Pasar al contenido principal

ES / EN

Proyectan que el Peronismo llegaría dividido a elecciones de 2017 en Argentina
Viernes, Septiembre 9, 2016 - 13:34

Pese a perder la presidencia a fin del año pasado a manos del liberal Mauricio Macri, el peronismo sigue siendo una gigantesca y polifacética máquina con la que se debe lograr consenso para gobernar, ya que controla sindicatos, provincias y una parte del Congreso.

Buenos Aires.  El peronismo, la principal fuerza política de Argentina, llegaría dividido a los comicios de medio término del año próximo, lo que favorecería a un Gobierno que necesita de una oposición fragmentada para impulsar medidas que saquen a la economía de la recesión.

Pese a perder la presidencia a fin del año pasado a manos del liberal Mauricio Macri, el peronismo sigue siendo una gigantesca y polifacética máquina con la que se debe lograr consenso para gobernar, ya que controla sindicatos, provincias y una parte del Congreso.

Hasta el Papa Francisco ha sido muchas veces tildado de peronista por su amistad con algunos miembros del partido y su identificación con la pobreza.

Figuras disímiles como el diputado disidente Sergio Massa y la ex presidenta de centroizquierda Cristina Fernández de Kirchner, junto con el peronismo tradicional -que está en busca de líderes renovadores-, son quienes pelean por el control de una oposición que, pese a ciertos intentos de unidad, seguiría escindida.

"Va a ser difícil formar un frente para el año que viene. El cristinismo no va a entrar (en el peronismo)", dijo una fuente que tiene un cargo jerárquico en el Partido Justicialista (PJ), como se llama oficialmente la agrupación.

"Las elecciones del año que viene no son decisivas, la batalla grande es en (la elección presidencial de) 2019", agregó la fuente, que también consideró difícil sumar a Massa, quien fue candidato presidencial en el 2015 con su propio partido.

En octubre del año próximo se renovará un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados, además de los legisladores de parlamentos regionales, en unos comicios que podrían reordenar el mapa político del país y son considerados un referendo sobre la actual gestión.

Tras 12 años en el poder, Cristina Fernández dejó la presidencia en diciembre pasado con un alto apoyo popular -cercano al 30 por ciento de los votos- pero también con un fuerte rechazo a su estilo frontal, las amplias regulaciones que aplicó sobre la economía y las sospechas de corrupción.

Por eso algunos sectores del peronismo rechazan su liderazgo, aunque los votos que la ex mandataria todavía arrastra no son despreciables.

"Yo creo que en la provincia (de Buenos Aires) el peronismo y el kirchnerismo vamos a ir juntos (a las elecciones). Aunque Cristina no está pensando actualmente en una candidatura", explicó a Reuters Oscar Parrilli, uno de los asesores más cercanos a Fernández, quien lidera el Frente para la Victoria.

Esa unidad, de todos modos, no sería sencilla, ya que el peronismo alberga desde representantes de la centroizquierda hasta políticos neoliberales, muy críticos del kirchnerismo.

Una fuente del Frente Renovador, el partido de Massa, dio a entender que podría haber un traspaso de jugadores entre los distintos peronismos, pero que los equipos seguirán siendo los mismos.

"El Frente Renovador va a mantener su identidad, no se va a fusionar. Los que quieren acercarse, pueden hacerlo. Los actores peronistas pueden venir", dijo.

Ganancia para el gobierno. Massa es el político argentino con mayor imagen positiva, que alcanza el 52,8%, según una encuesta de la consultora Ricardo Rouvier y Asociados publicada esta semana.

La cifra está por encima del 47 por ciento de Macri o del 43,1% de Fernández. Otros peronistas como el ex candidato presidencial Daniel Scioli o el renovador neoliberal Juan Manuel Urtubey aparecen debajo con el 41,1 y el 39,2%, respectivamente.

"Si el peronismo va unido o separado a las elecciones (del año próximo) no cambia las cosas, porque lo que importa es la cantidad final de votos que obtenga, y los votos que logremos nosotros", afirmó el senador Federico Pinedo, líder de la alianza oficialista Cambiemos en la cámara alta.

Sin embargo, la amplia derrota en las urnas que podría provocarle a Macri un peronismo unido significaría un golpe de gracia para un Gobierno que aspira a mantenerse en el poder después del 2019.

Más aun en un país donde ningún Gobierno democrático no peronista concluye su mandato desde 1928.

"El Gobierno aplica la regla de oro 'divide y reinarás'", señaló la fuente del peronismo bajo condición de anonimato.

La atomización peronista hasta ahora ha sido clave para que el Gobierno pudiera ver aprobados en el Congreso proyectos de ley esenciales para la economía como un acuerdo con acreedores de deuda, en medio de una delicada situación marcada por la recesión y una alta inflación.

"Con un peronismo fragmentado, el asunto de la gobernabilidad no es un tema en la Argentina, lo que le da ventaja y poder al presidente, algo que podría variar si el PJ lograse la unidad", dijo Pablo Knopoff, director de la consultora Isonomía.

Autores

Reuters