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Entérese de la autocracia andina presente en Bolivia
Jueves, Septiembre 11, 2014 - 16:48

A un mes de las elecciones presidenciales en dicho país sudamericano, comienza la fase más intensa de la campaña electoral. El actual presidente, Evo Morales, exhibe fuerza e ignora a sus adversarios políticos.

No intercambia ninguna palabra con sus rivales políticos. El presidente de Bolivia, Evo Morales, está presente en todas las pantallas televisivas de su país, pero se niega a participar en un debate televisado ante las cámaras entre los candidatos a la presidencia.

“¿De qué voy a hablar con los representantes del imperialismo?”, preguntó durante un foro de movimientos sociales celebrado en Cochabamba. “Basta con que los candidatos hablen entre ellos. Después de todo, comparten los mismos principios capitalistas”, dijo.

Los ataques verbales del jefe de Estado caracterizan la campaña en el país andino de Sudamérica. “Morales arremete contra todos: contra la Iglesia, contra las organizaciones asistenciales, contra los contendientes políticos y contra los medios”, afirma Reiner Wilhelm, representante para Bolivia de Acción Episcopal Adveniat. “Sin embargo, actualmente no hay nadie que pueda representar una amenaza política”.

Pobre, pero segura de sí misma. Desde la entrada de Morales al Palacio Presidencial de La Paz, en enero de 2006, el clima político en Bolivia ha cambiado de raíz. Como primer presidente boliviano de origen indígena, el líder del Movimiento al Socialismo combatió la pobreza extrema en la que vive aún el 45 por ciento de la población a través de programas sociales. Con ello impulsó la confianza de la población en sí misma.

Luego de una reforma constitucional, Morales es candidato para ocupar por tercera vez el mandato presidencial. Encuestas recientes lo colocan con una intención de voto del 59 por ciento, muy por encima de sus oponentes. En segundo lugar aparece el candidato de Unidad Demócrata, Samuel Doria Medina, con apenas el 17 por ciento.

Reiner Wilhelm, de Adveniat, afirma que Bolivia se encamina a convertirse en una autocracia andina. “Lógicamente, uno se pregunta si Morales pretende prolongar su mandato una o incluso varias legislaturas más, o qué vendrá despues de él”, dice.

Bozal para oponentes. La abrumadora presencia de Morales en los medios no es el único problema para sus rivales políticos. La ley electoral también beneficia al actual presidente. El Tribunal Supemo Electoral de Bolivia emitió en agosto pasado un decreto que prohíbe hasta este 12 de septiembre el uso de imágenes o declaraciones de los candidatos.

Sólo se permite la propaganda proselitista en las cuatro semanas previas a la jornada electoral. Cada partido puede promoverse durante un máximo de diez minutos a través de espots televisivos. En los medios impresos se permite un máximo de dos páginas, o doce en fin de semana, para información sobre las campañas electorales. El uso de símbolos estatales está prohibido.

“En los nueve años que lleva en el poder, el gobierno ha conseguido obtener el control del Parlamento, el sistema judicial y la maquinaria electoral”, constata María Teresa Zegada, politóloga de la Universidad de Cochabamba, en declaraciones al periódico El País.

Este control le permite a Morales y a su partido MAS debilitar y hostigar a los oponentes.

Énfasis social. Pese a las críticas a su estilo de gobierno, Morales goza de un gran apoyo entre la población, y puede presumir de éxitos impresionantes. La economía boliviana crece desde hace años a un ritmo sostenido de un cinco por ciento anual. Los ingentes ingresos por exportaciones de gas y otras materias primas atraen gran cantidad de divisas al país, y ayudan a reducir el endeudamiento estatal.

“Los altos precios de las materias primas y una cuidadosa política macroeconómica han permitido que la economía haya crecido un promedio de l4,8 por ciento anual en una década. Esto ha provocado un decrecimiento importante de la pobreza en el país”, indica el Banco Mundial en un perfil de Bolivia elaborado recientemente. Entre 2002 y 2011, los ingresos de la población más pobre se han incrementado tres veces más rápido que el promedio nacional.

El lado opuesto de este balance exitoso es la dependencia de Bolivia de los precios internacionales de las materias primas. A ello se le suma el escepticismo con que las políticas socialistas de Morales son vistas por los inversionistas privados. “El clima de inversiones ha empeorado, pese al crecimiento económico”, señala un análisis hecho por la sociedad alemana “erman Trade & Invest para el comercio exterior. Las políticas económicas controladas por el Estado inhiben al capital privado, que se abstiene de realizar nuevas inversiones.

Morales responde a tales reparos en su propio estilo. “Controlamos nuestros recursos y hablamos con el pueblo”, dijo él hace poco, en un foro social celebrado en Cochabamba. “Aquí el embajador de Estados Unidos no tiene nada que decir”.

Autores

Deutsche Welle