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Wikileaks: las mentiras y los telegramas tras la muerte de los periodistas Horman y Teruggi en Chile
Viernes, Abril 12, 2013 - 12:41

La complicidad entre Augusto Pinochet y el gobierno estadounidense, en las violaciónes a los derechos humanos ocurridas en dictadura, queda en evidencia en telegramas llenos de cinismo y gentilezas, según se desprende del archivo Kissinger, recién liberado por Wikileaks.

Por Jessica Mota e Marina Amaral para Agencia Pública de Periodismo Investigativo.

Él dirigió el bombardeo a La Moneda con los aviones de la Fuerza Aérea de Chile; derrocó al gobierno de Salvador Allende y asumió el poder en Chile durante 17 años. En 1977, cuatro años después del golpe de Estado que llevó al presidente electo, Salvador Allende, al suicidio, y estableció una dictadura militar en Chile, su gobierno fue condenado por la ONU por la crueldad -comprobada- ejercida contra los presos políticos. Fueron 40.018 víctimas de la dictadura militar -asesinados, torturados y presos políticos-, de acuerdo con la contabilidad oficial del gobierno de Chile, publicada en 2011. En 2012, casi seis años después de su muerte, una investigación judicial en Chile determinó la apertura de su testamento, revelando una fortuna de US$26 millones, de los cuales sólo US$2 millones tenían justificación contable.

Con estas credenciales, por lo menos parecen inadecuados los adjetivos elegidos por el embajador de EE.UU. en Chile, Nathaniel Davis, para describir el comportamiento de Augusto Pinochet en el cable secreto enviado el 12 de octubre de 1973, un mes después del golpe, cuando dos periodistas estadounidenses -Frank Teruggi, de 24 años, y Charles Horman, de 31 años- estaban oficialmente "desaparecidos".

"Pinochet fue cortés y elocuente para expresar su decepción con mi traslado", describe Davis, quien dejó el mando de la embajada tres semanas más tarde y fue sustituido finalmente en febrero de 1974, refiriéndose a una reunión programada a petición del entonces jefe de la Junta Militar en el poder, quien quería "un momento tranquilo para conversar" con el embajador.

"Él dice que Chile necesitaba enormemente de nuestra ayuda, tanto económica como militar, destacando que si el gobierno de la Junta falla, la tragedia de Chile será permanente", escribe Davis. "Aproveché de hablarle de nuestros problemas políticos en este momento: el debate sobre la Enmienda Kennedy, y el problema de los derechos humanos levantado por los casos Teruggi y Horman".

Él prosigue justificando una solicitud de más ayuda militar para el dictador: "Pinochet argumentó que el gobierno chileno comparte nuestras preocupaciones con los derechos humanos y que está haciendo todo lo posible por prevenir violaciones, lo que no es fácil porque los extremistas de izquierda siguen atacando a los oficiales y soldados y practicando actos de sabotaje. Los extremistas todavía tienen la mitad de su arsenal, dice Pinochet, y las fábricas de bazookas y otras armas siguen siendo clandestinas. Si el Ejército dejase o el problema se saliera de control, el resultado sería un baño de sangre mucho mayor que el actual".

A la luz de lo que sabemos hoy, el informe de Davis puede ser calificado como francamente cínico y mentiroso -y con la complicidad del destinatario. No hay constancia del telegrama de respuesta de Kissinger a Davis. Sin embargo, la Enmienda Kennedy había sido propuesta por el senador demócrata Ted Kennedy, quien se oponía al gobierno de Nixon y a su secretario de Estado, Henry Kissinger, a quien estaba destinado el telegrama del embajador. Aprobado al año siguiente, esa enmienda prohibía la venta de armas de fuego y/o la ayuda militar de EE.UU. a los gobiernos con denuncias de violaciónes de derechos humanos, y fue mencionada en varias ocasiones por senadores de Estados Unidos que deseaban suspender los suministros militares para Chile, aunque el Secretario de Estado, Henry Kissinger, defendía que  el apoyo militar y los derechos humanos eran "cuestiones diferentes".

Desde 1975, con la realización del Informe Church, relacionado con el senador Frank Church, la participación activa de los Estados Unidos en el golpe de Estado en Chile se conocía. En cuanto a los casos de los periodistas desaparecidos días después del derrocamiento de Allende, la explicación es más compleja -y mucho más comprometedora para el embajador, sobre todo después de que el caso Horman fue conocido en todo el mundo a través de la película "Missing" ("Missing"), de Costa Gravas, lanzada en 1982.

