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Las cinco tareas del cambio de gabinete en Chile
Mié, 19/01/2011 - 12:20

Robert Funk

El tango de Néstor
Robert Funk

Subdirector del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile y profesor de Ciencia Política de la misma casa de estudios. Es PhD en Ciencia Política de la London School of Economics. Consultor de gobiernos y empresas internacionales y comentarista en los medios británicos, chilenos y canadienses. Fue Presidente de la Asociación Chilena de Ciencia Política, entre 2006 y 2008. 

No solamente Magallanes tiene problemas de gas. El cambio de gabinete ha sido la señal más potente de que el presidente Piñera reconoce que a su gobierno también se le estaba acabando el gas.

Algunos atribuirán la decisión de cambiar su equipo a un estilo gerencial; otros, a su disposición a asumir las pérdidas y vender los activos menos rentables, es decir, a su experiencia como inversionista. Pero en realidad, lo que más se evidencia es el mismo pragmatismo político que siempre ha tenido Piñera. Al cumplir casi un cuarto de su periodo presidencial, el cambio de gabinete le permite cumplir, simultáneamente, cinco tareas:

1.- Deshacerse de activos de bajo rendimiento. Hace mucho tiempo que se notaban los puntos flacos del gabinete. Sin embargo, no queda del todo claro que con este cambio el presidente haya eliminado todo el peso muerto. Esto le causará problemas en el futuro, pues ya que el paciente estaba bajo anestesia, hubiera sido mejor operar todo al mismo tiempo. 

Si bien es verdad que el ex ministro Rainieri (sale para dejar esta cartera a Laurence Golborne, quien seguirá también a cargo de Minería) no manejó bien la crisis en Magallanes, los problemas de anticipación de conflictos (mapuches, Barrancones, Rapa Nui, Magallanes, las cárceles...) y el mal manejo comunicacional que resulta de ellos, tienen su origen en otros ministerios.

2.- Fortalecer la capacidad política del gabinete. Con un grupo de ministros seleccionados por su experticia (o cercanía) sectorial, durante su primer año parecía que el gobierno funcionaba con un comité político de, esencialmente, dos personas: el mismo presidente y Rodrigo Hinzpeter, y este último está lejos de ser un político de carrera. De hecho, el ministro del Interior es el que más ha perdido con el cambio de gabinete. Como lo hizo Michelle Bachelet durante su primer año, Piñera también se dio cuenta de que la política importa.

3.- Reconstituir la patrulla juvenil. Como nos recordó Carlos Peña (analista del diario El Mercurio de Chile), la incorporación de Evelyn Matthei y Andrés Allamand al gabinete reconstituye un grupo de personas que, por más de dos décadas, ha vivido una de las historias de amor-odio más entretenidas de la política chilena. ¿Cómo interpretar que dos políticos con tanto talento y ambición aceptaran dejar un espacio donde se podían lucir independientemente para formar parte de un equipo dominado por el presidente? ¿Será porque en Chile los candidatos presidenciales suelen salir del gabinete y no del Senado?

4.- Crear un equipo de rivales. La historiadora norteamericana Doris Kearns Goodwin describió el gabinete de Abraham Lincoln como un equipo de rivales: todos hombres ambiciosos, con agendas propias, pero que Lincoln supo amansar poniéndolos al servicio del gran proyecto de unidad nacional que le tocó liderar. Piñera ha hecho algo parecido. Sin embargo, para Lavín, Hinzpeter y especialmente Golborne la entrada de dos inteligentes y experimentados políticos al gabinete presenta un gran desafío. A la vez, la entrega de la carpeta de Energía al ministro de Minería le sube la vara de forma importante. La luna de miel post San José (mina donde quedaron atrapados los 33 mineros chilenos) se acabó de frentón.

5.- Cerrar una primera etapa. Las campañas municipales, parlamentarias y presidenciales que se aproximan implican que el 2011 será -como algunos parlamentarios de la UDI lo describieron sin darse cuenta de la ironía- un año decisivo. El equipo que el Presidente ha elegido será el encargado de implementar el grueso del legado piñerista. A un año de las elecciones y del terremoto, y ya con un cambio de gabinete concluido, el gobierno no podrá seguir echándole la culpa a la Concertación (como intentó hacer con el conflicto en Magallanes). En este sentido, el cambio de gabinete permitió una breve parada técnica que le dará gas al gobierno por un tiempo más. Si eso es lo que le hacía falta, o si hay fallas mecánicas más graves, aún está por verse.

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