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Ciudades latinoamericanas como San Pedro Sula, Ciudad Juárez y Maceió son las más violentas del mundo
Domingo, Abril 22, 2012 - 14:57

Según un estudio de la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, publicado en enero pasado, Honduras, México, Venezuela, Brasil y Colombia encabezan la lista de los países con las diez ciudades más violentas del mundo.


Se presentó como uno de los problemas más preocupantes en la región y como uno de los grandes desafíos a ser discutidos y analizados en la última Cumbre de las Américas, realizada el fin de semana pasado en Cartagena, Colombia. Se esperaba de parte de los asistentes un debate serio y riguroso que permita a cada país encontrar las soluciones más adecuadas a su realidad. Pero el tema de la violencia y narcotráfico en Latinoamérica quedó a un lado, polarizado por el de Cuba y su inclusión en estas citas; y el de las Malvinas, en el que Argentina esperaba un pronunciamiento de respaldo a su soberanía sobre el archipiélago.

La violencia desatada por los narcotraficantes y por el aumento en el consumo de cocaína en Latinoamérica elevan cada día el número de muertes a niveles alarmantes en la región.

Según un estudio de la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, publicado en enero pasado, Honduras, México, Venezuela, Brasil y Colombia encabezan la lista de los países con las diez ciudades más violentas del mundo, marcadas por el narcotráfico o delitos como el secuestro en el caso de Venezuela.

En tanto, esta semana el jefe del Comando Sur del Ejército estadounidense, Douglas Fraser, señaló en una conferencia sobre seguridad regional en El Salvador, que la violencia y el narcotráfico que afectan a Centroamérica constituyen un “problema hemisférico” porque amenazan a otros países americanos.

En Honduras, apodada la “capital mundial del crimen”, San Pedro Sula se ubica como la primera ciudad más violenta, con 20 asesinatos por día y 86 muertos por cada 100.000 habitantes. Mientras en el país, la tasa de homicidios también se muestra como la más alta del mundo: 82 por cada 100.000 habitantes, según la oficina de prevención del Crimen y el delito de la ONU, que sitúa la media mundial en 6,9. La Organización Mundial de la salud califica la violencia como epidemia cuando la tasa supera los 10 homicidios por 100.000 habitantes.

Una epidemia contagiada por la violencia de pandillas, como la Mara Salvatrucha, que tienen sitiado al país al ejercer su poder casi imperial para extorsionar, asesinar y traficar drogas en un ambiente de marcada impunidad e impotencia.

Esta pandilla nació en los años 80 en las cárceles de California y muchos de sus miembros fueron deportados a países de origen, en Centroamérica.

Juan Carlos Zúñiga, alcalde de San Pedro Sula, dice que el lugar está amenazado por una violencia, a la que las autoridades no son capaces de hacer frente porque no cuentan con las armas, ni el personal.

San Pedro Sula es la segunda ciudad más importante de Honduras y la capital económica y turística del país. Aquí los narcos pasean enseñoreados en zonas rurales, las pandillas se disputan los barrios, los policías extorsionan y los sicarios matan a cualquier hora.

Según el Banco Mundial, los costos económicos del crimen y la violencia en Honduras ascienden al 10% del producto interno bruto y el 4% de las ventas del sector privado, y dejó 7.104 muertos en el 2011, en un país de 8 millones de habitantes.

La violencia que también castiga a México se concentra con mayor nivel en Ciudad Juárez, la segunda urbe más violenta del mundo, con una tasa de asesinatos de 148 por cada 100 mil habitantes. La vida en esta urbe fronteriza con EE.UU., de 1,2 millones de habitantes, que alberga el mayor complejo de fábricas ensambladoras del país, ha estado marcada por balaceras y asesinatos resultado de disputas entre el cartel local, el de Juárez, y el de Sinaloa.

En 2011 se registró un promedio diario de seis homicidios. Debido a las jornadas de violencia, la semana pasada se desplegaron unos 5.000 policías federales y soldados.

