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Omar Barboza asume como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela
Lunes, Enero 8, 2018 - 14:31

Con 102 votos a favor y cinco en contra, Omar Barboza ascendió a la jefatura de la Asamblea Nacional. Su pasado y la forma en que prosperó su candidatura ponen en relieve varios problemas del antichavismo. Una semblanza.

La oposición antichavista, que controla la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional venezolana desde los comicios parlamentarios de 2015, inauguró este 5 de enero el tercero de los cinco períodos legislativos que le corresponden designando al diputado Omar Barboza como presidente de la Cámara. El historial de este veterano es tan conspicuo como la forma en que se dio su nombramiento porque pone de relieve el problema de imagen que enfrenta su partido –el socialdemócrata Un Nuevo Tiempo (UNT)–, las pugnas en su interior, las fricciones en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –la mayor alianza de formaciones opositoras del país caribeño– y los desafíos que ésta tiene por delante. El primero de esos retos está pautado para el 11 y 12 de enero, cuando los emisarios de la MUD volverán a negociar con los del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para resolver la crisis de gobernabilidad que mantiene casi paralizado al petroestado.

El abogado y economista Omar Enrique Barboza Gutiérrez nació en 1945 en Maracaibo, capital del estado occidental de Zulia, uno de los principales bastiones petroleros de Venezuela. Inició su carrera política en las filas del partido socialdemócrata Acción Democrática, que llevó las riendas de la nación sudamericana varias veces entre 1958 y 1998; ese es el período que el chavismo denomina peyorativamente la “Cuarta República”. El presidente adeco Jaime Lusinchi (1983-1988), que goza de mala reputación por los niveles de corrupción y represión que se registraron durante su gestión, nombró a Barboza gobernador de Zulia (1985-1989). A su vez, Barboza es percibido negativamente por su pasada cercanía con Lusinchi y por los “pozos de la muerte” hallados en Zulia durante su mandato, trincheras donde fueron a parar los cadáveres de las víctimas de violaciones de derechos humanos atribuidas a los cuerpos de seguridad del Estado.

Buen orador, talante conciliador. En los noventa, tras la reforma que les permitió a los venezolanos votar directamente por los gobernadores, Barboza optó en vano por su reelección como máxima autoridad del Zulia. Al final de esa década, ocupó una curul en el desaparecido Congreso Nacional. En 1999, con los partidos tradicionales desprestigiados y sumidos en guerras intestinas, Barboza se separó de Acción Democrática y fundó Un Nuevo Tiempo, junto a los líderes políticos zulianos Manuel Rosales y Pablo Pérez. Aunque UNT adquirió relevancia a escala nacional en 2006 y Barboza se hizo cargo de su dirección en 2007, muchos conocieron al septuagenario apenas en 2014, al calor de las protestas antigubernamentales de ese año. “Él me sorprendió cuando los portavoces de la oposición fueron al Palacio presidencial a dialogar con el Ejecutivo de Nicolás Maduro. En esas sesiones televisadas, todos hablaron muy bien; pero Barboza fue como una revelación”, recuerda el sociólogo venezolano Héctor Briceño.

“Barboza se destacó por sus cualidades argumentativas, sus dones como orador y su talante conciliador. A pesar de su pasado político, esas virtudes siguen estando a su favor hoy día”, subraya Briceño, docente en el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), adscrito a la Universidad Central de Venezuela, y actualmente de paso por la Universidad de Rostock. Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg, lo secunda. “Barboza es un fantasma del pasado, como dice el tango de Alfredo Gardel, pero no todo en su biografía es desdeñable. Su experiencia política puede servir para devolverle cohesión a la MUD; Barboza se maneja muy bien en las negociaciones”, sostiene Mires. Ambos expertos coinciden en que el Parlamento venezolano sólo podrá legislar como la Constitución manda si la coalición opositora supera sus rencillas internas y en que Barboza puede compensar la desconfianza que se le tiene si consigue unir a la MUD.

Polémica designación. Al ganar los últimos comicios legislativos, los miembros de la MUD acordaron rotarse en la jefatura del Parlamento: Acción Democrática la asumió en 2016 y Primero Justicia, en 2017. En 2018, el turno le corresponde a Un Nuevo Tiempo. El problema es que, en los últimos años, declaraciones hechas y decisiones tomadas por Manuel Rosales, mandamás de esa formación política, han sido percibidas por buena parte del electorado opositor como gestos de “colaboracionismo” con el régimen de Maduro. “Eso perjudica a Barboza porque él fue nombrado a dedo por Rosales como el candidato de Un Nuevo Tiempo para la presidencia de la Asamblea Nacional”, comenta Mires, trayendo a colación otro detalle: el ascenso de Barboza, un diputado poco prominente, fue recibido como un desplante por sus contendientes dentro del partido, los diputados Enrique Márquez, Timoteo Zambrano, Stalin González, Luis Emilio Rondón y Delsa Solórzano.

“Yo daba por sentado que Márquez sería el ungido”, admite Briceño señalando al presidente de Un Nuevo Tiempo, quien declinó para evitar controversias. Timoteo Zambrano se consideraba a sí mismo como el aspirante más apto y lamentó que quienes lo tachan de “quinta columna” en el seno del antichavismo terminaran persuadiendo a la MUD de vetarlo. Stalin González albergaba esperanzas por encarnar a la generación de relevo, pero se sometió a la disciplina partidista. Luis Emilio Rondón ni siquiera asistió a la votación primaria, reportó el periodista Pedro Pablo Peñaloza, del sitio web venezolano RunRun.es. Por su parte, la abogada Delsa Solórzano era la candidata más popular en las encuestas. “Ella es muy frontal, no rehúye los problemas”, dice Mires. “Ella es una figura muy pública porque defendió activamente los derechos humanos de los presos políticos y de las personas reprimidas durante las manifestaciones”, acota Briceño.

“De hecho, tengo entendido que militantes de otro partido sopesaron postularla en la sesión legislativa donde se eligió al presidente del Parlamento contando con sus probabilidades de ganar”, esgrime el profesor del CENDES antes de refutar la noción de que Barboza es una ficha de Rosales fácil de manipular: “Circunstancialmente, el presidente de la Asamblea Nacional es el opositor de más alto rango institucional en Venezuela, pero eso no significa que su margen de maniobra sea muy grande. Además, Barboza también va a estar expuesto a las presiones de los otros partidos opositores”. A juicio de Briceño y de Mires, otro indicio alentador derivado de la designación de Barboza como jefe del Parlamento es que, si la MUD respetó el pacto de alternancia en ese cargo, la alianza antichavista no está tan desunida como se cree.

La más urgente de las incógnitas por despejar es quien encabezará durante el año 2018 la comisión negociadora de la MUD en República Dominicana: “Ese asunto puede generar tensión. Se ha dicho que Julio Borges seguirá siendo el timonel porque el diálogo con el oficialismo en Santo Domingo comenzó durante su turno como presidente del Parlamento”, explica Briceño.

Autores

Deutsche Welle