Pasar al contenido principal

ES / EN

Las sugerencias de la filósofa estadounidense Martha Nussbaum para el posconflicto en Colombia
Miércoles, Diciembre 16, 2015 - 16:55

Durante su estancia en Medellín, la filósofa estadounidense Martha Nussbaum fue galardonada con un doctorado honoris causa por la Universidad de Antioquia.

“Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades democráticas enseñan a sus jóvenes, pero se trata de cambios que aún no se sometieron a un análisis profundo. Sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando sin advertirlo ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva a la democracia”, denuncia la profesora Martha Nussbam en su libro ‘Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades’ (Katz editores) quizás el trabajo más conocido y citado por diversos intelectuales en Colombia durante los recientes debates que se han entretejido sobre la importancia que los organismos científicos le deben dar a la investigación en ciencias humanas en el país.

Nussbaum visitó Colombia invitada por la Universidad de Antioquia y el Parque Explora. Fue conferencista en tres oportunidades y obtuvo lleno total. Su relación con los más prestigiosos centros universitarios empezó con su formación en las Universidades de Nueva York y Harvard. Ha sido profesora de Oxford y Browm entre muchas otras. Tiene más de 20 grados honorarios y sus publicaciones son continuamente citadas en revistas indexadas y de divulgación científica. Sus trabajos entre ellos ‘Las mujeres y el desarrollo humano’, ‘El cultivo de la humanidad: una defensa clásica de la reforma en la educación liberal’, así como ‘El ocultamiento de lo humano: repugnancia, vergüenza y ley’ son referentes claves para comprender el mundo de hoy. En diálogo con El Espectador enfatizó en la necesidad de una educación para la democracia y el cuidado del medio ambiente.

-¿Qué papel pueden jugar las humanidades en la construcción de la paz en Colombia y el mundo?

-Veo cuatro roles para las humanidades en Colombia hoy en día. El primero está encaminado a fomentar una cultura de pensamiento crítico y debate respetuoso, muy importante en una democracia que se esfuerza por superar profundas divisiones. Si las personas siguen viendo el debate político como un encuentro deportivo donde el objetivo es derrotar, al contrario, la paz está en serios problemas.

-Entonces, ¿qué valores deberían entrar a mediar dicha práctica?

-Una cultura pública socrática, que también se ocupa de prevenir la pasividad y la falta de interés, conductas por lo general propicias para que visiones dañinas alcancen el poder.

En segundo lugar, para retomar la pregunta inicial, las humanidades proporcionan visiones normativas de la justicia social, que debe un debate prominente en el futuro. En tercer lugar, las humanidades implican el estudio de la historia, que es esencial para que una nación evite los errores del pasado y pueda avanzar hacia un futuro de compromiso global.

-¿Qué relación tienen las humanidades y la simpatía?

-Redefinen y amplían la capacidad humana natural de la simpatía, de ponerse en los zapatos del otro, un ingrediente esencial en la superación de las diferencias.

-¿Por qué Colombia debe invertir en la investigación en ciencias humanas?

-Una razón muy importante está dada por la importancia de las humanidades para la ciudadanía democrática, en las cuatro formas que acabo de discutir. Pero las humanidades también son esenciales para una cultura empresarial sana. Se necesita la imaginación para la innovación y el pensamiento crítico mantiene a raya los errores en los centros de trabajo. Por eso China y Singapur, que no son amigos de la ciudadanía democrática, han decidido recientemente invertir mucho en investigación y docencia en las humanidades y las artes. Por último, las humanidades ayudan a todos a reflexionar sobre el sentido de la vida y la muerte, y pensar el significado de una vida bien vivida. Por esta razón, los adultos mayores están acudiendo en gran número a los cursos de humanidades, porque han sido conscientes que el dominio técnico no es suficiente para lidiar con el sentido de la vida.

-Algunas personas creen que las ciencias sociales y humanas no son realmente ciencias, debido a que su investigación no arroja resultados exactos a través de experimentos en laboratorios. ¿Usted qué piensa?

-Existen muchas formas de precisión en la vida humana. Las descripciones sutiles de las emociones en novelas como las de Marcel Proust y Henry James son mucho más precisas y matizadas que los hechos que los científicos son capaces de ver en una resonancia magnética del cerebro.  En cada área debemos buscar el tipo de precisión adecuada para esa zona. Y mientras que los experimentos de laboratorio nos pueden dar información muy valiosa, no pueden decirnos hacia a donde ir.

-Entonces, no debemos separar estos dos mundos, ver distante lo biológico de lo social…

-Creo que es importante aprender acerca de la sicología humana a través de experimentos, ya que nos dan información sobre nuestros recursos y los obstáculos que pueden acecharnos, pero no nos están dando información sobre los propósitos a seguir. Si tenemos un gran propósito, entonces vamos a poner todo nuestro empeño para superar esos obstáculos.  Esto es obvio cuando pensamos en cuestiones físicas: el hecho de que los seres humanos tienden a tener un montón de problemas de espalda no nos hace concluir que todos tenemos que vivir con estas afectaciones. En lugar de ello, nos esforzamos más para encontrar la manera de abordar este problema.

