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Disminuye el hambre mundial, aunque aún hay casi 1.000M de personas subnutridas
Martes, Septiembre 14, 2010 - 18:53

El número de personas subnutridas que hay en el mundo sigue siendo inaceptablemente elevado en 2010 para la FAO, pese a la reducción prevista por el organismo dependiente de la ONU.

El número de personas subnutridas que hay en el mundo, casi 1.000 millones, sigue siendo inaceptablemente elevado en 2010, no obstante su reducción prevista, la primera en 15 años.

Esta disminución se puede atribuir en gran parte a un entorno económico más favorable en 2010 –en particular en los países en desarrollo− y a la caída tanto de los precios internacionales como de los precios internos de los alimentos desde 2008.

El reciente aumento de los precios de los alimentos puede provocar dificultades adicionales en la lucha para reducir el hambre.

La FAO estima que en 2010 hay un total de 925 millones de personas subnutridas, en comparación con los 1.023 millones que había en 2009. Son cifras más elevadas que las anteriores a la crisis económica y la de los alimentos de 2008 y 2009, y más altas que el nivel de cuando los dirigentes decidieron, en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre.

La mayoría de las personas que sufren de hambre en el mundo vive en los países en desarrollo, donde representan el 16% de la población. Si bien esta cifra señala un adelanto respecto a 2009, sigue estando muy por encima de la meta fijada por el Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM) 1, de reducir a la mitad la proporción de personas subnutridas en los países en desarrollo, del 20% de 1990-1992 al 10% en 2015.

La clave es un acceso mejor. Desde hace varios años las cosechas mundiales de cereales han sido buenas, incluso cuando aumentaba el número de personas subnutridas. Por lo tanto, el adelanto general en materia de seguridad alimentaria en 2010 se debe, principalmente, a que ha mejorado el acceso a los alimentos gracias al progreso de las condiciones económicas, en particular en los países en desarrollo, aunado a la disminución de los precios de los alimentos.

El Fondo Monetario Internacional estima que el producto económico mundial aumentará en 2010 un 4,2%, a mayor velocidad de lo previsto, después de la contracción del 0,6% de 2009. En general, los ingresos están creciendo a mayor velocidad en las economías emergentes y en los países en desarrollo que en los países desarrollados. El Banco Mundial calcula que la entrada de capitales privados hacia los países en desarrollo también está aumentando más rápidamente de lo originalmente previsto.

Paralelamente, los precios internacionales e internos de los cereales han disminuido desde los niveles máximos que tocaron en 2008, lo que refleja dos años seguidos de cosechas sin precedentes. Si bien se prevé que en 2010 la producción será menor, la situación general del suministro se considera adecuada. Sin embargo, los precios de los alimentos casi en todos los países de bajos ingresos y con déficit de alimentos siguen estando por encima del nivel previo a la crisis, lo que repercute en forma negativa en el acceso de los grupos vulnerables de la población a los alimentos.

Capacidad insuficiente de recuperación. El análisis del hambre durante las crisis y el restablecimiento exhibe la capacidad insuficiente de recuperación de muchos países y hogares pobres frente a las crisis económicas. La falta de mecanismos adecuados para hacer frente a las crisis o proteger a los sectores más vulnerables de la población de sus efectos se traduce en grandes oleadas de hambre después de las crisis.

Además, no hay que pensar que los efectos de las crisis en el hambre desaparecen cuando ellas remiten. Las familias vulnerables pueden afrontar las crisis mediante la venta de activos, muy difíciles de reponer, reduciendo su consumo de alimentos en cantidad y variedad, y disminuyendo sus gastos en salud y educación, mecanismos de defensa que repercuten negativamente en la calidad de la vida y los medios de subsistencia.

La subnutrición por regiones. Los países en desarrollo tienen el 98% de la población subnutrida del mundo. Dos terceras partes de la misma viven en apenas siete países (Bangladesh, China, la República Democrática del Congo, Etiopía, la India, Indonesia y Pakistán) y más del 40% vive tan sólo en China y la India.

Las estimaciones para 2010 indican que el número de personas subnutridas disminuirá en todas las regiones en desarrollo, aunque a un paso diferente.

La región con más personas subnutridas sigue siendo Asia y el Pacífico, pero con una disminución del 12%, de 658 millones de personas en 2009 a 578 millones, esta región también representa el mayor progreso mundial previsto en 2010. La proporción de personas subnutridas sigue siendo más elevada en el África subsahariana, con un 30% en 2010.

Objetivo de Desarrollo del Milenio: difícil de cumplir. Las estadísticas más recientes indican que se ha adelantado hacia el cumplimiento del ODM 1, con la disminución de la prevalencia del hambre del 20% de personas subnutridas en 1990-1992 a 16% en 2010. Sin embargo, dado que sigue creciendo la población mundial (aunque más lentamente que en los últimos decenios), la disminución de la proporción de personas que sufren hambre puede encubrir un aumento del número.

En efecto, los países en desarrollo como grupo han sufrido un revés general en el número de personas con hambre (de 827 millones en 1990-1992 a 906 millones en 2010).

En 2005-2007 (el período más reciente del que hay datos disponibles), el Congo, Ghana, Malí y Nigeria ya habían realizado el ODM 1 en el África subsahariana, y Etiopía y otros países estaban próximos a lograrlo. En Asia, Armenia, Myanmar y Viet Nam habían logrado la reducción propuesta y otros se aproximaban, incluida China. En América Latina y el Caribe, Guyana, Jamaica y Nicaragua habían logrado reducir la prevalencia del hambre a la mitad, y Brasil, entre otros, se acercaba a este objetivo.

Que casi 1.000 millones de personas sigan sufriendo hambre aun después de haber remitido en gran medida las recientes crisis de los alimentos y financiera indica un problema estructural más profundo que amenaza seriamente la capacidad de alcanzar los objetivos internacionalmente convenidos de reducción del hambre.

Para hacer frente a las causas de fondo del hambre, los gobiernos deberán alentar una inversión mayor en la agricultura, ampliar las redes de protección social y los programas de asistencia social, así como mejorar las actividades que generan ingresos para los sectores pobres del medio rural y urbano.

Autores

José Graziano da Silva