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Obama presionará a Putin por Siria en G-20, pese a escepticismo
Lunes, Junio 18, 2012 - 10:16

Tras una semana de recriminaciones que recordaron la Guerra Fría entre diplomáticos de Estados Unidos y Rusia, el diálogo en la cumbre del Grupo de los 20 en México demostrará si ambos líderes pueden forjar una relación de trabajo y encontrar terreno común respecto a Siria y otros conflictos enconados.

Los Cabos. El presidente estadounidense, Barack Obama, presionará a Vladimir Putin en cuanto al papel de Rusia en la crisis de Siria cuando se reúnan el lunes, pero parece que tendrá pocas posibilidades de persuadirlo a ceder en la resistencia de Moscú a medidas más duras de la ONU contra Damasco.

Tras una semana de recriminaciones que recordaron la Guerra Fría entre diplomáticos de Estados Unidos y Rusia, el diálogo en la cumbre del Grupo de los 20 en México demostrará si ambos líderes pueden forjar una relación de trabajo y encontrar terreno común respecto a Siria y otros conflictos enconados.

La suspensión de la misión de observación de Naciones Unidas en Siria durante el fin de semana ha presionado aún más a Obama y a Putin, que se reunirán por primera vez desde la reelección del presidente de Rusia, a actuar de forma decisiva para evitar que el conflicto se convierta en una guerra civil.

Sin embargo, con las relaciones crispadas y las bajas expectativas en ambos lados sobre un quiebre del estancamiento, el escenario anticipa una reunión incómoda en el balneario de Los Cabos en el Pacífico mexicano.

Los esfuerzos diplomáticos se complican aún más por la campaña de Obama por la reelección frente al republicano Mitt Romney -quien ha calificado a Rusia como el "principal enemigo geopolítico" de Estados Unidos-, además de las dudas sobre hasta qué punto Putin podría traducir su retórica antioccidental en política real.

El tono endurecido parece marcar el punto final del "reinicio" de las relaciones con Moscú que fue impulsado por el antecesor de Putin, Dmitry Medvedev, y promocionado por la Casa Blanca como un gran logro en política exterior.

Con el presidente sirio Bashar al-Assad llegando a 15 meses de represión sangrienta contra la oposición, Obama y sus aliados occidentales quieren que Moscú, que posee derecho a veto, deje de protegerlo de nuevas sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU que lo forzarían a salir del poder.

Sin embargo Putin, un ex espía de la KGB, sospecha de los motivos de Estados Unidos -especialmente después del derrocamiento del líder libio Muammar Gaddafi con ayuda de la OTAN el año pasado- y ha ofrecido pocas señales de suavizar su postura sobre Siria.

Aunque Washington no ha mostrado apetito por una nueva intervención como la sucedida en Libia, Rusia se resiste a abandonar a su aliado sirio, un comprador de armas desde hace mucho tiempo, y arriesgar a perder su último punto firme de apoyo en Oriente Medio, incluido el acceso a una base naval de aguas cálidas.

Los asesores de Obama dicen que también cuentan con otros líderes del G-20 como el primer ministro británico, David Cameron, para ejercer presión sobre Putin. Sin embargo, Putin puede esperar la solidaridad de China, que se ha unido en el bloqueo de medidas contra Assad en la ONU.

Replica airada. La gravedad de la disputa entre Washington y Moscú se hizo evidente la semana pasada cuando la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, acusó a Rusia de suministrar helicópteros de ataque a Assad. Esto provocó una respuesta airada del Kremlin.

"Algunas personas están tratando de echar a perder la atmósfera de estas conversaciones", dijo Yuri Ushakov, asesor de Putin en política exterior.

No sólo citó la acusación de venta de armas, sino también un nuevo proyecto de ley en el Congreso estadounidense, la llamada ley "Magnitsky", que atacaría a rusos violadores de los derechos humanos y que calificó como "anti-Rusia".

Putin se centró el jueves pasado en otro factor de irritación en las relaciones al advertir de forma amenazante acerca de una "reacción apropiada" a los planes respaldados por Estados Unidos sobre defensa antimisiles para Europa, a los que Moscú se opone vehementemente.

Obama puede tratar de bajar la temperatura, pero también quiere evitar dejarle una brecha a los republicanos que lo acusan de ser blando con Moscú, en momentos en que lucha para defender sus decisiones en materia económica. Al mismo tiempo, enfrenta críticas por no ejercer un liderazgo más fuerte frente a Siria.

Por su parte, Putin no estará de ánimo para concesiones que podían ser vistas como debilidad mientras busca sofocar la disidencia en su país con tácticas criticadas por Estados Unidos. También tendrá cuidado de no hacer compromisos con un presidente estadounidense cuyo futuro más allá de las elecciones del 6 de noviembre sigue siendo incierto.

A nivel personal, hay razones para dudar de que Obama y Putin se conecten. Su lenguaje corporal será diseccionado por los medios de comunicación para buscar cualquier indicio de hacia dónde se dirige la relación.

Su primera reunión, hace casi tres años en la dacha de Putin cuando era primer ministro, fue extraña, según la mayoría de los relatos, con Obama sometido a un largo monólogo de quejas rusas.

Pero asesores de Obama dicen que la mejora inicial en las relaciones, ocurrida tras agriarse casi al final del mandato del presidente George W. Bush, no habría sido posible sin el apoyo de Putin.

Los Cabos, donde la cumbre se centrará en las amenazas de la crisis de la zona del euro para la economía mundial, será una oportunidad para que ambos líderes presenten sus casos. Pero no se esperan nuevas ideas.

Obama instará a Putin a usar su influencia con Assad para aceptar una transición similar a la vista en Yemen, en la que un presidente autocrático fue expulsado, dijeron funcionarios estadounidenses. Moscú ha señalado su oposición a la salida de Assad como una condición previa.

La Casa Blanca también espera aplacar una preocupación clave de Rusia. "No es nuestro objetivo eliminar la influencia de Rusia en Siria", dijo el asesor de seguridad interior estadounidense Ben Rhodes a periodistas.

Es probable que Putin presione por un "grupo de contacto" internacional que incluya a Irán, para el que Siria es su único aliado real en la región. Estados Unidos se opone a cualquier rol de Irán.

Sin embargo, Obama abordará Irán con sumo cuidado durante sus conversaciones con Putin. Rusia será el anfitrión de la próxima ronda de conversaciones entre Irán y las potencias mundiales esta semana, y Washington quiere que Moscú dé más ayuda para presionar a Teherán a detener su programa nuclear. (Reporte adicional de Steve Gutterman; Editado en español por Silene Ramírez)

Autores

Reuters