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Ecuador recuerda la figura del general Eloy Alfaro
Domingo, Enero 29, 2012 - 12:18

Tras 28 años de ser sustraída, la espada del general Eloy Alfaro reapareció y fue entregada ayer en uno de los actos simbólicos realizados ayer por los 100 años del asesinato del fundador de la Revolución Liberal.

La secretaria de los Pueblos, Mireya Cárdenas, entregó en manos del presidente Rafael Correa el sable que el movimiento Alfaro Vive Carajo (ACV) robó en 1983 como una expresión de rechazo al régimen socialcristiano de la época. Esta exmiembro de ese grupo subversivo explicó que ella y sus compañeros hicieron esto para convertir al arma en un símbolo de su lucha contra ciertas prácticas e injusticias del Estado y que juraron no devolverla hasta que existan las “condiciones de patria” que Ecuador necesitaba.

La funcionaria aseguró que esas condiciones se estaban cumpliendo con la denominada revolución ciudadana que impulsa el Gobierno de Correa y que por eso le entregaba a él, “como representante del pueblo” uno de los secretos mejor guardados de los últimos 28 años, dijo.

El mandatario la recibió en medio de los aplausos y ovaciones de los cientos de personas que asistieron ayer al Centro Cívico Eloy Alfaro, donde el régimen conmemoró el centenario del asesinato del expresidente. Ofreció que se mantendría en su estuche hasta que desapareciera la pobreza y haya justicia, pues al igual que su antecesor, aseguró él, no desistirá en su lucha por los cambios radicales que necesita el país.

Entonces comenzó a evocar los logros de la revolución alfarista, como introducir la educación laica, y recordó que su fundador no se rindió durante 30 años pese a la oposición que enfrentó. “Nos honra tener los mismos enemigos”, dijo en alusión a la Iglesia, los medios de comunicación y otros sectores sociales, que han sido identificados como los críticos de Alfaro –y hasta supuestos responsables de su matanza el 28 de enero de 1912–. Sin embargo, en su discurso no los nombró y declaró de manera general que los opositores que tuvo el manabita son los mismos que afronta su administración.

Por ejemplo, citó que estuvieron detrás de la sublevación del 30 de septiembre del 2010 y contratan “lobbystas” internacionales “al no poder vencernos en los tribunales”.

Mientras que en el penal García Moreno de Quito, los guías pronunciaron por última vez el nombre de Eloy Alfaro al pasar lista a los reos del Pabellón E, durante décadas se lo nombró como un homenaje para recordar que el Viejo Luchador ocupó la celda 13 de ese lugar y que nunca fue excarcelado.

Esta tradición terminó ayer, pues las autoridades carcelarias emitieron las actas de liberación de Alfaro y de otros seis coidearios que murieron junto a él: Medardo y Flavio Alfaro, y los militares Ulpiano Páez, Manuel Serrano, Pedro Montero y el periodista Luciano Coral.

Los descendientes colocaron fotografías de los siete liberales en la celda 13, donde hay un busto de Eloy Alfaro. Ningún preso la ha ocupado desde la matanza. Ha funcionado como un pequeño museo.

Tras la firma de las actas de excarcelación se inició la marcha hacia el parque El Ejido, donde los cadáveres de los liberales fueron quemados. El oficialismo reunió a unos 6.000 asistentes en ese recorrido.

Ministros y autoridades del Gobierno dieron discursos que tuvieron en común dos ideas centrales: la comparación entre la Revolución Liberal y la ciudadana; y entre la aristocracia, los clérigos y los medios conservadores que enfrentaron a Alfaro y los actuales sectores de oposición. Para el tataranieto del general, el sociólogo Eloy Alfaro Reyes, que estuvo presente en el programa, esas dos revoluciones tienen profundas diferencias. “Hay una distancia. La Revolución Liberal fue una revolución armada, fue una revolución con un pueblo atrás, fue una revolución con una ideología. Eso creo que hace la diferencia. (A la revolución ciudadana) no creo que le falte más ideología, creo que le falta ideología”.

Los actos de conmemoración concluyeron a las 18:45 en ese parque donde murió Alfaro. En la última intervención del día, Correa calificó al general como “el campeón de las libertades” y sin dar nombres expresó que “todos sabemos quiénes son los verdaderos asesinos de Alfaro”. Luego se colocó frente al monumento de la Hoguera Bárbara en silencio y partió despidiéndose de la comitiva internacional y de la ciudadanía desde el automóvil.

Autores

El Universo.com