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Salvar los medios de subsistencia para salvar vidas
Jue, 25/08/2011 - 08:48

Jacques Diouf

La volatilidad de los precios y las crisis alimentarias
Jacques Diouf

Jacques Diouf es director general de la FAO.

La tragedia humanitaria que está teniendo lugar en el Cuerno de África no debe ocultarnos el hecho de que se avecina una catástrofe aún mayor a menos que los gobiernos nacionales, en colaboración con la comunidad internacional, actúen para abordar las causas fundamentales de la crisis.

El mundo tiene la responsabilidad colectiva de atender con urgencia las necesidades alimentarias de las millones de personas que mueren de hambre, pero corremos el riesgo de empeorar la situación de millones más el día de mañana, a menos que actuemos igualmente con urgencia y de forma simultánea para salvaguardar los medios de subsistencia de la población para que puedan producir sus propios alimentos.

En concreto, se trata de asegurar que campesinos y criadores de ganado –que representan el 80% de la población de la región- puedan mantener a sus animales con vida y sembrar durante el mes de octubre para la próxima cosecha.

Para conseguirlo, necesitan que les demos semillas, insumos básicos, piensos y apoyo veterinario; de lo contrario, nos arriesgamos a condenarlos a un hambre aún más profundo. No nos queda mucho tiempo. Por este motivo, la FAO organizó una reunión operativa de alto nivel el pasado 18 de agosto con el objetivo de analizar los planes existentes y los ejemplos exitosos de actuaciones en curso que pudiesen aprovecharse, si se reciben los fondos suficientes.

Pero necesitamos también fortalecer su resiliencia a largo plazo ante futuras sequías y emergencias apoyando a los gobiernos de la región para la puesta en marcha de planes a medio y largo plazo, en el marco del Programa general para el desarrollo de la agricultura en África, que promueve la Unión Africana.

Hasta ahora, la respuesta de los donantes para la ayuda agrícola destinada a mitigar la crisis ha sido lenta. La FAO, otros organismos y las ONG han recibido cerca de una tercera parte de los fondos que necesitan. Es imperativo paliar cuanto antes este déficit si queremos salvar los medios de subsistencia, y por lo tanto, vidas.

De hecho, si la comunidad internacional hubiera actuado con mayor rapidez y de forma más generosa, la hambruna que amenaza hoy con extenderse desde el sur de Somalia al resto del país -e incluso más allá-, podría haberse evitado. Nos avergüenza que hoy 12.5 millones de personas sufran una calamidad que podríamos haber prevenido.

Mientras no hay excusas para lo que ha sucedido, existen lecciones importantes que debemos aprender.

La principal es que es infinitamente más barato, a nivel monetario y de sufrimiento humano para los gobiernos nacionales y la comunidad internacional, adelantarse a las emergencias humanitarias antes que abordarlas en medio de una crisis, como ahora nos vemos obligados.

Ello se consigue aportando los fondos necesarios a tiempo, mucho antes que las imágenes de niños esqueléticos y con vientres hinchados lleguen a las pantallas de televisión.

Dicho esto, agradezco la iniciativa de la Unión Africana de convocar una conferencia para recaudar fondos para la crisis. La decisión pone de relieve que los países directamente afectados -apoyados por el conjunto de la comunidad africana-, lideran la respuesta frente a la crisis, como confirmó la reunión ministerial de emergencia organizada por la FAO el pasado 25 de julio, a petición de la presidencia francesa del G20.

Rezo para que la tragedia del Cuerno de África sirva para alentar a la comunidad internacional a reunir sus enormes recursos para eliminar la palabra hambruna del vocabulario moderno y relegarla al vertedero de la Historia, donde pertenece.

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