Pasar al contenido principal

ES / EN

Porno, armas y protección: los malos hábitos del Servicio Secreto de EE.UU.
Jueves, Mayo 3, 2012 - 18:14

El escándalo sexual que involucró a varios agentes estadounidenses con prostitutas en Cartagena tiene varios antecedentes. El Salvador, Argentina y Brasil son sólo algunos de ellos.

En un corredor frío del Hotel Caribe, el agente David Chaney le lanzó un billete de 50 mil pesos a Dania Suárez, por sus servicios de la noche anterior. Dania esperaba US$800, 32 veces más de lo que el fornido y rubio gringo le había puesto en la mano para deshacerse de ella.

El escándalo que siguió -con agentes rebuscándose los bolsillos para completar la cuota y un policía colombiano anónimo que respaldó a la estafada prostituta- desató la investigación interna más grande en la historia del Servicio Secreto, a miles de agentes y cerca de 900 viajes al exterior durante dos décadas.

Lo que se ha encontrado, según han ido filtrando a cuentagotas los congresistas de Estados Unidos que vigilan al Servicio Secreto, ha confirmado una cultura de laxitud lasciva de los agentes cuando salen de Washington. Cartagena no fue la primera vez que esto sucedía. Talvez sí la más escandalosa.

Se dice que en marzo de 2011, unos días antes de la visita del presidente Barack Obama a El Salvador, siguiendo el mismo modus operandi, varios agentes del Servicio Secreto, acompañados por funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en ese país, frecuentaron por tres noches seguidas un prostíbulo local. Según la cadena local Kiro-TV, con base en Seattle (noroeste) y que reveló la información, un hombre vio a varios agentes estadounidenses bebiendo alcohol excesivamente y a otros pagarles a prostitutas.

La historia salió de una fuente de la CBS y llegó a los pasillos del Congreso, donde el senador republicano Chuck Grassley acababa de escuchar de boca de la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, que “hasta donde ha avanzado la investigación, parece que nada similar a lo de Cartagena ha sucedido antes”.

Grassley salió furioso frente a las cámaras a reafirmar que quería una investigación independiente y ha sido el primero en agrietar las filas de apoyo que había recibido el director del Servicio Secreto, Mark Sullivan.

Secretos en el sótano. Poco después de que el Washington Post revelara la historia inicial de Cartagena, y de que The New York Times publicara la hasta ahora única entrevista con Dania (se rumora en los pasillos de Washington que el Times resarció con creces la cuenta pendiente del agente Chaney), los tabloides voraces de Estados Unidos se han tomado muy en serio la historia, renombrada “sexygate”.

El News and World Report dice que después de 2001 varios agentes del Servicio Secreto han sido sorprendidos viendo porno en el sótano de la Casa Blanca, bebiendo con niñas menores de edad durante un viaje que el expresidente George W. Bush hizo a Utah, e incluso reveló que algunos han llegado altamente alicorados a trabajar.

Entre más se habla del tema, siguen saliendo hermosas mujeres de otros lados del mundo que aseguran haber sido chicas por una noche de los hombres de la seguridad del presidente. En Buenos Aires, durante un viaje de Bill Clinton, en 2009 (el Servicio Secreto también cuida a los expresidentes), la delegación entera departió en un bar de shows de striptease. En este caso, sin embargo, lo hombres de corbata y gafas negras estaban tras los pasos de su protegido.

En diciembre del año pasado, esta vez en Brasil, un incidente involucró a tres oficiales de la Marina de Estados Unidos y a un miembro de la embajada en Brasilia. Supuestamente los oficiales subieron una prostituta a un carro y la arrojaron del vehículo por un desacuerdo sobre el pago. Los estadounidenses “fueron sacados del país inmediatamente y sometidos a medidas disciplinarias”.

La dama de hierro. Hasta ahora la investigación del “sexygate” de Cartagena deja dos agentes despedidos, siete que se han retirado forzosamente y tres exonerados. De forma separada, el Pentágono investiga al menos a 12 miembros de las Fuerzas Armadas que presuntamente también estuvieron con prostitutas en Cartagena. En medio de este espiral bochornoso ha surgido la figura de una mujer, Paula Reid, la jefa de la división de Suramérica del Servicio Secreto y responsable de haber actuado de manera fulminante apenas se desató el “sexygate”.

Reid, una negra con más de 21 años en la agencia de protección, decidió sin chistar retirarles las credenciales de seguridad a los 12 implicados de Cartagena y devolverlos a su país, una decisión acertada que tiene al director del Servicio aún en su puesto, aunque no se sabe por cuánto tiempo.

Autores

ELESPECTADOR.COM