En ella, el cineasta retrata la búsqueda desesperada del padre y la esposa de Horman, y la fuerte sospecha de que la embajada de EE.UU. ha participado en la desaparición del periodista, poco después del golpe militar en Chile. El autor de los telegramas publicados aquí, el embajador Nathaniel Davis, se puso la capucha y presentó una demanda por US$150 millones en contra de Costa Gavras. La película fue prohibida de ser mostrada durante la batalla legal que terminó con la victoria del cineasta. El capitán estadounidense Ray E. Davis, agregado militar de la embajada, fue acusado de complicidad en el asesinato de Horman y un juez chileno solicitó su extradición a los Estados Unidos en diciembre de 2011, durante la investigación de crímenes de la dictadura.

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LA EMBAJADA OCULTA EL ASESINATO DE PERIODISTAS

Dos meses antes del golpe, con la ayuda del joven Teruggi, el periodista de investigación Charles Horman había publicado en el diario alternativo FIN una historia acerca de la participación de la CIA en la desestabilización del gobierno de Allende. Casualmente acabó descubriendo más detalles en un viaje de turismo a la costa chilena, realizado a petición de una amiga estadounidense, en la víspera del golpe, donde se encontraban las fuerzas de apoyo de la Armada. Horman y su amiga se quedaron varados en Viña Del Mar -los caminos habían sido bloqueados por los golpistas- y regresaron a la capital chilena el 15 de septiembre de 1973, de paseo con el jefe de la misión militar de EE.UU., el capitán Ray E. Davis, quien les informó de miles de arrestos y cientos de muertes en el Santiago post golpe.

Dos días más tarde, Charles Horman fue detenido en su casa delante de su esposa -y nunca más fue visto con vida. Documentos liberados desde 1999 por el gobierno de los EE.UU. incriminan a Davis y apuntan a la complicidad de la embajada de EE.UU. en Santiago en el encubrimiento del crimen. El 9 de octubre, tres días antes del cínico telegrama de Davis -quien conocía el destino real del periodista-, la embajada publicó un anuncio de la desaparición de Horman, por presión de su padre, quien sólo dejó Santiago después de que el cuerpo de su hijo y de Teruggi fueron "encontrados" en las calles de Santiago con rastros de haber sido ejecutados, el 18 de octubre de 1973.

El día anterior, Edmund Horman, el padre del periodista, había visitado la Fundación Ford en Santiago y escuchó de un consultor del organismo que una fuente confiable le había dicho que su hijo había sido ejecutado en el Estadio Nacional, un centro de interrogatorios, torturas y ejecuciones del gobierno chileno.

Sólo entonces el gobierno de los EE.UU. -que llegó a declarar que los periodistas habían regresado a los Estados Unidos- reconoció la muerte y expidió el certificado de muerte de Charles Horman, cuya autopsia, firmada por un médico de la morgue de Chile, coloca como causa de la muerte "múltiples heridas de bala". El cuerpo de Teruggi, detenido cuatro a cinco días después de Harmon, fue encontrado el mismo día en las mismas condiciones.

EL EMBAJADOR SE ENTIENDE CON PINOCHET: CANALIZAN RECURSOS POR BRASIL

El mismo 18 de octubre 1973, el día en que el gobierno de los EE.UU. finalmente reconoce el asesinato del periodista, el embajador Davis envió un telegrama al Departamento de Estado de Kissinger con el siguiente resumen en la parte superior de la página:

"Llamé al presidente de la Junta, Pinochet, el 17 de octubre. La conversación revela una preocupación del gobierno de Chile con su imagen en los Estados Unidos. Y la sensibilidad hace necesaria la precaución de ambos gobiernos, estadounidense y chileno, en relación con el estrechamiento excesivo de la identificación pública -entre los dos gobiernos- (...) El presidente del PDC -Partido Demócrata Cristiano- Aylwin y el cardenal Silva planean visitar los Estados Unidos para intentar ayudar con el problema de la imagen pública de Chile".

En el cuerpo del largo telegrama enviado a Kissinger, el embajador -que no dice ni una palabra sobre la muerte de Horman que ocurrió ese mismo día- cambia de tono. Explica que siguió la "rutina diplomática, pidiendo el encuentro protocolar por las últimas dos semanas", y que esa misma tarde, Pinochet, quien fue "relajado y agradable", también recibió a otros "embajadores".

Al abordar el tema económico en Chile y la cooperación financiera de EE.UU., Pinochet habló rápidamente con el  ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Ismael Huerta Díaz, de visita en los Estados Unidos, y que se quedó con la impresión de que el resultado del viaje había sido positivo. "Él sonrió y dijo que entendía que queríamos ser útiles, pero en algunos casos la ayuda debería se canalizada con prontitud a través de Brasil o de terceros", agregó el embajador.

De hecho, tal como revelaran los periodistas Rubens Valente y Joao Carlos Magalhães, del diairo Folha de S Paulo, en noviembre de ese año, Brasil, que era gobernado por el general Emilio Médici, liberó US$50 millones al Banco Central de Chile para estimular las exportaciones del país. Asimismo, Brasil también abrió líneas de financiamiento en la Cartera de Crédito a la Exportación del Banco do Brasil, para los empresarios brasileños interesados ​​en vender a Chile y en adquirir cobre de las minas chilenas.

