Así prefiere sentirlo, "vivo, palpitante como el corazón de nuestro continente", el intelectual franco-español, Ignacio Ramonet, gran amigo del Comandante Chávez, quien conversó con Xinhua a propósito de la conmemoración del primer aniversario de la muerte de Hugo Chávez.
Caracas. Resulta aún difícil hablar en pasado al referirse a uno de los grandes hombres de la historia contemporánea de la humanidad. Y es que ciertamente Hugo Chávez parece todavía habitar esta dimensión, este suelo venezolano y recorrer diariamente las calles de un país que extiende sus fronteras más allá de lo que el mapa indica para convertirse en un ciudadano de Nuestra América, como la definió el prócer cubano, José Martí.
Así prefiere sentirlo, "vivo, palpitante como el corazón de nuestro continente", el intelectual franco-español, Ignacio Ramonet, gran amigo del Comandante Chávez, quien conversó con Xinhua a propósito de la conmemoración este 5 de marzo del primer aniversario de la partida física del líder latinoamericano.
Para el periodista europeo, Chávez es ciertamente eterno, porque vive en cada obra que realiza la Revolución Bolivariana por el bienestar de los más humildes; en cada decisión de los gobiernos progresistas e inclusivos que se han multiplicado en América Latina para beneficiar a las mayorías históricamente olvidadas; en cada acto de buena voluntad de cualquier hombre común; en la sonrisa pícara de los niños; y sobre todo en los sueños de millones por construir una sociedad mejor.
"Chávez fue el gran promotor del socialismo del siglo XXI, que lo diferencia de las anteriores experiencias socialistas soviéticas, asiáticas y hasta la cubana por su gran libertad y democracia. Esas son las primeras características del proyecto venezolano", explicó Ramonet.
Más allá de los logros palpables que ostenta la Revolución Bolivariana tras 15 años de arduo batallar contra siglos de dominación, esta nueva doctrina política se presenta por sí misma como uno de los grandes aportes de Chávez a la humanidad, pues en unas pocas páginas abre un sinfín de posibilidades que hacen una vez más tener la certeza de que es posible vivir en una nueva sociedad, más justa, inclusiva y donde el respeto a la diferencia sea la clave del bienestar colectivo.
Al mismo tiempo, iniciativas como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el Banco del Sur, el Sistema único de Compensación Regional (SUCRE), el canal de noticias Telesur y muchos ejemplos más, son el resultado, según el intelectual europeo, "de una visión de lo que debe ser Latinoamérica".
Ramonet define a Chávez como un hombre con mucha sensibilidad humana y artística, trabajador, inteligente y centrado. "El (Chávez) tenía una extraordinaria imaginación, me impresionó descubrir que tuvo una infancia muy humilde, que se crió con su abuela Rosa Inés y que hasta vendía cosas en la calle para obtener dinero. Creció en condiciones muy humildes y a pesar de eso fue el mejor de su clase y logró llegar hasta la Academia Militar, donde también fue el mejor, realmente me impresionó, se puede decir que la presidencia estaba en su destino, sin éste saberlo o interesarse en la política", refirió el escritor.
Aunque lo que verdaderamente deslumbró a Ramonet fue la humildad de Chávez, cualidad que lo acercaba asombrosamente al pueblo y producía admiración, amor, devoción, respeto.
Chávez siempre decía citando al filósofo italiano y teórico marxista Antonio Gramsci: "No hay que ir al pueblo, sino ser el pueblo".
Ramonet ha tenido la dicha no sólo de conocer sino de compartir y escribir sobre dos de los grandes hombres de América Latina, Fidel Castro y Hugo Chávez. Según comentó a Xinhua, el Comandante antillano no sólo vio en Chávez a un sucesor en el aspecto político sino que con el tiempo aprendió a respetar, querer y admirar la integridad, bondad, humildad, humanismo y lucidez del líder venezolano.
"América Latina tiene una historia antes y después de Fidel, la Revolución Cubana marca una ruptura muy importante en el continente y tiene una importancia colosal. Y Chávez es igual, la Revolución Bolivariana marca un antes y un después", consideró Ramonet.
Hasta la llegada al poder de Chávez en 1999, ninguna otra experiencia transformadora y liberadora en el continente sudamericano había tenido éxito, como ejemplifica el derrocamiento del presidente chileno Salvador Allende en 1973. No obstante, "Chávez resistió con el apoyo del pueblo e hizo avanzar la Revolución con mucha generosidad, no hizo una radicalización excesiva, no suprimió las libertades y se mantuvo sereno".
Un año ha transcurrido ya desde que Chávez partió hacia otra dimensión, pero el camino trazado sigue siendo el mismo y existe una continuidad del proyecto revolucionario que él ideó y cimentó. Esa es la convicción de quienes, como Ramonet, viven la realidad venezolana y aprecian en las lágrimas de la gente al recordar a su Comandante el compromiso de un pueblo que tiene la firmeza para seguir adelante a pesar del dolor por la irreparable pérdida.
"Evidentemente los tiempos no son los mismos ni tampoco las épocas necesitan los mismos líderes", aseveró el periodista. "Hoy ya no es lo mismo porque la Revolución está caminando, están los rieles. Ahora se necesita a alguien que tenga una visión clara de a dónde vamos y esa visión está en los documentos de Chávez, está en el legado de Chávez y el presidente Nicolás Maduro está llevando a cabo esas ideas de manera colectiva, con el apoyo del pueblo e improvisando también porque los tiempos son diferentes".
Pero ante el reto de continuar sin el hacedor de sueños; sin el Comandante que lideró una y otra vez las tropas de los desclasados, de los humildes, de las mayorías ignoradas; sin el hombre que despertó a todo un continente; sin el amigo a quien resultaba tan fácil querer y admirar; ante ese desafío, para Ramonet, solo hay una respuesta: "el pueblo nunca debe olvidar que Chávez vive y la Patria sigue".
