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Victoria de Syriza: ¿El anticipo de una tragedia griega o un nuevo rumbo para Europa?
Martes, Febrero 10, 2015 - 16:25

Tras confirmarse la victoria, el primer ministro Tsipras declaró en la Universidad de Atenas que Grecia “deja la austeridad tras cinco años de humillación”, en alusión a las condiciones impuestas por la llamada troika del BCE, la CE y el FMI.

Universia Knowledge Wharton. Al final no hubo sorpresas en las elecciones generales griegas. Tal y como indicaban las encuestas desde hace semanas, el pasado 25 de enero se confirmó la victoria histórica de un partido de extrema izquierda, Syriza, liderado por Alexis Tsipras, en unas elecciones europeas después de la caída del muro de Berlín y la desaparición de los regímenes comunistas en el continente. Nueva Democracia, el partido de centroderecha del primer ministro en funciones Andonis Samarás no consiguió que los votos de los indecisos dieran un vuelco a las predicciones que arrojaban las encuestas y se situó en segundo lugar con el 28% de los votos frente al 36% del ganador. En tercera posición, y a mucha distancia, quedó el partido neonazi Amanecer Dorado, cuyo líder celebraba desde prisión los resultados electorales.

Tras confirmarse la victoria, Tsipras declaró en su primera comparecencia en la Universidad de Atenas que Grecia “deja la austeridad tras cinco años de humillación”, en alusión a las duras condiciones impuestas al país por la llamada troika del Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la entrega de dos paquetes de rescate en 2010 y 2011 por un total de 226.500 millones de euros.

Esto, junto al discurso populista de Syriza, que incluye el anuncio de medidas como, por ejemplo, el aumento del salario base, la reducción de impuestos, la ayuda a las familias más necesitadas a través de la rebaja de la factura de la luz, le valió el apoyo del electorado griego, deseoso de recobrar “la dignidad” frente a los dictados de Europa y Alemania, este último convertido por la opinión pública en el culpable de todos los males que sufre el país. Se calcula que unas 300.000 familias viven en la pobreza y acuden con mucha más frecuencia de la que desearían a los comedores sociales. El ligero repunte de la economía, con la caída del paro de noviembre hasta el 25,7% -que se llegó a situar en el 27% durante los peores momentos de la crisis- y las previsiones de la oficina europea de estadística Eurostat de que la economía griega crecerá este año un 2,9%, apenas se ha sentido en una sociedad que parece haber perdido la paciencia con la larga crisis y sus dirigentes.

A pesar de que los votantes han apostado por darle la espalda a los grandes partidos tradicionales, Syriza no alcanzó la mayoría absoluta para gobernar en solitario y al día siguiente de las elecciones anunció un pacto para formar Gobierno con la derecha nacionalista, el partido Griegos Independientes, que apenas obtuvo el 4,68% de los votos. Una decisión que no sorprende a Agustí Ulied, profesor del departamento de Economía de Esade, puesto que a ambas formaciones les une la postura anti austeridad y anti troika. Una indicación de que Grecia, dice, “va a plantar cara a las medidas económicas que ha tenido que sufrir durante estos años de crisis”. Por tanto, a pesar del abismo ideológico que separa a ambas formaciones -en inmigración y religión, por ejemplo- “no parece una decisión contradictoria”.

Impuestos y reestructuración de la deuda. El programa de Syriza consta de cuatro pilares -confrontar la crisis humanitaria, relanzar la economía, promover la justicia fiscal, recuperar el empleo y transformar el sistema político para aumentar la democracia- que representan un coste total de 12.000 millones de euros. El problema está, según destacan la mayoría de los analistas políticos, en que la formación de izquierdas no ha dado todavía detalles de cómo cumplirá sus promesas electorales con las arcas prácticamente vacías. Ulied señala que una manera de sufragar estos gastos será “combatiendo la evasión fiscal para que la gente pague impuestos, porque parece que en los últimos tiempos no se cumplía con este tipo obligaciones y no pasaba nada. Si el país busca volver a la normalidad en este sentido y además trata de recuperar el dinero que muchos griegos han sacado de él durante la crisis, podría obtener recursos”.

