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Günter Walraff: el periodista que se disfraza para encontrar la verdad
Lunes, Abril 29, 2013 - 13:11

Walraff fue uno de los invitados estrella del Encuentro de Periodismo que organizó la Feria del Libro 2013 de Bogotá.

Günter Walraff, que ya tiene más de 60 años, ha dedicado buena parte de su vida a investigar los problemas sociales en Alemania y Europa con un método que para algunos resulta poco legítimo: infiltrarse en las instituciones que quiere investigar. Por eso, ha pasado por estudiante, alcohólico, inmigrante y trabajador. El producto de esos trabajos se encuentra en "Cabeza de turco" -quizá su reportaje más conocido-, "Dominad la tierra", "El periodista indeseable", entre otras obras. En esta entrevista, Walraff debate sobre la legitimidad de su método y explica cómo construye sus reportajes.

-¿Cómo empezó en el periodismo?

-Llegué al periodismo por accidente. Trabajaba más en el arte, la lírica, la poesía. La culpa la tuvo el Ejército alemán, porque me obligaron a entrar al servicio militar. Yo no quería. Era y soy pacifista. No quería tomar un fusil en mis manos. La gente del Ejército me trató muy mal e hicieron todo lo posible para quebrar mi resistencia. Empecé a escribir un diario, las memorias de estos días, y empecé a publicarlos describiendo los métodos del ejército para quebrar mi voluntad. Y empecé así. Luego entré a fábricas porque quería conocer las condiciones de los estudiantes y, al mismo tiempo, me interesaba por la literatura, Jack London o Lewis Sinclair. Ahí me politicé y sensibilicé socialmente.

-¿Por qué cree que es legítimo pasar por incógnito para obtener la información?

-Esta forma de disfrazarse para entrar en situaciones es necesaria y es legítima. Muchas veces sólo puedes descubrir las cosas si entras en el círculo que quieres investigar. También es legítimo porque pasan cosas que la gente tiene derecho a saber. Esta forma de investigar, de ir al fondo, es imprescindible para encontrar la verdad. Tengo que sentir una situación para contarla en una forma auténtica. Sólo puedo contar cosas que he vivido y de las que tengo pruebas. Me encanta cambiar el rol y jugar así. Los mejores científicos, sociólogos, investigadores, son gente que se puso en ese tipo de investigación de campo. Por eso prefiero esta forma de periodismo porque muchas veces los periodistas sólo citan algunas fuentes, y no todas son confiables. También, por eso prefiero tener mis propias fuentes y verificar las historias.

-El relato no es legítimo si no existe esa inmersión, dice. Pero ¿no estaría alterando los espacios en los que se introduce?

-Eso depende mucho de cómo estás entrando en este rol. Lo hago con cuidado, sin cambiar la situación ni ser protagonista. Entro como un mero observador. Es un rol pasivo. Es uno entre varios. No hago discursos, más bien escucho. A veces pregunto para buscar qué piensa la gente, pero de ninguna manera intento manipular o crear una situación que, sintéticamente, no existe. Eso significa que debes tener responsabilidad, sentido común y sensibilidad. Tú eres uno como ellos y tienes que aprender, porque no es tu vida. Otra cosa es respetar las diferencias entre la vida social y política y la privada. Tienes que ver el límite entre una denuncia social, política, y en donde entras en la vida íntima de una persona, a pesar de que sea muy mala. Es un estilo de ética: eso no se hace. Hay una barrera y un límite.

-¿Ha logrado algo con sus denuncias, además de exponer este tipo de situaciones?

-Aunque me he encontrado con grandes jefes de empresas importantes sobre las que he escrito, nunca hubo una persona que me dijera que mentía. A veces buscan el diálogo. Me dicen: tiene las pruebas, estamos dispuestos a cambiar la situación. ¿Usted se ve dispuesto a ser mediador? La gente reconoce la forma como trabajo porque no es ningún ataque personal, y a veces esa misma gente dice que debe cambiarlas. Ahí también se tiene cierta responsabilidad de apoyar en caso de que la gente esté dispuesta a cambiar. Si realmente uno quiere, uno apoya. Si la cosa va bien, entonces va más allá de la denuncia, porque apoya a una forma constructiva de mejorar la situación. En varios ejemplos se logró, con los call centers y los mensajeros, por ejemplo, que trabajan en condiciones horribles.

-A partir de esto, ¿cuál cree que es el objetivo del periodismo? ¿Tiene un compromiso social?

