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La revancha de los Nule, el grupo económico clave en el escándalo de la contratación en Bogotá
Lunes, Octubre 25, 2010 - 17:34

Conozca quiénes son los protagonistas de la quiebra más resonante en el sector de la contratación estatal en la historia reciente colombiana, y pieza clave de un escándalo de corrupción pública que sacude con fuerza telúrica la política en Bogotá.

Hace cuatro años, con más de 30 empresas y cerca de 2.000 obras de infraestructura en varios países, los jóvenes empresarios de la Costa Atlántica, Guido, Manuel y Miguel Nule representaban un ejemplo de emprendimiento con notables conexiones en el mundo político. Hoy, el primero en Italia y los otros dos en Estados Unidos, son los protagonistas de la quiebra más resonante en el sector de la contratación estatal en la historia reciente y pieza clave de un escándalo de corrupción pública que sacude con fuerza telúrica la política en Bogotá.

El administrador de empresas Guido Alberto Nule Marino, natural de Barranquilla, hijo del ex ministro de Minas, Guido Nule Amín; y sus primos oriundos de Tolú (Sucre), los ingenieros civiles Manuel y Miguel Nule Velilla, hijos del ganadero y ex gobernador de Sucre, Miguel Nule Amín. En 1992, siendo apenas estudiantes universitarios, constituyeron en Sincelejo su primera empresa: MNV S.A. Su objetivo: construir redes para la prestación del servicio de gas natural domiciliario en los departamentos de Córdoba, Sucre y Bolívar.

La empresa que llegó a presidir el ex ministro Guido Nule amplió sus actividades y pronto incursionó en la construcción de vías, acueductos o viviendas de interés social. No obstante, en 1998, argumentando razones de seguridad y en busca de nuevos negocios, se trasladó a Bogotá donde comenzó a contratar con el Distrito y el Instituto Nacional de Vías. Dos años después, en julio de 2000, con el propósito de crear redes de distribución de gas natural en Bogotá, constituyeron la firma Gas Kapital GR S.A. Esa empresa multiplicó su capital.

De acuerdo con la base de datos de la Central de Información Financiera (Cifín) y la Asociación Bancaria, en diciembre de 2008 esta empresa era titular de 347 productos financieros, 98 leasing y 24 créditos vigentes con entidades financieras. Además, entre 2005 y 2008 registró 16 operaciones de egreso en moneda extranjera por valor de $5.573 millones (US$3,014 millones) con destino a Estados Unidos, Brasil y Panamá. El patrimonio bruto de la empresa en 2006 ascendía a $34.987 millones (US$18,921 millones). Era una auténtica joya de corona. Pero no la única.

Sus negocios se expandieron hacia Brasil y España y, en el ramo de los servicios públicos, construyendo acueductos, redes de energía, vías o diversas obras de ingeniería, consolidaron un conglomerado empresarial con múltiples facetas. Kpital Energy S.A, Translogistic S.A. Compañía Energética del Tolima S.A. Bitácora Soluciones Cía. Ltda., Ponce de León y Asociados S.A., Aguas Kpital S.A., Aguas del Alto Magdalena S.A., entre otras. El Grupo Nule en toda su dimensión empresarial, con inéditas extensiones a Panamá y Cuba.

El éxito del conglomerado se sustentó en la habilidad de sus dueños. Miguel Nule, el hombre de los enlaces con las altas esferas gubernamentales de la Nación y las regiones. Su hermano Manuel, el gestor de la parte operativa basado principalmente en aportes de los entes territoriales. Y el primo Guido, el personaje de sociedad. Los antecedentes de familia, las nuevas consanguinidades y sus notables enlaces, así como el cabildeo bien administrado, permitieron al Grupo Nule ser concebido como “los nuevos cacaos” del poder económico.

Hasta que llegó el gran negocio que los puso en la vitrina nacional y al mismo tiempo fue el comienzo de su debacle. El 28 de junio de 2004, a pesar de que la Procuraduría General de la Nación recomendó al Instituto Nacional de Concesiones (Inco) que declarara desierta la licitación, porque existían falencias en el pliego de condiciones y era inconveniente financieramente, se le entregó al Grupo Nule la construcción de una obra clave para los intereses del país y más de un personaje poderoso: la doble calzada de la autopista Bogotá-Girardot.

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La obra fue entregada al Consorcio Bogotá-Fusa, constituida por las empresas Gas Kpital GR S.A., Cogefar de Guatemala S.A., MNV S.A., y Alejandro Char Chaljub. A los seis días, por una aclaración en la fecha de la firma del contrato, ya el negocio tenía la primera modificación. Y sucesivamente, por ampliación de plazos en entrega de las obras, variaciones técnicas, adiciones de recursos o cambios en la adquisición de predios, a través de diversos otrosíes, entre 2004 y 2008, se llegaron a promover 18 modificaciones del contrato.

