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Nuevo presidente de México buscará virar el foco de su gestión desde la violencia a la economía
Viernes, Noviembre 30, 2012 - 17:00

Tras capitalizar a su favor en las urnas el descontento de millones de mexicanos hastiados de la brutalidad de los cárteles de las drogas y el poco empleo, el ex gobernador de 46 años deberá trabajar para cumplir con sus promesas de mayores salarios y un clima de paz.

México DF. Enrique Peña Nieto tomará este sábado las riendas de México con la meta de coronar reformas que apuntalen la economía local, opacada por la del gigante latinoamericano Brasil, y virar el foco de atención que ha concentrado la cruenta violencia del narcotráfico.

Tras capitalizar a su favor en las urnas el descontento de millones de mexicanos hastiados de la brutalidad de los cárteles de las drogas y el poco empleo formal en la segunda economía de Latinoamérica, el ex gobernador de 46 años deberá trabajar para cumplir con sus promesas de mayores salarios y un clima de paz.

Para ello, se comprometió a impulsar desde inicios de su sexenio una profunda reforma fiscal y otra energética para "modernizar" México, que ha gozado de estabilidad económica en los últimos años.

Colaboradores del presidente electo y legisladores del PRI han dicho que el 2013 será el año de esas dos reformas, las cuales -según analistas- desatarían todo el potencial del país luego de haber sido postergadas por años debido a resistencias legislativas o para evitar su costo político.

En el Congreso ninguna fuerza política domina y además Peña deberá concertar las posiciones dentro de su propio Partido Revolucionario Institucional (PRI), que regresa al poder tras 12 años de haberlo perdido luego de su dominio en la mayor parte del siglo pasado.

Y aunque en los temas de seguridad ha esbozado algunos planes para aplacar la extendida violencia que ha cobrado miles de vidas y frenar los homicidios, secuestros y extorsiones, algunos colaboradores dicen que no será su única prioridad, un contraste con el saliente presidente, Felipe Calderón, que apostó su capital político a un combate frontal contra el narco.

"Es una parte de la ecuación, pero no puede convertirse en el único tema", dijo una fuente cercana a su equipo al referirse al combate contra el crimen organizado.

Negociar y negociar reformas. México, el séptimo productor del crudo del mundo, necesita inversiones millonarias para apuntalar a una economía que proyecta crecer entre 3 y 4% este año y que ha vivido bajo la sombra del gigante Brasil, con el que busca más comercio y menos trabas.

Brasil -primera economía de América Latina, sexta del mundo e integrante de los gigantes emergentes BRIC, junto con Rusia, India y China- y México han hablado por décadas de establecer un acuerdo de libre comercio que no cristaliza, mientras compiten en mercados como el de autos.

Para México, además del comercio, es clave motorizar su actividad petrolera, que aporta el 40% de los ingresos presupuestarios, y Peña ha dicho que quiere una reforma energética que atraiga capitales privados a la estatal Pemex sin que ello signifique su privatización.

Aunque Pemex logró parar el declive de su producción de crudo y la estabilizó en torno a 2,5 millones de barriles por día (bpd), aún debe al menos alcanzar los 3,4 millones de bpd récord del 2004, lo cual requiere de ingentes inversiones.

Y para eso es fundamental incentivar las inversiones privadas dirigidas a exploración y producción de crudo, en las cuales está limitada la petrolera mexicana porque debe transferir por ley gran parte de sus recursos al Estado.

Por otro lado, el país necesita elevar la recaudación fiscal, de las más bajas de América por los altos niveles de informalidad, la débil administración tributaria y las estrechas bases impositivas.

Pero debe hacerlo sin golpear a los más de 52 millones de pobres contabilizados en el 2012 en el país de 112 millones de habitantes.

Según especialistas, si las reformas no incluyen inyectar capital privado a Pemex y quitar exenciones al cobro del Impuesto al Valor Agregado (IVA) -temas sensibles a los que las fuerzas de izquierda se oponen-, estarían incompletas para apuntalar el crecimiento del país, cuyo Producto Interno Bruto anual ronda US$1,2 billones.

Ante un Congreso en el que el PRI por sí solo no tiene mayoría, Peña está obligado a negociar las reformas antes de presentarlas, algo que dejaron de hacer Calderón y su predecesor Vicente Fox, ambos del derechista Partido Acción Nacional (PAN).

"Si el nuevo presidente sigue en esa ruta, el resultado va a seguir siendo el mismo, es decir, reformas a medias, limitadas, no sustanciales", dijo Ricardo Espinoza, politólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Pese a todo, en el equipo de Peña hay optimismo de que avancen las iniciativas después de que el Congreso aprobó hace poco una postergada reforma laboral propuesta por Calderón que le quitó al nuevo Gobierno una tarea pendiente.

Relajar temas de seguridad. Peña también quiere relajar el énfasis en temas de seguridad en la relación con Estados Unidos, el socio clave de México, en comparación con Calderón, quien arreció en los últimos meses los reclamos a Washington por no atender su pedido de frenar el tráfico de armas que llegan a manos de los narcotraficantes.

En un encuentro privado de Peña y Barack Obama esta semana en la Casa Blanca, en el que predominaron temas como una eventual reforma migratoria, el presidente de Estados Unidos dijo que no quiere una relación bilateral centrada sólo en seguridad, según otra fuente del gobierno mexicano entrante.

"Ambos coincidimos en que la agenda México-Estados Unidos es muy variada y con amplias áreas de oportunidad en favor de nuestras sociedades", dijo Peña en su cuenta de Twitter tras reunirse con Obama.

Y para algunos observadores, en ese camino van las cosas.

"El mensaje es muy claro: Peña Nieto quiere cambiar completamente el enfoque de la relación" con Estados Unidos, opinó Carlos Ramírez, analista de Eurasiagroup en Washington.

Y mientras Calderón deja el poder para adentrarse en el mundo académico en Harvard, Peña hereda un país en el que se han vuelto casi comunes y cotidianos en algunas zonas los hallazgos de cadáveres desmembrados, muertos colgados de puentes, fosas comunes y balaceras a plena luz del día.

El saliente mandatario defendió durante su gestión a capa y espada la ofensiva antidrogas que dejó más de 60.000 personas muertas en el país, entre ellos civiles inocentes y niños, y en la que fueron capturados o abatidos varios capos.

Muchos esperan que con el regreso del PRI a la presidencia disminuyan las ejecuciones y algunos hasta proponen que recurra a medidas extremas como negociar con narcotraficantes, de lo que fue acusado el partido cuando gobernó en el pasado, una idea que Peña ha rechazado.

"Peña Nieto tiene que cambiar la forma de combate, yo pienso que habrá arreglos con los narcotraficantes, van a bajar los homicidios poco a poco", dijo Rubén Muñoz, un comerciante en electrónica de Ciudad Juárez, una de las urbes más castigadas por la violencia del narcotráfico en los últimos años.

Para aplacar la violencia, Peña ha prometido duplicar recursos en seguridad, crear una gendarmería para poco a poco ir regresando a los militares a sus cuarteles y que la Secretaría de gobernación sea la cabeza que dirija la seguridad interior.

"Vamos a seguir trabajando fuerte en el combate de las drogas y la inseguridad con políticas innovadores para que el consumo baje", dijo recientemente Emilio Lozoya, visto como un posible miembro del gabinete de Peña.

Autores

Reuters