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El Servicio Secreto de EE.UU., un cuerpo rodeado de escándalos
Jueves, Abril 19, 2012 - 09:25

Según Ronald Kessler, el hombre que reveló el escándalo de prostitución en Cartagena, Colombia, los hombres de seguridad implicados sólo serían despedidos, pues "tienen inmunidad".

El presidente Abraham Lincoln estaba solo en un balcón del teatro Ford cuando John Wilkes Booth entró y le disparó por detrás en la cabeza. El policía John F. Parker, asignado esa noche a la seguridad de Lincoln, se había ido del lugar a buscar un mejor puesto para ver la obra. Desde entonces, el debate sobre los hombres que rodean al presidente siempre ha estado vigente.

Pero en 1901, luego de varios incidentes, entre ellos el asesinato del menos conocido presidente Garfield, nació el rol del guardaespaldas presidencial en marcado dentro del Servicio Secreto, una especie de guardia pretoriana para cuidar al mandatario del país más poderoso del mundo. Entonces le fue añadida esa función a un cuerpo creado para luchar contra la falsificación de monedas, como cuenta el periodista Ronald Kessler, autor del libro En el servicio secreto del presidente y quien destapó el escándalo de la prostitución en Cartagena.

Las fuentes privilegiadas que Kessler cultivó para contar la historia detrás de los hombres de traje negro, le avisaron de lo que había sucedido en el hotel Caribe el miércoles de la semana pasada, casi al mismo tiempo que el presidente Obama recibió el aviso. Lo que ocurrió en el hotel Caribe de Cartagena es hoy un escándalo nacional en Estados Unidos, que tiene al director del Servicio Secreto, Mark Sullivan, enfrentando una investigación del Congreso.

Kessler le dijo El Espectador que no tiene ninguna duda de que los agentes del Servicio Secreto involucrados van a ser despedidos. ”Son oficiales que tenían credenciales de seguridad para estar al lado del presidente, y pusieron la vida de Obama en riesgo. Podrían haber sido chantajeados, o chuzados”, dice el veterano periodista.

Kessler cuenta que, en sus inicios, el cuerpo tenía menos de 100 hombres, pero 50 años después llegó a tener 6 mil miembros y más de mil millones de dólares en presupuesto. Aunque para Kessler lo que ocurrió en Colombia es “definitivamente el mayor escándalo en la historia del Servicio Secreto”, no han sido pocos los errores que este cuerpo, que sólo ha perdido a un hombre protegiendo al presidente, ha cometido en tiempos recientes.

El más recordado fue permitir que tres colados entraran a la cena de gala que ofreció Obama en noviembre de 2009 para el primer ministro de India, Manmohan Singh. “Aunque ese hecho fue más grave, porque fue una violación a la seguridad del presidente, lo de Colombia es mucho más vergonzante”, dice Kessler, quien aclara que más allá de un despido, los hombres no enfrentarán ningún proceso penal pues “gozan de inmunidad”.

Inmunidad que, según una investigación publicada en 2002, permitiría a los hombres de negro participar en juergas, beber licor, tener comportamientos sexuales inadecuados, entre otros excesos. Un agente habría tenido una relación con una menor de edad, otro habría tenido un romance con una sobrina del expresidente Bill Clinton e, incluso, según reveló The New York Times, durante el trabajo de seguridad del organismo en los Juegos Olímpicos 2002 en Salt Lake City, un agente que compraba recuerdos en una tienda de patinetas dejó allí por error un plan detallado para la seguridad del vicepresidente Dick Cheney y su familia, un incidente que avergonzó a la dependencia cuando se supo públicamente.

Prostituta no sabía que eran escoltas de Obama. Según le contó a The New York Times una de las trabajadoras sexuales involucrada en el escándalo de miembros del Servicio Secreto de Estados Unidos, la disputa se desató en el Hotel Caribe por el precio acordado con los guardaespaldas, en contraprestación por sus servicios.

Según la mujer, los hombres de seguridad fueron muy discretos. “Nunca me dijeron que estaban con Obama” afirmó. “Ellos fueron muy discretos”.

Dice el diario que sólo días después de la disputa en el hotel, que las mujeres involucradas conocieron que la noticia había trascendido.

Según una de ellas, que se negó a dar su nombre, un amigo la llamó para decirle que la noticia había sido publicada en televisión” y ahí fue cuando se enteraron que los clientes pertenecían al Servicio Secreto. De hecho, dice la mujer, se indignó porque la describieron como prostituta, como si ella caminara por las calles. “Es lo mismo, pero es diferente”, dijo, indicando que ella es mucho más selectiva con sus clientes. “Es como cuando usted compra un ron fino o un BlackBerry o un iPhone. Tienen un precio diferente”.

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ELESPECTADOR.COM