Pero el problema mayor llegó por el lado más insólito. El 28 de agosto de 2006 la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE), entonces en cabeza de Juan Carlos Vives, celebró un contrato de encargo fiduciario con Fiduagraria, que semanas después ordenó invertir $25.512 millones (US$13,797 millones) en el Consorcio Bogotá-Fusa. En otras palabras, el Grupo Nule terminó amparado por la DNE para servir como fuente de pago de las obligaciones que adquiriera el consorcio. Tácito blindaje del Estado a una empresa que empezaba a tener apremios.

Como era de esperarse, apenas trascendió que la DNE utilizó dineros del Fondo para la Rehabilitación, Inversión Social y Lucha contra el Crimen Organizado (Frisco) para proteger recursos de los Nule en el Consorcio Bogotá-Fusa, el tema fue denunciado. Se tramitaron dos acciones populares y la Procuraduría abrió investigación. El Grupo Nule empezó a darle largas a la devolución del “préstamo”, en octubre de 2009 pidió plazo para pagar en febrero de 2010 y, finalmente, lo hizo esa fecha. El caso sigue sin solución en la justicia.

El episodio quedó saldado, pero en los organismos de control quedó importante información financiera. Por ejemplo, la empresa MNV S.A., integrante del Consorcio Bogotá-Fusa, de los Nule, entre 2005 y 2008 registró 85 operaciones en moneda extranjera por un valor total de $14.943 millones (US$8,081 millones). Esta salida de divisas tuvo como destino Estados Unidos, Panamá y España; además, entre 2007 y 2008 la empresa efectuó 134 depósitos en efectivo y 3.719 retiros en movimientos económicos por un valor de $30.473 millones (US$16,480 millones).

La obra de la doble calzada Bogotá-Girardot siguió enredada y hoy prosigue gracias a que un Fondo Internacional administra las acreencias del Grupo Nule. Pero al tiempo que Guido, Manuel y Miguel Nule pasaban afugias ante la opinión pública por esta importante obra, ya cargaban sobre sus espaldas el descrédito que hoy los tiene en el ojo del huracán. Los incumplimientos en la Fase III de Transmilenio de la calle 26 en Bogotá, que terminaron por sacar a flote sus inconsistencias económicas, malos manejos y crasos errores.

Este contrato se firmó la última semana de la administración de Luis Eduardo Garzón como alcalde de Bogotá, en diciembre de 2007. En calidad de directora del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) lo hizo la abogada Liliana Pardo. La obra fue otorgada a la Unión Temporal Transvial y al Grupo Nule le correspondieron dos tramos: entre la carrera 19 y la carrera 42B y entre ésta y la transversal 76. Es decir, una parte neurálgica del trabajo. Por eso se le entregó un anticipo de $69.245 millones (US$37,449 millones). En pocos meses se precipitó el caos operativo.

El Grupo Nule se empezó a atrasar en los trabajos, el alcalde Samuel Moreno comenzó a ser blanco de críticas, los concejales ejercieron su oficio, los medios de comunicación iniciaron su secuencia de informes críticos y a los primos Guido, Manuel y Miguel se les vino la noche. La Empresa de Acueducto de Bogotá detectó una conexión de agua potable no autorizada en los tramos de trabajo de los Nule y entabló pleito. Del Huila llegó el reporte de que el gobernador reclamaba a los Nule ceder el corredor del Paletará por incumplimiento.

A principios de 2010, el Grupo Nule parecía en retirada. La Superintendencia Financiera acusó a sus promotores de estar captando dineros del público de forma masiva sin autorización legal. Luego trascendió que el conglomerado buscaba acogerse a la Ley 1116 de Reestructuración Financiera. Su insolvencia era tan evidente, que en febrero de 2010, ante una mesa de trabajo liderada por el IDU, los Nule aceptaron ceder su parte en la obra de la fase de Transmilenio por la calle 26. Esa misma semana empezó la transición a Conalvías.

Pero la mala hora del Grupo Nule apenas se iniciaba. La Unidad Anticorrupción de la Fiscalía llamó a interrogatorio a Guido, Manuel y Miguel Nule por sus retrasos en la Fase III de Transmilenio. Un tribunal de arbitramento de la Cámara de Comercio de Bogotá falló en favor de la Empresa de Acueducto, un reclamo de $5.876 millones a Aguas Kpital. No pudieron participar en las dos grandes obras adjudicadas en el remate del gobierno Uribe, la Ruta del Sol y la Autopista de Las Américas. Únicamente faltaba un voluntario puntillazo.