Mientras tanto, en Brasil, Maceió, en el estado de Alagoas (sur), se ubica como la tercera ciudad más violenta del mundo. Ahí una mezcla de miseria y crack la transformó en la capital de los homicidios del país, donde los que matan y mueren son en su mayoría jóvenes pobres, invisibles para los turistas que llenan sus playas.

“La violencia que provoca homicidios está restringida a los cinturones de miseria”, explicó Darío Cavalcante, máximo responsable de la seguridad pública de Alagoas.

Las “deudas del crack”, por las que un adicto puede perder la vida por menos de US$3 a manos de un traficante, son el combustible de la violencia en Maceió, ciudad con una tasa de homicidios de 109,9 por cada 100.000 habitantes en 2010.

“De 360 homicidios por año en el 2000, se pasó a 1.025 en el 2010, un crecimiento del 184,7%”, afirma Julio Jacobo Waiselfisz, autor del Mapa de la Violencia 2012 elaborado por el Instituto Sangari.

La violencia también se ha apoderado de la capital venezolana, Caracas, con un cuarto lugar, tiene el mayor número de homicidios del país, según la ONU. Caracas además es considerada la ciudad más violenta de Latinoamérica. Casi 3.500 personas fueron asesinadas en 2011 sobre una población de 3,4 millones, es decir 108 por cada 100.000 hab., superando la tasa nacional (48/100.000).

“Aquí todo el mundo quiere ser ahora malandro (delincuente)”, dice Johny, quien a los 16 años cayó en la violencia en uno de los barrios caraqueños donde la pobreza, la impunidad y la corrupción alimentan una delincuencia que enluta a diario a esta ciudad.

En las barriadas de la Gran Caracas, jóvenes desempleados que viven en precarias construcciones se entregan a la violencia cada vez a más temprana edad. “Quien está poniendo los muertos en Venezuela son los jóvenes pobres”, ante la falta de “proyectos de desarrollo de vida”, dice Pablo Fernández, secretario técnico de la Comisión Presidencial de Desarme, de Venezuela.

“El 80% de esas muertes se produce en los barrios. Adolescentes más que nada, de 15 o 16 años”, agrega.

Cali, en el suroccidente de Colombia, es otra de las ciudades en la lista de las más violentas, con una tasa de homicidios de 75,7 por cada 100.000 habitantes. Con 2,3 millones de habitantes, es el escenario de disputas entre pequeños y medianos grupos del narcotráfico, herederos de los grandes carteles de los años 80 y 90.

Según Jorge Iván Ospina, exalcalde de Cali, en Colombia, hay cerca de 5 millones de armas ilegales, de las cuales unas 230.000 están en esta ciudad. Este tema preocupa también a Alejandro, habitante de Siloé, una de las barriadas pobres que rodea Cali. “¿Por qué esa facilidad para conseguir la munición? Un proyectil calibre 45 se compra por 2.000 pesos (ochenta centavos de dólar)”, dice este hombre de 34 años que tiene cicatrices de bala en el brazo y en la pierna que recibió solo por vivir en la zona.

A la lista se suma Guatemala, país que con 14,3 millones de habitantes sufre una ola de violencia imparable, con un promedio de 16 muertos diarios y una tasa de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes.

La violencia en el país es atribuida principalmente a la acción de los carteles de la droga, como el mexicano Los Zeta, y las pandillas aliadas al narco.

Ante estos escenarios violentos y el fracaso de la guerra frontal contra las drogas impulsada por Estados Unidos, la Cumbre se presentaba como el momento preciso para continuar las discusiones sobre la violencia en Latinoamérica, lo que no ocurrió. Como una premonición de lo que se venía, la canciller colombiana, María Ángela Holguín cuestionó en vísperas de la cumbre: “¿Será que ésta es la realidad que nos tocó y no hay ninguna otra solución a las drogas o será que hay otra y nos hemos cerrado a ver otra posibilidad?”.

Autores

El Universo.com