El problema mayor que tiene Grecia, señala Ulied, es que paga alrededor de 50.000 millones de euros al año a sus acreedores. “Si bien necesita 18.000 millones para pagar pensiones y funcionarios, los 32.000 millones restantes solo le sirven para pagar deuda, intereses y devolución de parte de la deuda, no le queda margen para poner en marcha políticas de crecimiento económico”. Y añade que “un país no puede progresar de esta manera. Esto es muy evidente. Las medidas de austeridad no le han sentado nada bien a Grecia; ha perdido en torno a 27% de su PIB desde el comienzo de la crisis, además de las alarmantes cifras de paro y pobreza”.

Por tanto, en su opinión, es evidente que Grecia y el nuevo Gobierno “se enfrentan a una montaña para sacar adelante el país”. Sin embargo, él destaca que el programa que quiere poner en marcha Syriza, “a pesar de lo mucho que se ha dicho [en los medios y otros partidos] durante las elecciones para alentar el miedo en su contra, no es tan revolucionario ni mucho menos. [Syriza] No quiere sacar a Grecia del Euro. Pero sí tendrá que tomar medidas en lo relativo a los impuestos y tendrá que reestructurar la deuda”.

David Allen, profesor de Finanzas de Wharton, señaló en un reciente programa de Wharton Business Radio, en el canal 111 de SiriusXM, que la mayoría de los observadores neutrales no creen que Grecia pueda devolver su deuda. Por tanto, el enfoque tiene que ser reducir el nivel de la misma. Syriza quiere lograr esto mediante la negociación de una “reestructuración”, lo que, según Allen, es similar a la cancelación de una parte significativa de la deuda. Gran parte de la deuda contraída con el sector privado ya ha sido amortizada en los ejercicios de reestructuración anteriores, y dijo que lo que está en juego es sobre todo el dinero adeudado al BCE, la UE y el FMI.

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En este sentido, el líder de Syriza señaló tras las elecciones que “el nuevo gobierno negociará con sus socios europeos” para conseguir una quita de la deuda pública que asciende a 315.000 millones de euros, lo que equivale al 176% de su PIB, de acuerdo con los datos publicados por el Banco de Grecia. De ellos, 257.000 millones de euros están en manos de acreedores europeos. Según el diario económico Expansión, Alemania es el país que más exposición (directa e indirecta a través del BCE) tiene con 72.720 millones de euros, por delante de Francia con 55.209 millones, Italia con 48.380 millones y España con 32.744.

A corto plazo, el acuerdo de rescate actual vence el 28 febrero y Grecia tiene pendiente el pago de 4.300 millones de euros en marzo y algo más de 6.000 millones en julio y agosto. El 16 de febrero se reúne la Comisión Europea para decidir si se prorroga la ayuda al país o termina el rescate. Si Grecia impaga su deuda, el BCE se vería forzado a cerrar el grifo de financiación y el país tendría que dejar el euro, dando lugar al llamado Grexit.

Sin embargo, Ulied es optimista respecto a este posible escenario. El cree que el país heleno y los acreedores están abocados a llegar a un acuerdo, “sobre todo porque hay una verdadera disposición a devolver la deuda. Ni los griegos quieren que haya una salida de Grecia de la eurozona, ni los países miembro lo van a exigir”. Ulied considera que el país heleno sí pagará la deuda, “pero a día de hoy no puede hacerlo bajo las condiciones actuales, así que probablemente renegocie los plazos de devolución y revise los tipos de interés establecidos, quizás también haya alguna quita de reducción de la deuda. Más tarde, en la medida que el país crezca, quizás se pueda hacer otra reestructuración y volver a recortar los plazos, pero si al país no se le permite crecer ahora, hay que dar por perdido el dinero”.

Y advierte que si no se cuida a Grecia, otros lo harán, señalando a Estados Unidos. El profesor de ESADE recuerda que el país heleno juega una papel geoestratégico importantísimo en la política europea. “Esto, entre otras cosas, le valió para entrar en la UE después de tan solo tres años de negociaciones, cuando España y Portugal necesitaron siete, y para adherirse a la zona euro (o moneda única) a pesar de no cumplir, en un primer momento, con ninguno de los requisitos (en cuanto a nivel de inflación, déficit, etc.) de Maastricht”. “Ahora también podría pesar esta posición geoestratégica sobre todo con lo mal que se están llevando las relaciones europeas con Turquía”, añade.

