiento.

Se observa que el mejor año presupuestal para esta Coordinación fue 2002, cuando el gobierno del presidente Vicente Fox Quesada destinó 357.870.308 para el mantenimiento de las aeronaves y el peor de su año presupuestal fue también con Fox, pero en 2005, pues se le redujo el monto a 219.038.437 pesos.

Menores recursos. Sin embargo, ha sido con el presidente Felipe Calderón el tiempo con los presupuestos más bajos, pues desde 2001 hasta 2006, el gobierno de Vicente Fox, asignó en cinco ocasiones más de 300 millones de pesos (US$23,1 millones) anuales a la Coordinación General de Transportes Aéreos Presidenciales y sólo en un año fue de 219 millones (US$16,89 millones).

En contraste, durante el periodo del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, en tres ocasiones el presupuesto se colocó por debajo de los 300 millones, debido al entorno económico adverso de la economía en general, y en las tres restantes lo superó.

Para este año, el Congreso de la Unión aprobó uno de los mayores presupuestos para cuidar la flota presidencial, con 340.282.964 pesos (US$26.16 millones).

El avión presidencial, entre sustos y límites. A inicios del sexenio, el equipo cercano del presidente Felipe Calderón, entonces encabezado por Juan Camilo Mouriño, resolvió explorar la idea de adquirir un nuevo avión presidencial.

El desaparecido amigo y principal colaborador del mandatario era el jefe de las oficinas de Los Pinos y como tal propuso analizar las posibilidades de renovar el denominado avión presidencial TP-01, Presidente Juárez.

Era el año 2007 y el círculo cercano de Calderón consideró que había argumentos para abordar el tema, ventilarlo públicamente y encontrar una salida que no fuera onerosa en términos presupuestales.

De entrada, evaluaron en Los Pinos, el fabricante había declarado a finales de 2005 que el modelo entraría en la clasificación de descontinuado, lo que de modo automático complicaría las tareas de mantenimiento.

La unidad, además, que se había adquirido en el régimen priista, cumpliría 20 años de servicio, un tiempo razonable para justificar su reemplazo.

El Presidente accedió a que se analizara la posibilidad. Pero ventiló sus reservas sobre la idea. Si había que dar batallas legislativas, les dijo, y asumir críticas de la oposición, que fuera por temas de fondo y en no asuntos que la opinión pública podía calificar como frívolos.

Calderón pidió a Mouriño que, particularmente, cualquier opción alternativa no diera pie a que se hiciera un escándalo en torno a presuntos despilfarros de recursos públicos desde Los Pinos.

Max Cortázar, entonces coordinador de Comunicación Social, comentó de aquella iniciativa y adelantó que, en su momento, cuando las condiciones fueran propicias, se buscaría ventilar en la prensa la intención del cambio.

Las dificultades para sacar adelante las reformas en el Congreso, la recesión económica que se desató a partir de 2008 y la muerte en un accidente aéreo de Mouriño, como secretario de Gobernación, congelaron la iniciativa.

Escala obligada. El modelo del TP-01 no soporta un viaje de 12 horas de corrido. Requiere abastecerse de combustible a la mitad del camino.

La escala, de alrededor de una hora, es en Gander, Canadá. Pero además, el vuelo tiene una duración en promedio de 30% más tiempo con respecto a lo que hace una aerolínea comercial.

Pero si el destino es Asia, se realizan hasta tres paradas, una de éstas en Alaska. Ese fue el caso del regreso del TP-01 de la ciudad de Bombay, en la India, al Distrito Federal, que tuvo una duración de 23 horas.

Se trata, sin embargo, de una unidad con mayores comodidades. La parte correspondiente al mandatario cuenta con una docena de asientos que se despliegan para el descanso. Además, para el Presidente hay un espacio especial para tal fin, así como un WC.

En la parte de atrás, con 44 asientos, similares a los de clase Premier, se ubican los informadores, los escoltas del mandatario, personal de comunicación de Presidencia, las sobrecargos y el chef.

Existen otros dos boeing 737 de la flota de la Fuerza Aérea Mexicana, compuesta por 17 unidades, mismos que utiliza el Ejecutivo federal cuando el TP-01 recibe mantenimiento en Estados Unidos. Y regularmente se emplean para el traslado de secretarios o invitados especiales, como ha sucedido con empresarios invitados por Calderón.

Aun cuando se cubren los protocolos de seguridad correspondientes, los vuelos presidenciales no son ajenos a los percances y riesgos que, al final, se han quedado en meros sustos.

En 2010, las inéditas lluvias de septiembre impidieron el aterrizaje en Tabasco.

Calderón quería supervisar las acciones de apoyo a los damnificados. Pero las condiciones climáticas obligaron al piloto a mantenerse en vuelo durante dos horas con 35 minutos, sin poder tocar tierra.

Como ocurre cuando se improvisan mensajes del mandatario a bordo del avión, el Presidente acudió a la parte trasera para ofrecer pormenores de las dificultades climáticas. Y se dejó sentir una sacudida que lo hizo resbalar.

Otro de los ya anecdóticos momentos del sexenio, se vivió a punto de aterrizar en la base militar de Newark, en Nueva York, el domingo 2 de mayo de 2008, donde realizaría una visita de trabajo.

Al iniciar el descenso, fuertes ráfagas hicieron que el TP-01 Presidente Juárez se desestabilizara, generando en los pasajeros la impresión de que una de las alas tocaría el suelo. Pero no era más que una intensa turbulencia.

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