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Las mujeres rebeldes de la mafia italiana
Domingo, Mayo 26, 2013 - 09:52

"La 'Ndrangheta no admite traiciones. Traicionar aquí es mucho más difícil, especialmente por la particular estructura de esta organización, basada en los vínculos de sangre", explicó el Fiscal de Reggio Calabria, Nicola Gratteri.

Viven en la sombra de la mafia italiana, convertidas a veces sin elección en cómplices del crimen organizado, son compañeras sentimentales, hijas y madres de mafiosos que, cansadas de convivir con la criminalidad, deciden colaborar con la justicia a costa de hipotecar su vida.

A Lea Garofalo su "rebeldía" le costó la muerte en noviembre de 2009, fecha en la que fue secuestrada, torturada y asesinada por su ex marido, Carlo Cosco, un jefe de la mafia calabresa, la Ndrangheta, quien no perdonó que la madre de su hija le hubiera vendido a la justicia.

"La bastarda se ha dado cuenta". Esta fue la sentencia de muerte dictada por Cosco para su ex mujer, quien, el día de su secuestro, se encontraba pasando unos días en Milán junto a su hija para que ésta pudiera ver a su padre.

El juicio por su muerte, que fue reabierto hace unas semana por el juez, deja entrever la situación que decenas de mujeres consortes de la mafia viven en Italia, donde este tipo de organización criminal, con sus diferentes matices dependiendo de la región, sigue minando los fundamentos sociales y económicos del país.

"La 'Ndrangheta no admite traiciones. Traicionar aquí es mucho más difícil, especialmente por la particular estructura de esta organización, basada en los vínculos de sangre", explicó a Efe el Fiscal de Reggio Calabria (sur), Nicola Gratteri.

A Lea Garofalo la violación de la ley del silencio le costó la vida. Otras muchas mujeres, en cambio, corren mejor suerte y permanecen escondidas con una nueva identidad bajo la amenaza latente de la que un día fue su "familia".

Es el caso de Carmella Iuculano, quien tras denunciar a su marido "en un acto de amor por sus hijos", como ella misma declaró, se vio obligada a huir de su Sicilia natal para darles a sus hijos un futuro mejor, alejado de la mafia.

"Las mujeres de la mafia son víctimas y cómplices. Muchas aceptan por comodidad y prestigio las ventajas que garantizan sus respectivas situaciones familiares, otras no la toleran. No es fácil apartarse del condicionamiento mafioso, sobre todo cuando hay hijos. Los hijos se convierten en un chantaje", explicó el Fiscal.

La primera en Italia en romper la barrera del silencio mafioso fue Serafina Battaglia, mujer de un miembro de la mafia siciliana "Cosa Nostra", quien en 1962 decidió revelar los entresijos de la organización criminal para vengar la muerte de su hijo Salvatore.

"Son pocas mujeres las que deciden romper la ley del silencio. Las que lo hacen a menudo viven condiciones difíciles y han sido obligadas a casarse con hombres que no aman, y que muchas veces acaba en la cárcel", reveló Gratteri.

En la historia de las mujeres traidoras o rebeldes de la mafia también figura el nombre de Giusy Vitale, más conocida como "Lady mafia", una "mamma" de la "Cosa Nostra" que consiguió hacerse un hueco en la cúpula de la organización, una cima que, sin embargo, le condujo a prisión.

Allí, empujada por el miedo de no poder ver más a sus hijos, decidió romper la "omerta", el histórico código de silencio de la mafia y convertirse en la primera jefa "pentita" (arrepentida) en colaborar con la justicia.

Sin embargo, en el universo femenino de la mafia también existen claros ejemplos de rigor y fidelidad total con los postulados de la organización criminal como el de Giuseppa Mandarano, mujer de Marco Favaloro, imputado y "pentito" por el homicidio de Libero Grassi, quien declaró que el marido era un "infame" y que no lo quería ver más.

El código de la mafia, el concepto de traición no siempre está relacionado con el quebranto de la ley del silencio, sino también con la infidelidad y el adulterio. La 'Ndrangheta, en concreto, marca en su ley que la mujer debe siempre ser fiel al marido, incluso más allá de su muerte.

En caso contrario, serán castigadas con la muerte.

Autores

EFE