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Noriega vuelve a Panamá y revive su pasado de crímenes, drogas y corrupción
Domingo, Diciembre 18, 2011 - 16:15

Después de más de 20 años encarcelado en Estados Unidos por tráfico de drogas, Noriega volvió la semana pasada al país centroamericano, dondde cumplirá una pena de 60 años.

Ciudad de Panamá. Manuel Noriega, otrora hombre fuerte de Panamá, acaparó los titulares en la década de 1980 cuando su deteriorada relación con EE.UU., llevó a una invasión que terminó con su mandato militar y lo envió a cárceles extranjeras durante 20 años por tráfico de drogas.

El exdictador, hoy de 77 años, vuelve a Panamá, deteriorado y con problemas de hipertensión y una parálisis parcial causada por un derrame. Llegó requerido por la justicia para que cumpla tres condenas que suman 60 años de cárcel por la desaparición y muerte de opositores.

Una Comisión de la Verdad documentó, en el 2002, 110 casos de asesinados y desaparecidos, cuando Noriega fue jefe de los aparatos de inteligencia y luego gobernante de facto.

Recluido en la cárcel El Renacer, desde el pasado domingo, ahora la época dorada de Noriega quedó atrás. Nació en 1934 en un hogar pobre. Se graduó de la School of the Américas de EE.UU. y se inició muy joven en la carrera militar.

Tras un golpe de Estado en 1968 que llevó al poder al militar Omar Torrijos, de cuya muerte lo culparon después, Noriega recibió el control de la Unidad de Inteligencia de la Guardia Nacional, que funcionaba como un despiadado cuerpo de policía secreta.

Apodado por Torrijos como gánster, orquestó la desaparición de opositores, muchos con señales de tortura cuando fueron exhumados. Luego de que Torrijos murió en un accidente aéreo en 1981, el caudillo se abrió paso al poder.

Dirigió Panamá en un gobierno de facto de 1983 a 1989, época en la que estrechó su rol de espía de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA), con la que colaboraba por dinero desde 1970.

Trabajó muy cerca de Washington, permitiéndole instalar puestos en Panamá y dejándole usar al país como conducto, para llevar ayuda encubierta a fuerzas proestadounidenses en El Salvador y Nicaragua.

La primera señal de distanciamiento se dio en 1985, cuando influyó en la renuncia de Nicolás Ardito Barletta, primer presidente electo del país en 16 años. Desafió a Washington cuando con la llegada a la Casa Blanca de George Bush (1989-92), exjefe de la CIA, se lo empezó a aislar y reprimir.

En 1988, la agencia antidrogas de EE.UU. lo acusó de tráfico de cocaína y lavado de dinero, mientras que el Congreso estadounidense impuso a Panamá sanciones económicas para presionarlo a dejar el poder.

Al año siguiente, Noriega anuló los resultados de la elección que ganó el opositor Guillermo Endara, la Asamblea Nacional lo reconoció como líder máximo y declaró a EE.UU y Panamá en estado de guerra.

Esto se debió a que el 20 de diciembre de 1989, en la llamada Operación Causa Justa, tropas estadounidenses invadieron Panamá, buscaron casa por casa a Noriega para derrocarlo. En el operativo fallecieron 314 soldados panameños y 223 estadounidenses, y 200 civiles.

Noriega se escondió en la Embajada del Vaticano, en el barrio El Chorrillo, que fue destruido por los bombardeos. Los soldados estadounidenses rodearon la sede religiosa, la asediaron con incesante música de rock por tres días hasta que el Nuncio logró convencer a Noriega para que se rindiera.

El militar se entregó el 3 de enero de 1990 y fue llevado a Miami para enjuiciarlo. Tras 21 años de cárcel por narcotráfico, de una condena de 40 años acortada por buena conducta, se lo extraditó a Francia el 26 de abril del 2010.

La justicia francesa lo condenó a siete años por blanqueo de $ 3 millones del cartel de Medellín en bancos de Francia en los 80, pero el pasado 10 de diciembre lo extraditó Panamá.

Durante su época de poder, Noriega fue considerado un militar sin escrúpulos que tenía tratos con el capo colombiano Pablo Escobar, refugiado en 1984 en Panamá, después ordenar el asesinato a un ministro de Justicia colombiano.

Noriega alquiló una casa amoblada para alojar a Escobar, según relato del principal lugarteniente del capo, John Jairo Velásquez, alias Popeye, en el libro El verdadero Pablo, sangre, traición y muerte, de la periodista colombiana, Astrid Legarda.

Según Popeye, Noriega daba seguridad a dos laboratorios del cartel de Medellín, donde se procesaba cocaína que era embarcada a EE.UU, vía Nicaragua, con la anuencia del régimen Sandinista. Popeye señala en el libro “Noriega es el perro miserable de Centroamérica. Es peor porquería que Pablo Escobar, que cualquier asesino de nosotros”. Panamá fue usado para lavar dinero, procesar y embarcar cocaína, que dejó beneficios multimillonarios al exdictador, según el libro.

El poder de Noriega también alcanzó a Abdalá Bucaram, según el ex presidente ecuatoriano, quien fue encarcelado, acusado por tenencia de drogas mientras residía en Panamá.

En ese entonces Bucaram culpó al mandatario de turno, León Febres Cordero, de que en complicidad con Noriega le colocaron un kilo de cocaína en su vehículo.

Cuando Noriega partió de Panamá dejó un país hundido económicamente, ocupado militarmente y desmanteladas las Fuerzas de Defensa, reemplazadas por una policía civil.

Ahora vuelve y se encuentra con un gran auge económico y el Canal interoceánico en poder del país y en ampliación.

Noriega fue condenado en ausencia por tres casos de desaparición y asesinato, entre ellos el de Hugo Spadafora, uno de sus principales denunciantes, quien fue decapitado.

Un amplio sector permanece indiferente, pues la población, de 3,4 millones de habitantes, es mayoritariamente joven, que no recuerda o no había nacido en la época del régimen.

Alida, una hermana de Spadafora, sentenció: “Es difícil pasar la página sin que haya justicia, sin saber dónde están los cuerpos de los desaparecidos, sin saber dónde está la cabeza de mi hermano”.

Autores

El Universo.com