En opinión de Allen, Alemania parece dispuesta a dejar que Grecia abandone el euro, incluso aunque tenga una gran cantidad de su dinero en juego. El problema es que se plantean nuevas cuestiones si Grecia no paga su deuda. “Si a [Grecia] le va bien, y comienza a crecer con un tipo de cambio flexible, entonces eso puede significar un montón de problemas para la zona euro”, dijo. “Otros países pueden decidir que, ‘Grecia lo ha logrado y lo está haciendo muy bien, así que ¿por qué no hacerlo [también]?'” Por otro lado, si a la economía griega no le va bien después de una salida, “la eurozona estaría mucho más segura”, agregó Allen.

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¿Efecto contagio? “Syriza… quiere adoptar un punto de vista tradicional, que es reestructurar la deuda, empezar a aumentar el gasto y estimular la economía de una manera keynesiana”, dijo Allen. Y añadió que “si tienen éxito en la reestructuración de la deuda y permanecen en la zona euro o salen de ella, es muy probable que haya un gran efecto contagio a otros países”.

Rafael Pampillón, profesor de Economía de IE Business School, también coincide con este punto de vista. El cree que las economías del sur de Europa “podrían solicitar una reestructuración de la deuda para reconducir todos los gastos de la deuda a gastos sociales, a reducir el déficit para que sea más manejable la economía”. Allen añadió que “dos de los países que son grandes deudores y donde existe la posibilidad de que partidos populistas lleguen al poder son Italia y Francia, [pero] todavía faltan un par de años para que se celebren elecciones”.

España es otro de los países donde se observará con lupa los primeros movimientos de Syriza y los resultados de su política económica, puesto que en los últimos meses ha subido como la espuma la popularidad de Podemos, un partido afin al griego que recientemente está superando en las encuestas de intención de voto a las formaciones tradicionales en algunas partes del país. Pampillón señala que Grecia servirá como laboratorio de pruebas a pesar de las grandes distancias que separan a los dos países por su tamaño -11 millones de habitantes de Grecia frente a los 47 de España- y sus resultados económicos, que en el caso del país heleno tienen muy poca repercusión puesto que apenas representa 2% del PIB de la UE frente al 10% de España. El profesor del IE añade que “si la experiencia de Syriza sale bien será un pasaporte para que le vaya bien a Podemos, si sale mal será perjudicial para esta formación política. Lo bueno es que todavía falta un año para las elecciones, lo que permitirá observar qué ocurre en Grecia”.

La incertidumbre. El proceso por el que Grecia podría buscar la manera de salir del pago de su deuda pendiente también está generando preocupación, según Allen. “Ellos pueden negociar. Pero si las entidades europeas y el FMI dicen que no, es difícil responder sobre lo que sucedería a continuación”, dijo. “¿Podrían decir simplemente de manera unilateral que no van a pagar la deuda, al igual que hizo Argentina? ¿Cuál sería la secuencia de eventos, entonces? ¿Cómo se hacen cumplir los contratos que fueron firmados en euros? No creo que existan buenas respuestas a esas preguntas”.

Mientras tanto, Alemania se enfrenta al dilema de cómo jugar sus cartas, señaló Allen. “Por un lado, [los alemanes] en última instancia, tendrá que pagar una gran proporción de la deuda rebajada. Por otro lado, la gente ha estado diciendo que [el país] no debe interferir en la política interna de Grecia. Tienen un problema muy complicado allí”.

A la espera de que se vayan despejando incógnitas, hay que subrayar que los resultados electorales han marcado un hito en la historia de la UE. Ulied dice que “era difícil imaginar que un partido más a la izquierda de la socialdemocracia llegara al poder en Europa, sin embargo la crítica situación de la economía del continente ha llevado a esto, más cuando vemos que en otros lugares como Gran Bretaña, miembro de la UE, pero no de la eurozona, o EEUU han sabido salir de ella. Europa no ha sabido salir de la crisis y seguimos con recortes, con austeridad”.

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