Se dio el 1º de julio de 2010 cuando el director del Fondo Internacional Hansa Holdings, Alberto Hernández, anunció que, en compañía de la empresa Invertotal y, a través de la recién creada firma Solutions & Infraestructure Technologies Colombia (SIT), asumía todos los bienes del Grupo Nule. Semanas después la Superintendencia de Sociedades declaró la existencia de este grupo empresarial como una medida para impedirle eludir deudas superiores a los $500 mil millones (US$270,4 millones), sin contar las multas y los pleitos pendientes.

En pocas palabras, el imperio de los Nule, otrora próspero y ejemplar, se comenzó a desmoronar como un castillo de naipes. Sus empresas ya entraron en liquidación y la Contraloría General de la República le acaba de aplicar otra estocada. Tras una revisión de 61 contratos suscritos con 24 entidades del Estado por cerca de un billón de pesos, el Grupo Nule está hoy conminado a 12 indagaciones preliminares y nueve procesos de responsabilidad fiscal. Los presuntos daños al Estado podrían superar los $66 mil millones (US$35,694 millones).

Muchas de sus obras siguen en veremos y las deudas a sus trabajadores sin saldo. Pero Guido, Manuel y Miguel ya no están en Colombia. Y es difícil que vuelvan. Como hizo su tío y padre, el ex gobernador Miguel Nule cuando empezaron a investigarlo por parapolítica. Después lo absolvieron, como no ha sucedido con los jóvenes empresarios. En contraste, ellos decidieron encender un ventilador que hoy salpica a diestra y siniestra. El alcalde Samuel Moreno, su hermano Iván, el ex ministro de Transporte Andrés Uriel Gallego. No quieren dejar títere con cabeza.

El contralor distrital Miguel Moralesrussi, los empresarios Álvaro Dávila, Julio Gómez y Emilio Tapia, la ex directora del IDU Liliana Pardo. Los Nule quieren pasar su cuenta de cobro sin incriminarse, posando de víctimas. Y desde el exterior amenazan con correos, cheques y grabaciones. Con toda seguridad los poseen y ya lo probaron con una cinta que hoy tiene contra las cuerdas al contralor Moralesrussi y sin ganas de volver a Colombia al congresista Germán Olano. No en vano llegaron a ser los contratistas de Colombia.

Desde su cómoda distancia en el exterior están señalando. Y seguirán haciéndolo al acomodo de las distintas fuerzas políticas. De la justicia no se sabe. Se dice que antes de salir del país entregaron pruebas. Lo cierto es que de la noche a la mañana tres empresarios menores de 40 años llegaron a convertirse en los principales contratistas del Estado y en el país se sabe que eso tiene un precio. Las acciones y omisiones de los servidores públicos o empresarios privados, como las acciones de los Nule, deben ser investigadas. El escándalo apenas comienza.

El ventilador del ingeniero Miguel Nule Velilla. La regadera de Miguel Nule no dio tregua. Al alcalde Samuel Moreno lo puso en una disyuntiva ofensiva: “O es un corrupto o es un inepto por toda esta corrupción”. A su hermano Iván, en cambio, lo acusó de tener pretensiones de comisiones en los negocios y de haberles pedido el 6% de los contratos y el 2% para el contralor Moralesrussi.

Sobre este último, Nule sostuvo que se aceptaron documentos falsos en la cesión de la 26 y que había otros problemas con los contratistas que el funcionario no quiso ver. En cuanto a la ex directora del IDU Liliana Pardo, dijo tener pruebas de que pidió comisiones y que formó parte de una organización para enriquecerse.

Sobre el ex ministro Andrés Uriel Gallego, el aludido Nule expresó que en el Ministerio se cometieron irregularidades y que se le entregaban contratos a los amigos del alto funcionario o a quienes sugerían desde el Palacio de Nariño. El ex ministro Gallego aseguró que demostrará su probidad como servidor público.

La interpretación de la Anapo. “Bogotá tiene un atraso de más de 50 años en el mantenimiento y la construcción de nuevas vías y con el gobierno de la ciudad asumiendo este reto ha superado la meta del 50% en reparación de la malla vial”. Este mensaje forma parte de la contraofensiva que la Alianza Nacional Popular (Anapo) hace por internet para defender al Alcalde.

De paso, se dice en el mismo correo que hoy el ex candidato Gustavo Petro se ha convertido en el instrumento idóneo para ejecutar operaciones de inteligencia que apuntan a imponer la idea de “generar vínculos de Samuel Moreno con desfalcos financieros” o de generar divisiones en los movimientos de oposición.

Se trata, señala el correo que hoy circula por internet, de las operaciones del llamado “Instituto Sociedad Abierta”, de George Soros, utilizada para desestabilizar gobiernos democráticos a través de campañas de desprestigio, usando el chisme y la calumnia para sacar del camino a personas o movimientos políticos.

Autores

ELESPECTADOR.COM