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Izquierda uruguaya busca seguir los pasos de Lula da Silva
Sábado, Marzo 26, 2011 - 17:25

Brasil es el principal socio comercial de Uruguay y uno de los países emergentes con grandes niveles de crecimiento.

Montevideo. El presidente José Mujica se ha encargado de repetir una y otra vez que Luiz Inácio Lula da Silva "es el modelo a seguir", para elogiar la gestión del ex presidente brasileño, a quien sin vueltas define como un “amigo”.

La estrategia es clara: estar cada vez más cerca del gigante norteño y consolidar una buena relación primero desde el punto de vista político, pero fundamentalmente en lo económico.

Brasil es el principal socio comercial de Uruguay y además uno de los países emergentes con grandes niveles de crecimiento y una voz cada vez más influyente en la comunidad internacional.

A pesar de tener un claro signo de izquierda, la administración encabezada por Lula logró generar confianza en el mundo empresarial, captar grandes niveles de inversión privada y al mismo tiempo tener resultados sociales para mostrar.

En este sentido, haber sacado a más de 20 millones de brasileños de la pobreza es quizá el logro más emblemático.

“Ha logrado una forma de justicia social muy grande. Para mí es un modelo”, dijo Mujica este viernes luego de almorzar con Lula, que viajó a Montevideo para participar de los festejos por los 40 años del Frente Amplio.

Volvió a mencionarlo como un “ejemplo” y elogió su estilo con resultados positivos en el largo plazo. “Los que somos de izquierda siempre andamos muy apurados. Está bien, hay que andar apurado, pero hay que caminar firme”, dijo el presidente también con una fuerte señal hacia la interna del oficialismo.

“Tenemos que andar más juntos”, sentenció, y su pedido fue compartido por Lula.

“Tenemos que tener una relación Uruguay-Brasil cada vez más fuerte y productiva”, dijo el ex presidente y frente a Mujica mostró toda su intención de estrechar vínculos.

La relación de Lula con la izquierda uruguaya ha sido fluida a pesar de algunos gestos fríos al inicio del gobierno de Tabaré Vázquez.

De hecho, Mujica siempre ha tenido la posibilidad de levantar el teléfono y captar la atención de su “amigo”. El ejemplo más claro ocurrió durante las últimas elecciones. En agosto, a dos meses de los comicios, Mujica se puso por primera vez un traje, fue recibido por el entonces mandatario en su despacho en Brasilia y hasta tocaron el tamboril juntos para la foto.

Aunque se trajo también algunos compromisos concretos, lo más importante fue la señal enviada: Mujica le mostró a los uruguayos que él también podía ponerse un traje e ir a hablar de igual a igual con uno de los presidentes más influyentes del mundo.

Frialdad. Pero el vínculo entre Uruguay y Brasil no siempre fue tan amigable. En 2006, Lula era el presidente del Mercosur y Vázquez avanzaba en su idea de concretar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos. En esos tiempos, hubo varios episodios que hablaban de una relación fría. Incluso con encontronazos diplomáticos.

El entonces embajador brasileño en Uruguay, José Felicio, dijo que sería “incompatible” que el gobierno uruguayo diera ese paso en función de las reglas que tiene el bloque comercial.

El viernes, Lula retomó el tema de los vínculos con Estados Unidos y dijo que hoy hay “sintonía” en todos los países del Mercosur para oponerse al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). También dijo que la propuesta que lanzaba en su momento el gobierno estadounidense era “sumisión” y no comercio.

Al margen de los momentos de tensión entre Vázquez y Lula, las diferencias fueron quedando en el pasado y hacia el final del gobierno la relación ya estaba más afianzada. En el medio, Uruguay enfrentó una de las peores crisis binacionales con Argentina desatada por la instalación de la pastera Botnia.

Ahora, con Mujica al frente del gobierno, los esfuerzos por afianzar la relación son intensos aunque ya no está Lula al frente, a quien consideraba uno de los suyos porque no tenía título universitario y nació en una casa pobre. Mujica deberá ganarse la confianza de Dilma Rousseff, a quien casi no conoce.

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