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Gobernador del estado de México: la cara nueva con la marca del viejo PRI
Lunes, Diciembre 13, 2010 - 16:05

Enrique Peña Nieto, de 44 años y casado con una estrella de telenovelas, aparece primero en las encuestas de intención de voto para suceder al presidente Felipe Calderón en 2012.

México D.F. Con una imagen juvenil y relajada, el gobernador Enrique Peña Nieto es la cara nueva de la política mexicana, pero detrás suyo está la vieja guardia del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que lo ve como su principal carta para regresar al poder.

Siempre peinado impecablemente y bien parecido, recién casado con una estrella de telenovelas y con una constante exposición en los medios, el gobernador del rico Estado de México aparece primero en las encuestas de intención de voto para suceder al presidente Felipe Calderón en 2012.

Analistas, políticos y periodistas lo identifican como miembro del llamado Grupo Atlacomulco, supuestamente integrado por ex gobernadores priístas del estado que nacieron en el pueblo del mismo nombre durante las últimas siete décadas.

Aunque su existencia no es reconocida por sus supuestos miembros, el Grupo Atlacomulco es considerado de lo más recalcitrante del PRI, el partido que gobernó México por 70 años acusado a menudo de corrupción y autoritarismo y al que caricaturistas dibujan como un dinosaurio.

Alrededor del grupo, en el que varios ex gobernadores son familiares, se tejen historias de traiciones, sobornos, compra de votos y asesinatos. Incluso se cuenta que a sus integrantes una vidente les predijo que de Atlacomulco saldrían al menos seis gobernadores y uno de ellos llegaría a ser presidente.

Hasta ahora ninguno lo logró.

Todas las fichas del PRI están puestas sobre Peña Nieto, de 44 años, un político desconocido a nivel nacional hasta que se convirtió en gobernador y cimentó su popularidad a base de firmar ante notario público las promesas a la población y una exacerbada publicidad de sus actividades.

El joven dinosaurio. Desde que asumió en 2005, nada ha podido opacar su imagen: ni las acusaciones de gasto desmedido en publicidad oficial para supuestamente abonar su camino a la presidencia, ni los abusos de la policía estatal contra manifestantes en la localidad de San Salvador Atenco a mediados del 2006.

Tampoco el sorpresivo fallecimiento de su esposa y madre de sus tres hijos en 2007 debido a una crisis epiléptica. Poco después de su muerte, surgieron versiones sobre un posible suicidio debido a desavenencias conyugales que fueron negados públicamente por el gobernador.

A poco de la muerte de su esposa, cuatro de sus escoltas fueron asesinados en la ciudad portuaria de Veracruz cuando cuidaban de sus hijos, en un incidente que investigadores relacionaron con el narcotráfico. Peña Nieto negó entonces que se tratara de un ataque contra su persona.

El gobernador arrasa entre el electorado femenino -en su campaña para gobernador llegaron a gritarle "¡Enrique, bombón, contigo hasta el colchón!"- y por otro lado es objeto de burlas por su peinado a la gomina con copete mediante apodos como "Gel Boy" o "Jimmy Neutrón".

La ácida analista mexicana Denisse Dresser lo define como "una criatura concebida por la dinastía política más importante del país que ahora busca dominarlo de nuevo".

Peña Nieto es "el político Potemkin, producto de un entramado de intereses políticos y empresariales que combina la modernidad mediática para llegar al poder, con los viejos métodos para ejercerlo", dijo en un artículo.

En encuestas publicadas días atrás aparecen como rivales de Peña, pero a considerable distancia, el actual secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, del oficialista Partido Acción Nacional (PAN).

Autores

Reuters