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Entérese de la droga que estimula el combate y el mercado del Estado Islámico
Viernes, Diciembre 11, 2015 - 13:34

Captagón es el nombre comercial de la fenetilina, una droga sintética que produce euforia y una concentración supranatural.

El petróleo es la principal fuente de financiamiento del Estado Islámico, al que genera US$1,5 millones de ingresos por día. Otro gran negocio, casi igual de lucrativo, es el de la producción y venta de captagón, una droga supereficaz que se convirtió en el combustible de los terroristas de la región.

Captagón es el nombre comercial de la fenetilina, una droga sintética que produce euforia y una concentración supranatural. Compuesta por una mezcla de anfetamina, cafeína y otras sustancias, es estimulante y se consume en algunos países de Medio Oriente. Los combatientes terroristas del Estado Islámico y de otros grupos radicales que operan en la zona se han vuelto sus principales consumidores.

La sustancia fue sintetizada por primera vez en 1961 y al comienzo se usó para tratar algunos trastornos psíquicos. Pero en 1981 la Organización Mundial de la Salud la incluyó en la nómina de drogas psicotrópicas ilegales y dejó de verse en los mercados.

Pero no desapareció. "Hasta 2011, Líbano era el país que más producía captagón. Pero a partir de ese año, Siria se convirtió en el mayor productor de esa droga. Mantiene una importante industria, genera trabajo y exporta a países de Medio Oriente", indicó hace un par de semanas el experto Afshin Shahi, director del Centro de Estudios de Política del Islam, en un programa televisivo de Al Jazeera.

El Estado Islámico, que supo aprovechar los pozos petroleros de su zona para convertirlos en una fuente de ingresos, hizo lo mismo con la elaboración de esta sustancia. Perfeccionó su producción, mejoró la cadena de suministro y divulgó las bondades de su uso.

Y se hizo con el grueso del mercado. De acuerdo con Reuters, en 2013 Líbano produjo 90% menos que dos años antes.

Las ganancias económicas saltan a la vista. Por ejemplo, el 20 de octubre los turcos confiscaron dos toneladas, lo que son 10,9 millones de pastillas. Cada una se vende por entre US$ 5 y US$ 20. El cargamento, pues, valdría entre US$ 54,5 millones y US$ 218 millones.

De exportación No todo lo producido queda en Siria, claro está. En 2014 requisaron cargas de captagón con destino a Cisjordania, Jordania, Sudán, Siria y los países del Golfo, además de Líbano. En 2013 en Líbano incautaron 12,3 millones de estas pastillas similares a la aspirina.

En mayo de 2015 las autoridades turcas hallaron 7 millones de pastillas producidas en territorio del Estado Islámico. El destino de la droga era Arabia Saudita. Ya en 2010, antes de la guerra contra Bachar al Asad en Siria, la agencia de ONU para las drogas, UNODC, daba cuenta de que la monarquía del Golfo recibía unas siete toneladas anuales de captagón, un tercio del mercado global.

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El periodista libanés Radwan Mortada investigó esta droga y realizó un documental. Pudo entrevistar a Abu Zeus, un sirio que ahora vive en una ciudad en el este de Europa y que asegura ser uno de los jefes de una de las redes de producción y tráfico. Ante las cámaras –que no le toman el rostro para no identificarlo- dice que con esto "apoya" a unos 12.000 hombres armados y que el año pasado tuvo ganancias por US$ 6 millones. Parte de su negocio consiste en exportar precisamente a Arabia Saudita, donde la droga tiene especial éxito debido a la prohibición de beber alcohol que rige en el país.

Para no tener miedo. En el mismo programa, el periodista libanés entrevista a unos jóvenes que trabajan en la producción de la pastilla. Estos le cuentan que los efectos de la droga son "mejores que los de la cocaína" y que es "tan fuerte como la morfina, para dolores muy grandes".

Otras investigaciones han documentado el uso que los yihadistas hacen de esta droga, que se compra como una pastilla y se esnifea en líneas como la cocaína. Ideal para quien debe resistir en el campo de batalla.

"Después de que usé captagón dejé de sentir miedo", cuenta un antiguo combatiente al reportero libanés. "Hace que no sientas más miedo. Te deja duro, duro", relata otro. Y finalmente un tercero: "Así tengas a diez hombre en frente, igual los perseguirías y matarías. Estás despierto todo el tiempo".

Las guerras siempre han tenido alguna droga asociada que ha ayudado a sus protagonistas a resistir más. Y a guerras más sofisticadas, sustancias sintetizadas más complejas. En este caso, además, la producción corre por cuenta de los principales consumidores y es exportada hacia países más ricos. Otro negocio redondo.

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