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El rumor, la bencina y WhatsApp
Vie, 10/07/2015 - 13:26

Patricio Díaz

El accountability que aflora en Chile
Patricio Díaz

Patricio Díaz es Sub Editor de AméricaEconomía.com. y Master en Ciencias Políticas.

Hace dos días, Santiago de Chile vivió un ataque de pánico colectivo. A algún maniático se le ocurrió difundir eso que en la escuela de periodismo nos enseñan en primer o segundo año y que se llama "rumor". ¿Cuál fue el origen de la angustia colectiva? Un mensaje de WhatsApp que aseguraba una posible movilización de los choferes de camiones que transportan combustible y alimentan a las bencineras, vital elemento que permite que las calles se llenen de ruido y que los ciudadanos lleguen a sus trabajos, los estudiantes asistan a los colegios, las empresas de productos ejecuten sus pedidos, las de servicios acudan donde han sido requeridas...

De esto, para bien o para mal, el chileno sabe. Basta con recordar el terremoto y tsunami del 2010, cuando gente en estado de shock saqueó supermercados, tiendas de retail y todo cuanto encontraron en su camino, porque el desabastecimiento era inminente. ¿Según quién?... "No sé, lo escuché por ahí", fue la respuesta que más sonó en ese minuto de pánico y desolación, horas después del terremoto.

Volviendo a la bencina, tal fue el pánico que causó la falsa información, que a través de las redes sociales su propagación fue cosa de minutos, y la histeria no tardó en llegar.

Justo a la hora del taco máximo, a eso de las 19.00 horas, me trasladaba en bicicleta por Manuel Montt, -no sólo por hacer ejercicio; quiero también contribuir con el planeta y ayudar a la descontaminación-, una de las calles principales de la comuna de Providencia, y el tráfico era infernal. Al cruzarme con la primera estación de servicio en mi camino comprendí que el problema era real, y que el rumor del loquito/a de la bencina se había viralizado con total poder, calando en la psiquis de la gente. Tal era el desborde de la ciudadanía, que la fila de automóviles para ingresar al recinto y cargar combustible superaba las dos cuadras. En ese minuto el rumor, difundido a través de WhatsApp y Twitter, aún no era confirmado ni desmentido por las autoridades.

A raíz de lo anterior, debo ser franco, pensé en llegar a mi departamento lo más rápido posible, sacar mi auto, mi pistola de juguete y salir a intimidar gente para poder llegar con rapidez a la primera gasolinera que encontrará en mi camino, sin embargo, mi razón pudo más que mi imaginación, y no cometí ese acto de locura que vi en las películas de acción, donde 'el malo' logra su cometido sobre la base a triquiñuelas de baja categoría, que de seguro me hubiesen llevado con gran rapidez... pero ante un juez o a un hospital. Sin auto, sin bencina y con un cúmulo de problemas nuevos a cuesta.

El rumor, en el lenguaje académico, es un término que ha servido y sirve para quitarle legitimidad y poner en duda la veracidad de aquellos relatos y saberes diseminados que se crean y circulan en las periferias de las instituciones, fuera de los sistemas comunicativos centralizados y en los intersticios de la sociedad. Por eso, el gobierno esta vez no tardó tanto en reaccionar (menos mal), e incluso al día siguiente el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, informó que presentaba una querella en contra de quienes resultaran responsables del accionar que había desencadenado el rumor.

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