En conversación con Pinochet, el embajador Davis continuó: "Citando el hecho de que el gobierno de EE.UU. había enviado una cantidad considerable de suministros médicos a Chile, él dice que sería útil dar a conocer esta ayuda en un inserto en la prensa. Y añadí que estaríamos felices de seguir cualquier preferencia u orientación de Pinochet en este sentido. Dijo que pensaba que sería útil en el momento de mostrar nuestro interés y apoyo en el ámbito humanitario. Pinochet dijo que pensaba que era una buena idea. Su comentario fue que la publicidad debe limitarse a las cosas humanitarias y debemos estar muy tranquilos acerca de nuestra cooperación en otros campos". Entre paréntesis, el embajador agregó: "Comentario: Tanto en relación a canalizar la ayuda a través de otro país, como en la publicidad, Pinochet está mostrando una comprensión considerable, y al menos, un poco de sensibilidad a los problemas que enfrentan nuestros países".

Siguiendo con el tema, el embajador informó: "Pinochet me dice que el cardenal Silva prometió que intentaría tratar de ayudar con el problema de la imagen de Chile en el exterior. Pinochet hará que tal vez el cardenal pueda viajar a Washington para hablar con el senador Kennedy y otros políticos y religiosos dentro de una semana o dos. Él comentó que el cardenal era muy respetado como un líder progresista en la iglesia y que tenía una influencia considerable". Nuevamente entre paréntesis el embajador comenta que el presidente del PDC (Patricio Aylwin) había llamado esa mañana porque también estaba pensando en viajar al extranjero: "Aylwin espera convencer a Kennedy y a otros líderes demócratas de que Chile necesita ayuda económica estadounidense porque una rápida recuperación del país le permitiría volver a la democracia institucional. Sin embargo, expresó algunos escrúpulos ​​morales sobre involucrar profundamente a su partido con la Junta, principalmente porque él teme que la Ley de Fuga esté siendo utilizada para eliminar a opositores extremistas".

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LA VICTORIA DE PINOCHET Y DE SUS ALIADOS EN EL GOBIERNO ESTADOUNIDENSE

Un telegrama del 3 de abril de 1974, en la víspera de que Pinochet sea definitivamente nombrado presidente de la junta militar, demuestra que la estrategia de Davis -para entonces sustituido por David Popper al frente a la embajada- en general se desarrolló bien. En una reunión cordial de 40 minutos con el Secretario del Tesoro de EE.UU., George Schultz, Pinochet agradece la "ayuda indirecta" de EE.UU., "sin especificar el tipo", resalta el embajador, quien aprovechó la oportunidad para transmitir los saludos del presidente Nixon, los que Pinochet agredeció, "refiriéndose calurosamente a la carta que la señora Nixon le entregó en Brasilia".

Pinochet también promete compensar económicamente a los Estados Unidos a través de las minas de cobre y al ser consultado por Schultz sobre los derechos humanos, responde, según Popper, que "después de los sucesos de septiembre de 1973 -cuando se produjo el golpe de Estado-, no había otra manera de evitar la infiltración de la izquierda", pero que "la autoridad de su gobierno siempre será ejercida dentro de los límites del respeto al individuo como ser humano".

Como prueba de la libertad en Chile, da el siguiente ejemplo: "Como el secretario puede ver, si la situación descrita por los líderes de la oposición chilena en el exterior persistiera, no habría niños en las calles o mujeres chilenas conduciendo automóviles". Y "enfatizó la importancia que representa para todo el hemisferio liberar a Chile del atraso comunista".

En otro momento, Pinochet dice a Popper: "El gobierno de Chile es un gobierno cristiano que, a diferencia de los regímenes comunistas, tienen un respeto genuino por la persona humana". Reconociendo que "incidentes aislados de abusos siguen ocurriendo porque las personas 'no son perfectas'", el dictador advierte que los que denuncian las  violaciónes a los derechos humanos "no son ángeles", y que tienen sus propias razones para hacer esas denuncias.

Pasado casi un año del encuentro con el Secretario, en enero de 1975, cuando el Senado de los EE.UU. encarga investigar los delitos contra los derechos humanos cometidos en Chile y la participación norteamericana en los crímenes, Pinochet concluiría una conversación por teléfono con el embajador Popper hablando de "amistad": "Un día, los Estados Unidos entenderán que Chile es un verdadero amigo -probablemente el mejor- y tal vez el único amigo verdadero en el hemisferio. En nuestro caso, esto siempre fue verdad, y ahora es demasiado tarde para cambiar".

Autores

Agencia Pública de Periodismo Investigativo