-El periodismo debe trabajar con criterios muy claros, éticos, y también sin ninguna duda con responsabilidad social. Para mí, es muy importante que el periodista sea independiente, que no dependa de ninguna corriente política, que nadie le dé órdenes. Es esencial informar en la forma más amplia, y siempre he entendido mi forma de hacer periodismo como dar voz a los que no la tienen, a los sectores más desarticulados de la sociedad, porque no tienen lobby, no tienen voceros. Por eso es importante hacer un periodismo independiente sin repetir ideologías y, en cambio, darles voz a aquellas personas y a los que se les irrespeta sus derechos.

-El trabajo de un periodista, entonces, está vinculado a la defensa de los derechos.

-Mi forma de hacer periodismo tiene dos elementos: el reportaje clásico y una responsabilidad sensible por los derechos humanos. Mi trabajo en la actualidad no es tan periodístico, sino dar apoyo a la gente que me llama y que quiere denunciar. A veces hago una llamada al jefe de la empresa y le digo “mire, tengo esta información, tengo pruebas de eso. Me parece que tiene que cambiarlo, si no yo lo voy a publicar”. A veces ese anuncio alcanza para que la gente lo cambie. Si sale en la prensa, capaz que le va peor. Tienes una cierta oportunidad moral. No puedes utilizarlo de otra manera. También soy mediador en conflictos; los jefes o antiguos enemigos me buscan por consejo.

-Ahora que hablaba de su método, ¿podría describirme más cómo escribe sus reportajes? ¿Le interesa el modo en que están escritos?

-Hay varias fases en mi trabajo. El momento más creativo es cuando estoy en un rol, porque soy lo más creativo que te puedas imaginar, hasta que a mí me sorprende que estoy actuando en una forma que antes no pensaba que pudiera. Soy actor y dramaturgo a veces. Después junto muchísimas cosas, información que me da la gente, etc. Estoy grabando cosas, filmando, escribiendo. Y después ordeno todo, algunas cosas que escribí, otras que grabé, otras que tengo en video. Tengo un rompecabezas de muchas cosas. Luego empiezo a contarle a alguien que está lejos del tema las cosas que me pasaron y lo grabo. Esta grabación me ayuda a ordenar más la información. A veces cuento la historia a mi mujer. Si a mi esposa le interesa, entonces la cuento. Luego transcribo aquella grabación y ése es el primer borrador para un libro. Y luego hago notas a mano y en máquina de escribir. Cuando tengo este rompecabezas, le pido a alguien que lo pase a un computador. Si tengo claro el asunto así, en ese momento puedo hacer cosas más finas para terminar con el reportaje, como el trabajo del lenguaje.

-Por todo esto, ¿cree que el periodismo es objetivo o subjetivo?

-Todos los periodistas que dicen que son objetivos, son muy mentirosos. La gente que a veces grita más fuerte que son objetivos, son los menos objetivos. Hay que ser realista. Una visión objetiva no existe. Tengo clarísimo que soy subjetivo, pero hay que tener criterios claros para tomar decisiones y tener valores. Es importante tener claro que cada uno tiene sus puntos de vista, su subjetividad, somos seres sociales. Ya llevamos un paquete cuando entramos al periodismo. Pero hay que aprender los métodos de periodismo, hay que aprender ética, conocer la justicia, la honestidad, los derechos humanos, respetar la privacidad y los derechos del otro. Son valores que deben acompañar el periodismo.

-Por último, ¿cómo se introduce en lugares a los que de otro modo no lograría entrar?

-Yo siempre me sentí muy bien si estaba cerca de la gente que tiene menos posibilidad de apoyo, gente que no tiene tanta voz. Y también para este círculo tienes que estar abierto. No hay que escuchar a la gente que siempre habla en los medios, si no escuchar mucho a los que poco hablan, que tiene poca posibilidad de hablar. Intento sensibilizarme sobre eso, pero quiero que mi visión esté afuera cuando voy a escribir, no me cambio como persona. Sería mentira si digo que soy pobre, por ejemplo, cuando tomo ese rol. Aprendo de ellos. Mi forma de entrar en situaciones complicadas es a través del apoyo, para no actuar como un arrogante, alguien que ve todo desde arriba. Eso me ayuda a trabajar con los pies en la tierra. Entras a sectores que antes no conocías, y siempre te vas a encontrar sorpresas. En este trabajo, tú te mueves y también otra gente te mueve.

Autores

ELESPECTADOR.COM