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Las deudas de la victoria de Santos en Colombia
Martes, Agosto 12, 2014 - 17:35

El presidente colombiano Juan Manuel Santos logró la reelección con apoyo de la izquierda. Comenzará su nuevo mandato con una carrera contra el tiempo para no decepcionar.

“Estamos conformes porque se ganó, pero siempre hay cosas por corregir”, fue la frase del futbolista Enzo Pérez luego del angustiante y mal partido que jugó Argentina frente a Irán en la primera etapa del Mundial, pero bien podría haberla pronunciado Juan Manuel Santos el pasado 15 de junio, luego que con susto ganó la presidencia de Colombia por cuatro años más.

Desplazado al segundo lugar en la primera vuelta electoral por Óscar Iván Zuluaga, el candidato del ex presidente y hoy senador electo Álvaro Uribe, Santos debió recurrir a la vieja estrategia del “enemigo de mi enemigo es mi amigo”. La decisión del presidente de convertir los diálogos de paz, que desde noviembre del 2102 sostiene con las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FARC, en La Habana, en su principal bandera de reelección, le dio resultado. La esperanza de poner fin a un conflicto que ya cumple 50 años y que ha causado más de 220.000 muertos y 5 millones de desplazados, fue “tan determinante que personas que son antagónicas al presidente se unieron a la campaña porque querían darle continuidad al proceso con las FARC”, explica Óscar Lizcano, integrante de la Comisión de Paz del Senado.

La amenaza de que Zuluaga echara por la borda “la única posibilidad de lograr la paz de Colombia”, como repite Santos, originó que varios líderes de la izquierda, encabezados por la presidenta del Polo Democrático Alternativo, Clara López, participaran activamente en la campaña de reelección. La adhesión de 140 organizaciones sindicales de todo el país, entre ellas la Central Única de Trabajadores y la Central General de Trabajadores, así como de un importante grupo de empresarios, también fue determinante.

Finalmente, después de una áspera campaña con acusaciones cruzadas, hackers e incluso insultos, el presidente se alzó con el triunfo. Ganó con una ventaja de 911.985 votos sobre su contendor, en una jornada donde se rompió la tendencia abstencionista del electorado colombiano: el 50% de los 13 millones de ciudadanos habilitados para sufragar no lo hicieron. La columnista María Jimena Duzán le recordó al presidente que “en las elecciones no triunfó la esperanza, como dijo en su discurso inaugural, ganó el antiuribismo”. Y añade que “una victoria en condiciones tan precarias debería prender las alarmas internas del presidente y hacerlo reaccionar en torno a sus limitaciones y a sus errores”.

La advertencia

“Santos debe leer las cifras y considerar que tiene el respaldo del 25% de los colombianos, el rechazo de otro 25%, y la indiferencia de la mitad del país”, afirma la politóloga Carolina López. 

El presidente ha quedado comprometido a presentar resultados concretos y a corto plazo en una serie de frentes que no serán fáciles de logar. Y el primero de todos es sin duda llevar el proceso de paz a buen puerto. 

En la opinión de conocedores de la situación y cercanos al proceso no será nada fácil lograr que unos 7.000 guerrilleros de las FARC y los casi 1.300 del Ejército de Liberación Nacional, ELN, depongan las armas. Eso además de desmantelar la economía de las drogas y convencer a la guerrilla para que acepte reparar, en conjunto con el Estado, a más de 6 millones de víctimas.

Con un porcentaje menor que en los últimos cuatro años, Santos seguirá gozando de las mayorías en el Congreso gracias a la coalición de su partido: la U, con el Partido Liberal y Cambio Radical, pero tendrá la oposición de los congresistas del Partido Conservador y de los 20 senadores y 19 representantes del Centro Democrático liderados por Uribe. Esta conformación será “un fuerte obstáculo en la aplicación de las políticas posteriores a un conflicto, si se alcanza el éxito en el proceso de paz”, asegura López.

Y si bien frente a los posibles acuerdos de paz tendrá el prometido apoyo de la izquierda, el senador por el Polo Iván Cepeda lo ha anunciado: “Nosotros le hemos dicho a Santos que éste no es un cheque en blanco y que no vamos a renunciar a ser una oposición muy férrea a sus políticas, y sobre todo a exigir que cumpla el compromiso que ha hecho de que va a llevar a buen puerto el proceso de paz con las FARC y el ELN”.

Economía y seguridad

La paz es sólo uno de los varios retos que Santos deberá afrontar en su segundo período.

El sector agrario, que en los últimos dos años ha paralizado en un par de ocasiones al país, continúa descontento. Los 10 millones de campesinos que escucharon la promesa de Santos de aumentar el presupuesto del sector agropecuario “al más alto nivel en toda la historia de Colombia” esperan no sólo el dinero, sino un cambio importante en la aplicación y desarrollo de los 13 Tratados de Libre Comercio que Colombia tiene vigentes o viene implementando. Según ellos, es la principal causa de sus problemas.

La sensación generalizada de que la Seguridad Democrática de Uribe se perdió con Santos se unió en estos años a la real inseguridad que se vive en las ciudades. Unida a esto está pendiente una reforma de la justicia y al sistema carcelario.

Una educación que saque del último lugar que vergonzosamente ocupa el país en las pruebas Pisa también constituye uno de los principales retos en este período. La mala atención en salud, la inequidad del sistema y la falta de clínicas y hospitales son otra inconformidad que deberá afrontar el presidente en su segundo mandato. 

Consciente de esta situación Santos ha reafirmado la necesidad de un “Acuerdo Nacional” que impulse la política de paz y llamó a todos los sectores sociales y políticos – incluidos sus más acérrimos opositores: Uribe, Zuluaga y la candidata por el Partido Conservador Martha Lucía Ramírez – a unirse en la búsqueda de la pacificación del país. El buen desempeño de la selección de Colombia en el Mundial le dio un respiro al presidente a días de su reelección, pero pasada la fiebre futbolística, los colombianos se aprestan a pasarle la factura a un mandatario que logró triunfar a costa de quedar como los habitantes de la ciudad de Barranquilla luego de su intenso y vistoso carnaval: “empeñado”.

Autores

Susan Abad