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La guerra contra el narcotráfico: la difícil herencia que deja Calderón a quien lo suceda
Sábado, Junio 30, 2012 - 17:36

El indetenible baño de sangre y varios episodios humillantes días antes de las elecciones presidenciales de este domingo en México, han seguido debilitando la ofensiva contra los cárteles del narcotráfico del presidente saliente, Felipe Calderón.

México D.F. Unos pistoleros mataron esta semana a tres policías en el aeropuerto internacional de Ciudad de México mientras los viajeros se arrojaban al suelo.

Horas más tarde, el gobierno dijo que los asesinos eran policías a sueldo de un cártel de narcotraficantes y que lograron escapar.

Días atrás infantes de marina habían anunciado la captura de uno de los hijos del narco mexicanos más buscado, Joaquín "El Chapo" Guzmán. El gobierno estadounidense aplaudió el arresto.

Al día siguiente, el procurador general debió admitir que tenían al hombre equivocado.

A lo largo del país latinoamericano sicarios del narcotráfico masacran gente y arrojan cadáveres descabezados y mutilados en calles y autopistas, y rara vez son capturados.

El indetenible baño de sangre y varios episodios humillantes días antes de las elecciones presidenciales de este domingo en México han seguido debilitando la ofensiva contra los cárteles del narcotráfico del presidente saliente, Felipe Calderón.

Más de 55.000 personas han muerto en hechos de violencia relacionados con el narcotráfico desde que Calderón asumió en 2006 y envió a las fuerzas armadas a cazar narcotraficantes, una iniciativa que ha sido el sello de su presidencia.

Ante los enormes problemas que ha enfrentado desde que lanzó su cruzada, quien lo suceda casi con certeza tendrá que enfocarse a limitar los daños, más que apostar su propia reputación en lo que muchos consideran una guerra perdida contra las pandillas.

La lucha contra el narco es central, pero espinosa. Los candidatos han preferido no tocar ese tema en sus campañas y ninguno de los aspirantes a la presidencia mencionó, durante los dos prolongados debates presidenciales televisados, los decomisos de drogas o las muertes de líderes del narco.

"Quien sea que gane la elección (...) no va a querer estar en la misma posición que Calderón", dijo José Reveles, quien escribe sobre los cárteles mexicanos.

"Calderón ha demostrado que no es una buena política en el México de hoy tener como política central la guerra contra la drogas", agregó.

El presidente no puede buscar la reelección y las encuestas muestran que la candidata oficialista por el conservador Partido Acción Nacional (PAN), Josefina Vázquez Mota, quedará en tercer lugar en las elecciones del domingo.

Los ciudadanos suelen mencionar la insatisfacción por la guerra contra el narco como una de las razones para no votar por ella.

El favorito para ganar la presidencia es Enrique Peña Nieto, del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó a México por 71 años consecutivos hasta el 2000.

La corrupción endémica y la agitación política fueron moneda corriente durante esas décadas del PRI en el poder, pero nunca nada como los actuales niveles de violencia.

Peña Nieto dice que su principal prioridad en seguridad -de ganar la presidencia- sería reducir la tasa de homicidios, secuestros y extorsiones. Los decomisos de estupefacientes y la captura de capos del narco aún serán importantes, pero no el objetivo dominante.

"Reafirmo la obligación del Estado mexicano de combatir el narcotráfico, pero ahora tenemos otro tema que resulta de mayor prioridad que es la violencia", dijo el candidato a Reuters en una entrevista en abril .

Peña Nieto está enfocando su campaña en el crecimiento económico y su principal rival, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, promete principalmente combatir la pobreza.

Josefina Vázquez Mota, del PAN, se concentra en la economía y en la educación mucho más que en las políticas antinarcóticos, y ha tratado de distanciarse del Gobierno de Calderón con su lema de campaña "Diferente".

Tropas en las calles. En los diez días que siguieron a su toma del poder en 2006, Calderón desplegó 6.500 policías y soldados en su estado natal de Michoacán, donde poco antes sicarios habían arrojado al suelo de un club nocturno cinco cabezas humanas.

En los tres meses siguientes la iniciativa se expandió para incluir 50.000 soldados en todo el país y el presidente incluso llegó a ponerse un uniforme militar -algo contrario a la tradición- para saludar a las tropas en una base de Michoacán.

Calderón dice que su despliegue ha sido un éxito, pues las fuerzas de seguridad han capturado o matado a 22 de una lista de los 37 capos más buscados.

También han llevado a cabo decomisos récord de cocaína, metanfetaminas y dinero del narco, pero la táctica de borrar a los cárteles desató luchas por territorios y más violencia.

Muchos cárteles han podido reactivarse con nuevos líderes y parecen estar traficando al menos la misma cantidad de droga hacia Estados Unidos.

La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos detuvo cargamentos por 1.2 millones de kilogramos de marihuana desde México en el 2011, contra los 816,400 kilogramos del 2007.

La violencia ha alejado a algunos turistas e inversionistas, y representa al menos un punto menos de crecimiento para la economía anualmente, según estimaciones oficiales.

Además ha puesto en relieve la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad.

El tiroteo en el aeropuerto de la capital, el lunes, fue un ejemplo. Pero los mexicanos suelen afirmar que policías hacen el trabajo sucio de los cárteles, como matar a otros policías y torturar a miembros de pandillas rivales.

Minerva Bautista, quien fue secretaria de Seguridad Pública de Michoacán, sobrevivió en 2010 a un ataque en el que dispararon 2.700 balas contra su coche blindado, en el que resultaron heridos el chofer y un guardaespaldas.

Uno de sus comandantes de policía confesó haber trabajado en el ataque con miembros de un cártel.

La de Calderón "ha sido una estrategia vistosa, que al principio logró un aplauso fácil de la sociedad, pero después de seis años y con el número de muertos nos dimos cuenta de que ni es la ruta, ni ha dado los resultados ni ha combatido a fondo las causas", dijo Bautista, del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Cuando la corrupción no es el problema, las fuerzas de seguridad muestran que pueden ser vergonzosamente ineptas.

La semana pasada, la Marina presentó ante periodistas al supuesto hijo de El Chapo antes de confirmar su identidad. Ahora dicen que se trata de un miembro de menor rango de su organización.

Peña Nieto ha propuesto una reestructuración de la policía y ha buscado como asesor al ex jefe de la Policía Nacional de Colombia, Oscar Naranjo, quien es aplaudido por lograr una reducción en los homicidios y secuestros en ese país.

Un enfoque menos abiertamente confrontacional podría limitar la violencia, aunque Peña Nieto ha prometido que mantendrá desplegados a los militares en algunos estados ante la amenaza de grupos armados.

El PRI ha sido atacado recientemente luego de que varios miembros prominentes fueran acusados de trabajar con los narcos, entre ellos el ex gobernador Tomás Yarrington, que enfrenta cargos por lavado de dinero en Estados Unidos.

Algunos críticos del PRI han dicho que el partido podría pactar con los cárteles antes que combatirlos, algo que Peña Nieto rechaza categóricamente.

"La ley se aplica, jamás se negocia", dijo la semana pasada.

Autores

Reuters