[[wysiwyg_imageupload:6335:]]

-En pleno mundo cambiante, ¿cuál es la relevancia de los pensadores clásicos como los griegos y del siglo XIX y XX para entender la realidad?

-En primer lugar, yo no usaría la palabra "clásicos" para referirme únicamente a importantes pensadores occidentales. Existen tradiciones filosóficas clásicas en la India y China y las tradiciones orales de gran valor y antigüedad en África. Creo que es importante estar al tanto de las tradiciones filosóficas de todo el mundo, pasadas y presentes. Pero al mismo tiempo no creer que las tradiciones de Europa Occidental son las únicas. Uno no puede estudiar todas las tradiciones antiguas en profundidad ya que el desafío lenguaje es muy arduo.

-¿Cuáles son las tradiciones a las que más les ha dedicado estudio?

-Elegí estudiar a los griegos y los romanos. Lo hago al encontrar su pensamiento de gran importancia para la actualidad sobre todo en cuestiones éticas y políticas. La vida humana ha cambiado en algunos aspectos, pero los puntos de vista de Aristóteles sobre la amistad, de Platón sobre el amor, de Cicerón sobre las obligaciones globales, resuenan hoy con nosotros.

-¿Qué concepto tiene sobre los trabajos de los pensadores del siglo XIX y XX?

-Muchos produjeron obras valiosas, pero para el caso latinoamericano, sus tradiciones intelectuales deben ser, al menos, uno de los focos de su estudio para las nuevas generaciones. Por supuesto, al igual que todo el mundo puede aprender algo del pensamiento de John Stuart Mill y John Rawls que particularmente son dos de mis preferidos, es clave estudiar algunas obras escritas por mujeres, y trabajos que se ocupan de cuestiones como la discapacidad y la orientación sexual, que no fueron discutidos por los filósofos que les antecedieron.

-La protección del medio ambiente es la principal tarea política en la actualidad. ¿Cómo pueden contribuir los humanistas a esta tarea?

-Discutir el cambio climático, que significa aprender sobre ciencia, también comprende reflexionar sobre la justicia: tanto para las naciones en desarrollo y para sus pueblos, pero también justicia para los no humanos. Una buena discusión ambiental debe ser interdisciplinaria. En nuestra Asociación para el Desarrollo Humano y las Capacidades recientemente tuvimos una excelente discusión sobre los derechos de los animales que incluyeron a filósofos y abogados. Otro ejemplo de este cruce interdisciplinario es el libro ‘Climate Change: Justice’ publicado por mis colegas Eric Posner y David Weisbach ambos economistas que han bebido de la filosofía y sentían la necesidad de recurrir a esta ciencia para abordar las cuestiones normativas, y lo hicieron muy bien. Enseño regularmente una clase sobre la desigualdad global con Weisbach que incluye algunos temas ambientales, para aprender unos de otros. Las Universidades deben promover la enseñanza y la investigación interdisciplinaria en esa importante área.

[[wysiwyg_imageupload:6336:]]

-Su idea de que las humanidades contribuyen a la democracia es bien conocida. Pero en muchos países, estas fueron instrumentalizadas para difundir las ideas dominantes como sucedió en el caso de la desaparecida Unión Soviética y la Alemania Nazi. ¿Cómo entender esto?

-Nunca he dicho que cualquier vieja forma de enseñar los viejos textos humanistas contribuye a la democracia.  He hecho prescripciones muy específicas. En primer lugar, la enseñanza debe fomentar el pensamiento crítico socrático y la pedagogía debe conducir a una cultura del disenso respetuoso en el que se respete la voz de cada persona. Obviamente los nazis no hicieron nada de esto. Buscaron remplazar el modelo kantiano de la ilustración con una cultura de autoritarismo. En segundo lugar, las humanidades deben enfrentar los hechos de la historia y la cultura mundial honesta y críticamente. Los nazis eran grandes mentirosos, y toda su cultura política se basó en mentiras acerca de los judíos que serían risibles si no hubieran sido tan letales.

-También ha hablado del papel de la imaginación…

-La formación de la imaginación debe centrarse en la mejora de la comprensión empática de los estudiantes de las minorías y los grupos subordinados en la sociedad, cualquiera que sea, en un momento determinado. Los nazis hicieron todo lo contrario. Crearon literatura que representa a los judíos como alimañas, como animales, y así sucesivamente. Además, se opusieron intensamente se opusieron a que existiera cualquier forma de empatía con los judíos. Por eso estaban tan opuestos a la libertad artística: querían un régimen de propaganda en el que controlaran su mensaje.

Autores

ELESPECTADOR.COM