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El nuevo capital diplomático de Venezuela
Martes, Enero 13, 2015 - 16:20

El gobierno venezolano abrió el año 2015 ocupando asientos en el Consejo de Seguridad y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. ¿Pueden éstos servir para garantizar su supervivencia, amenazada como está por la crisis?

La posibilidad de que Venezuela ponga en marcha una moción para “refundar” el Consejo de Seguridad, donde el país sudamericano ha sido acogido como miembro rotativo para el período 2015-2017, es tan remota como la probabilidad de que su reciente admisión en el Consejo de Derechos Humanos (2015-2016) tenga un efecto disciplinante sobre el gobierno de Nicolás Maduro, conocido por su talante autoritario, su tendencia a reprimir manifestaciones de disidencia política y su intolerancia frente a las protestas populares.

Eso sostiene Víctor Mijares, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA), al ser consultado sobre lo que cabe esperar de la política interior y exterior de Venezuela tras ser admitida en estos dos órganos fundamentales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). “La Venezuela presidida por Hugo Chávez (1999-2013) aspiró en vano a pertenecer al Consejo de Seguridad y lo instó, desde afuera, a ampliar su base de miembros permanentes para que reflejara la multipolaridad de la escena internacional”, recuerda Mijares.

“Pero fue la Venezuela de Maduro, percibido como un mandatario más débil, la que obtuvo asientos en estos órganos. Eso no es casual. Aunque el actual gobierno venezolano sigue siendo visto como uno de carácter ‘revolucionario’, sus objetivos son menos ambiciosos que los de la administración Chávez y su manera de perseguirlos es menos agresiva. Esto puede haber persuadido al GRULAC –el grupo de los países latinoamericanos y caribeños en la Asamblea General de la ONU– de aprobar estas membresías”, acota.

Dos membresías oportunas. “Venezuela ya había formado parte del Consejo de Seguridad en los bienios 1962-1963, 1977-1978, 1986-1987 y 1992-1993. Su última nominación (2006) fracasó debido a las fricciones entre Caracas y Washington; pero, en esta ocasión, Estados Unidos no opuso resistencia. En todo caso, no veo por qué al paso de Venezuela por este consejo se le debe atribuir una trascendencia que no tiene”, opina por su parte Nikolaus Werz, profesor de Política Comparada en la Universidad de Rostock y conocedor del acontecer venezolano.

“Los políticos tienden a convertir los procesos más normales en sucesos extraordinarios”, subraya Werz, aludiendo tácitamente a la grandilocuencia con que reaccionó el presidente Maduro cuando supo que Venezuela había obtenido un escaño en el órgano con más peso en la ONU. A juicio de Mijares, lo que amerita análisis no es la dimensión simbólica de la doble membresía -en el Consejo de Seguridad y en el Consejo de Derechos Humanos-, sino el uso que el gobierno de Maduro probablemente hará de ella.

En búsqueda de rescates financieros. Especializado en estrategias de política exterior de petroestados e instituciones regionales de seguridad y defensa, el politólogo del GIGA creó el microblog @MultilateralVE en Twitter para monitorear las políticas de Venezuela como integrante temporal de ambos órganos. “Está por verse hasta qué punto la administración Maduro coordina sus acciones en estos consejos para estabilizar al gobierno y garantizar su supervivencia, que se ve amenazada por la aguda crisis socioeconómica y financiera del país”, comenta Mijares.

“No es exagerado decir que el derecho de Venezuela a voz y voto en estos consejos constituye un capital que aumenta el peso del país en el ámbito diplomático internacional. Y yo estoy convencido de que Venezuela explotará ese derecho para alinearse con las estrategias multilaterales de las políticas exteriores de China y Rusia; no solamente en búsqueda de rescates financieros, sino también para fortalecer alianzas que pueden haberse debilitado tras la muerte de Chávez”, pronostica el investigador del GIGA.

Blindando al gobierno contra críticas. Werz tiene dudas al respecto. “Aunque Caracas acaba de recibir un crédito de US$20.000 millones de Pekín, es difícil prever si ese dinero sacará a Venezuela del escollo en que se encuentra. Algunos alegan que los contratos sino-venezolanos no son más beneficiosos que los convenios que Venezuela había suscrito con Estados Unidos”, dice el catedrático de Rostock, refutando parcialmente la noción de que la presencia de Venezuela en los consejos de la ONU compensará su menguante influencia, dentro y fuera de América Latina.

“Venezuela ha perdido protagonismo por la caída de los precios del petróleo y, más recientemente, debido al acercamiento entre Estados Unidos y Cuba”, señala Werz. No obstante, el politólogo del GIGA apunta que Caracas no dejará de intentar revertir esa situación, también por razones de política interior. “El gobierno de Maduro ya está viendo proliferar protestas en las calles de Venezuela porque su población siente con cada vez más fuerza los efectos de la crisis económica y social”, dice Mijares.

“Y si el gobierno venezolano vuelve a recurrir a la represión de manifestaciones como lo hizo durante los primeros meses de 2014, su participación en ambos consejos le permitirá confrontar directamente casi cualquier iniciativa en su contra, sea ésta un informe sobre violación de derechos humanos o un proyecto de resolución desfavorable. No hay que olvidar que Venezuela comparte con China y Rusia una doctrina de Estado que rechaza la injerencia extranjera en los asuntos internos de los países. Maduro intentará blindar las acciones de su gobierno contra toda crítica externa, incluidos los reproches que pudieran venir de organismos multilaterales”, sostiene Mijares.

Autores

Deutsche Welle